Ecos de la Revolución que aún se escuchan, panoramas cinematográficos, hombres forjados con virtudes patrias,
defensores milenarios de nuestra historia entre sus serranías, la gallardía mexicana, esa que trabaja y busca el progreso de este México que adolece. Durango, esa “vega extensa” que suena a corridos, sabe a mezcal y estremece con la belleza de sus mujeres.
Recuerdos muy mexicanos de un estado que siembra su encanto a quienes lo visitan, ese que enamora al recorrer sus calles empedradas, el buen trato de su gente, sus recintos naturales perfectos para tomar un respiro, y entre su magia, cuenta con los poblados de Mapimí y Ciudad Lerdo.
Mapimí… secreto minero
Habitado en la época prehispánica por indígenas Tobosos y Cocoyomes, hasta que el 25 de julio de 1598, el sacerdote jesuita Juan Agustín Espinoza, funda este poblado junto con la minera entidad de La Ojuela como Santiago Mapimí, que en cocoyomé significa “Cerro elevado”.
Durante los siglos XVII y XVIII, los nativos combatieron a los peninsulares, incluso el clero tuvo que enviar a Parras de la Fuente la imagen del Señor de Mapimí, la razón: de que no fuera destruida, ya que los indígenas pensaban que este retablo significaba la conquista, así como la aniquilación para su pueblo.
En esta mágica localidad duranguense, encontrarás la prisión donde Miguel Hidalgo fue encarcelado por cuatro días antes de ser fusilado en Chihuahua, aquí el llamado “Padre de la patria”, realizó un poema inspirado por el “Cerro de la india”. Otra edificación histórica es el Antiguo Palacio Nacional, una casa-museo donde el presidente Benito Juárez se resguardó ante la persecución de las tropas imperiales de Maximiliano de Habsburgo en 1864.
El pueblo fantasma de La Ojuela, cuenta entre sus secretos mineros con el puente colgante más grande de Latinoamérica, mide 338 metros de largo, dos de ancho y se encuentra a cien metros de altura; uno de sus diseñadores fue Jonh A. Roebling, quien también levantó el famoso Golden Gate de San Francisco; la mina de esta tierra olvidada, sufrió una inundación en el periodo revolucionario; se puede visitar solo en compañía de un guía, en el recorrido encontrarás una mula momificada y al salir, otro de los enigmas de Durango es la Zona del Silencio, donde su magnetismo ha impresionado a la comunidad científica.
También existen algunas construcciones sacras interesantes como: el gótico Templo del Señor de Mapimí que data del año 1977, el barroco Templo de Santiago Apóstol que se terminó de construir a mitad del siglo XVIII o bien, escuchar las leyendas locales en el panteón de este poblado declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en el año 2010 por la UNESCO.
Ciudad Lerdo… naturaleza histórica
Cerca de Mapimí, la primera población de la Comarca Lagunera es la actual Ciudad Lerdo, nombrada así por
petición de Catarino Navarro -líder lerdense- a Benito Juárez en 1864, cuando el Benemérito de las Américas huía de los soldados imperialistas.
Cuentan que anteriormente se llamaba Rancho San Fenando, que por ahí de 1799, un español llamado Joaquín Navarro funda este asentamiento, mismo que en septiembre de 1827 se remata al terrateniente llamado Juan Nepomuceno Flores. Tiempo después, la señorita Carmen Carreón consigue que su prometido, el jefe político Juan Ramón Castro, eleve a Lerdo a rango de ciudad, y con tal de que se casara con él, Ramón Castro convence al gobernador un 16 de noviembre de 1884.
Dicen también que la ambición del gobernador Gómez Palacio por nombrar a un pueblo igual a él, hizo que el tren no llegara a estas tierras, si no al vecino poblado homónimo de este gobernante.
Respecto a los atractivos turísticos, Lerdo cuenta con la famosa Hacienda San Fernando; varias iglesias estilo colonial; la Sierra del Sarnoso, que en por su caprichosa forma circular, se cree que fue producto de la caída de un meteorito hace millones de años; las Grutas Rosario, que cuentan además de las clásicas estalactitas y estalagmitas, con extrañas formaciones geológicas horizontales; el hermoso Cañón de Fernández, donde existe un increíble efecto entre el agua de río y el desierto.
Además, el territorio lerdense es un escape ecoturístico perfecto, aquí podrás realizar actividades como lanzarse de largas tirolesas, hacer algo de rappel, cabalgar entre sus serranías o encontrar la quietud al acampar bajo las estrellas.
Glen Rodrigo Magaña
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