Las doce treinta horas, se escuchó la chicharra de la escuela y el alboroto alegre de los alumnos porque ya saldrían a casa, en el portón esperaban ansiosas las madres de familia que con cariño recibían a sus hijos con un beso en la mejilla, los chiquillos corrían a sus brazos comentando lo ocurrido durante la clase.
Entre el alboroto apenas se alcanzaba a oír un lastimero maullido, era un gatito desnutrido y triste, poco faltó para que lo pisaran, pero Kimberly lo tomó entre sus manos y le pidió a su mamá que lo adoptaran, la madre dijo que no porque a la tía no le gustan los gatos, además que en un restaurante no debía haber mascotas y ellas vivían en el negocio, muy triste Kimberly y sus dos hermanos empezaron a caminar dejando al pobre gatito vagabundo decían ellos.
Al cabo de un rato de caminata escucharon de nuevo ese maullido que tanto había conmovido a los niños, la madre volteo la mirada y ahí estaba, esa criatura vagabunda con rayitas grises y blancas, parecía un pequeño y desnutrido tigre hambriento, miiiauu, miiiauu, casi se entendía que decía auxilio auxilio, comida, cariño, amor, se los suplico los necesito, y con ternura la madre de Kimberly lo tomó entre sus manos lo subió a su bicicleta y lo llevo a casa con el riesgo que la tía los regañara, dicho y hecho.
– ¡Pero como trajeron ese animal aquí! Ya saben que no podemos. (dijo la tía)
– No dará guerra (dijeron los niños)
– Además ya no habrá más ratones (dijo la madre de Kimberly)
– Miau, miau (con mirada triste, dijo el indefenso gatito)
Y con tanto comentario la tía lo aceptó, no sin antes bañarlo, quitarle las pulgas y los parásitos, y para que no diera guerra lo metieron a dormir en un microondas viejo. Los clientes veían al gatito y lo acariciaban, le tomaban fotos para el Facebook, Mirri siempre comía las ventrechas de los pescados que dejaban los cliente y creció y creció tanto que parecía un hermoso tigrillo, dejando atrás su vida de vagabundo, ahora convive con la familia haciendo también su trabajo, mantenimiento alejados a los ratones y siendo respetuoso y carismático con todo el mundo.
Texto: Lourdes Rosario Cruz Muñoz
Fotos: Francisco Lizarazo
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