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Chihuahua… joyas escondidas

Estado con una vasta historia prehispánica, civilizaciones milenarias que dejaron magnas edificaciones

resguardadas por el tiempo, tradiciones artesanales elaboradas por manos indígenas que cuentan con reconocimientos internacionales, casa de los nahuas, jovas o rarámuris y un sitio, cubierto de maravillas naturales.

Esa… nuestra “India vestida de sol”, famosa por sus misiones y vetas de materiales preciosos en la época virreinal, bellas haciendas coloniales, así como otras construcciones barrocas. Ahí, donde se sienten las raíces, se valora la historia, que enamora con sus paisajes, entre barrancas, bosques, lagos, cascadas o ríos, tan agraciados, como la beldad de sus oriundas.

Motivos para exaltar a Chihuahua son muchísimos, y para este artículo, mencionaremos dos de sus mágicos tesoros: la joya precolombina de Casas Grandes y el profundo encanto de Batopilas.

Casas Grandes… y su joya precolombina

Paquimé, fue el nombre que el explorador ibérico Francisco de Ibarra, escuchó en 1561 de los nativos cuando vio esta sorprendente ciudad prehispánica, envuelta por enormes muros, siete pisos de altura y única en su tipo, a la que nombró Casas Grandes y que un siglo después, se realizara el primer asentamiento español a cargo de misioneros franciscanos, llamando a esta localidad San Antonio de las Casas Grandes.


La cultura Paquime, surgió desde el año 700 d.C., obtuvo su apogeo en el siglo X y su decadencia fue a Inicios del siglo XIV. Lo sorprendente de esta civilización, fueron sus avances en ingeniería, al contar con una perfecta red de drenajes, una noria de 12 metros de profundidad y enormes casas donde se criaban aves, hornos gigantescos para hacer la tatema del agave para producir mezcal, almacenes de metales como el cobre, piedras hermosas como la turquesa y millones de conchas de mar provenientes del Pacífico, así como una gran sala mortuoria, edificaciones para rituales y contó con cerca de dos mil habitaciones.

La Zona Arqueológica de Paquime, es la principal atracción de este mágico poblado y a un costado de esa ancestral maravilla arquitectónica, se encuentra el Museo de las Culturas del Norte, que exhibe piezas de esta antigua civilización, de la Misión de San Antonio de Padua y otras curiosidades históricas de Casas Grandes.

Otro de los atractivos, es el pequeño poblado de Colonia Juarez, fundado por 96 mormones estadounidenses en 1886 y que guarda el estilo arquitectónico norteamericano, una hermosa laguna que sirve como presa y hermosas huertas frutales.

Mientras que en la Hacienda San Diego, podrás enterarte de la historia revolucionaria y como fue nombrado aquí Francisco I. Madero, Presidente provisional de la República.

A los aventureros, tal vez les gustará acudir al Arroyo de los Monos, para admirar las pinturas  rupestres que contiene este acuático sitio; la Cueva de Olla, con su caprichosa piedra en forma de vasija o bien, puedes adquirir alguna réplica en cerámica de piezas paquimés en el poblado de Juan Mata Ortíz, que cuenta con una tradición artesanal por parte de la familia del maestro Juan Quezada, quienes han ganado varios premios internacionales.


Batopilas… profundo encanto chihuahuense

Al fondo de la Barranca Batopilas, este encantador poblado es una de las bellezas naturales más preciadas del

Estado.

Fundado en 1708 por el peninsular José de la Cruz, Batopilas que traducido del tarahumara significa “Río Encajonado”, fue una de las principales zonas mineras al norte de la Nueva España, llegó a contar con 50 mil habitantes y fue el sitio donde el empresario Alexander Robert obtuvo su fortuna en el siglo XIX.

Algunos de sus encantos son sus glamurosas haciendas que datan del siglo XVIII al XIX; sus famosas vetas, que actualmente son solo un recuerdo del auge económico de esta mágica entidad; la arquitectura sacra del Templo de San Miguel con su triple domo; visitar la misión de Satevó que data del siglo XVIII; adquirir delicadas artesanías como ollas, tambores e incluso violines realizados por indígenas tarahumaras o disfrutar de su cocina, que complace al paladar con sus cortes de carnes, el chile con queso, tortillas de harina y su bebida típica, el tesgüillo.

El poblado es una excelente opción para el ecoturismo, te maravillarás con el paisaje de las Barrancas del Cobre en el mirador La Bufa, caminar en su plaza, admirar su nostálgico acueducto o acampar a un costado de su Río Batopilas, puede tornarse novelesco en una noche cubierta de estrellas y una compañera con quien compartir este espectáculo cósmico.


Glen Rodrigo Magaña

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