Cosas que no sabías del Paseo de la Reforma
- VP Producciones
- 3 jun 2013
- 3 Min. de lectura
(Recorriendo México)
Internet es una fuente de información – también de desinformación – pero no podemos negar que a veces nos sorprende con noticias o hechos curiosos que nos permiten desarrollar temas a partir de eso que hemos leído en alguna de sus páginas.
Eso me pasó cuando descubrí un artículo sobre algunos datos curiosos relacionados con la construcción del Paseo de la Reforma, una de las avenidas más importantes de Ciudad de México, y ya que leí este trabajo – que pueden detallar aquí – lo aprovecho para resumirlo y ofrecerlo a quienes no lo han visto con anterioridad, pero como dice aquel viejo, pero actual chiste… hay más.
Para recrear lo que nos cuenta este trabajo – aparecido en
chilango.com – hice el recorrido para dejar constancia gráfica de lo que ahí se dice, así que no solo es leer las curiosidades, también dejo imágenes que documentan el relato.
Pero como toda historia tiene un inicio, comencemos recordando – o informando para los que desconocen su origen – cómo se iniciaron los trabajos para construir el Paseo de la Reforma.
¿Para qué un Paseo?
La construcción de Paseo de la Reforma comenzó durante el segundo imperio mexicano, con Maximiliano de Habsburgo, quien vivía en el castillo de Chapultepec, y tardaba mucho tiempo desde su residencia hasta el Palacio Nacional, ubicado en el Zócalo.
Sin embargo, la leyenda cuenta que en realidad «Maximiliano abusaba de esta lejanía para mandar decir al Castillo que esa noche no iba a llegar a dormir. Esto lo aprovechaba, desde luego, para ir a juguetear con las damas de alcurnia de la época. Para evitarse esto y darle gusto a su esposa, mandó construir el que llamó “Paseo de la Emperatriz”, y su trazo terminó en 1866, a cargo del ingeniero austriaco Luis Bolland».
Lo atractivo de esta parte de la historia, además de la razón para construir esta vía, es que la «avenida no estaba abierta a los transeúntes regulares. Por lo tanto, era un sendero totalmente aristocrático para uso ecuestre. Lo malo es que cuando mataron a Maximiliano, la avenida se quedó a medias».
El Paseo Degollado
Como sucede en la actualidad, en aquella época el que estrenaba gobierno, en este caso el de Benito Juárez, no se quería continuar con la obra del austriaco. «Entonces el otrora Paseo de la Emperatriz fue nombrado «Paseo Degollado» y por fin la gente pudo darse gusto paseando por sus aristocráticos derredores».

Sin embargo, parece que Juárez fue asesorado y vio una «gran oportunidad para nombrar a este paseo como actualmente lo conocemos» – el nombre de Reforma estaba de moda – Pero fue «el presidente Sebatián Lerdo de Tejada el que lo remodeló con un terraplén y un puente, todo muy a las carreras, pero por lo menos ya servía».
Se considera que estas «fueron las primeras obras de gran envergadura, en términos de ingeniería y cimentación, que tuvo el Paseo de la Reforma».
Durante el llamado «porfiriato», es cuando el Paseo adquirió el carácter europeo, porque parece ser que Porfirio Díaz estaba «virtualmente obsesionado con Francia», y entonces se plantaron árboles, se le puso alambrado público y ya desde entonces estaban las características bancas de cantera.
El Paseo de la Nopalera
Entre 1948 y 1947, se cuenta que a Fernando Casas
Alemán le entró un sentimiento de nacionalismo y por ello decidió «plantar bonita flora autóctona en los camellones centrales: cactus, nopales y biznagas hicieron “las delicias” de los habitantes de la ciudad de la esperanza».
Como eso no agradó a los habitantes, el Paseo pasó a conocerse como «Paseo de la Nopalera». Lo importante de esta gestión fue que se «cambió el alumbrado público, el cableado, la distribución de electricidad y se repavimentaron las calzadas centrales».
Las dificultades del Ángel
En la época de Porfirio Díaz, el mandatario decidió que quería celebrar el centenario de la independencia con el monumento más importante y luego de un concurso ganó la victoria alada. El diseño estuvo a cargo del arquitecto Antonio Rivas Mercado (cuya hija se suicidó en la catedral de Notredame), el ingeniero Roberto Gayol se encargó de la construcción, y el italiano Enrique Alciati fue el encargado de los trabajos escultóricos.
Pero en «1902, ocurre un fatal accidente. Habían
hincado 5 mil pilotes de madera para soportar la estructura y la columna, pero una vez que ésta ya estaba arriba, se fue “pandeando”. El grupo de ingenieros decidieron hacer borrón y cuenta nueva. Destruyeron todo y pusieron otro método: un martinete de vapor con un émbolo».
El problema con este método de construcción era el «golpazo fuerte y seco que se repetía de manera monótona DÍA y NOCHE. Todos los vecinos de la zona se tenían que aguantar, hasta que en 1950 se cambió este procedimiento».
El irlandés metiche
En el mausoleo del Ángel de la Independencia, justo en la entrada, está la estatua de un irlandés llamado Guillén de Lampart.
Hasta aquí no hay problema, pero – según señala el trabajo original – «Nadie sabe por qué el sujeto está ahí, como velador silencioso de todos los próceres de la patria enterrados bajo la victoria alada. El tipo llegó a México en 1640 y enseguida se autoproclamó rey de México (y de todos los gnomos que lo habitan). La inquisición lo encarceló al pobre, y lo sentenció a morir en la hoguera».
¿Cómo llegó la imagen ahí? ese es un tema de controversia, pero se comenta que «fue un error» y «que por eso mejor lo metieron al mausoleo donde casi nadie lo ve y así como que acá no pasó nada».
Las glorietas
Alguien hizo su tarea y contó que en el Paseo de la Reforma
hay 77 estatuas, de todos los héroes patrios. «Las más importantes glorietas son las de la Diana Cazadora, que en realidad no representa a ningún héroe; la del Ángel, donde están Morelos, Francisco Javier Mina, Nicolás Bravo, Guerrero e Hidalgo (tanto representados en estatua como sepultados en el mausoleo); la de Cristóbal Colón y la de Cuauhtémoc, el último tlatoani azteca. Al final del trazado principal estaba la antigua glorieta del caballito, que fue removida. En la esquina ahora está el “caballote”, del escultor Sebastián».
La única glorieta que «Luis Bolland trazó, a mitad de la década de 1860, fue la que hoy ocupa la añejísima palmerota, conocida como la Palma», donde únicamente está una Palma.
Lo importante, además de conocer un poco de la historia de este Paseo, es que en la actualidad la avenida permite comunicar a Ciudad de México y es una vía my utilizada a todas horas lo que facilita un poco el paso del tránsito vehicular, aunque michas veces los conductores y los policías de tránsito no hagan más que entorpecer la libre circulación, pero ese es otro tema, que no tiene que ver con la historia del Paseo de la Reforma, o esa es mi Visión Particular.
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