Gatadas I
-¡Mamá, mamá!
-¿Qué quieres hijo?
-¿Puedo enseñar a mi hermano pequeño a trepar al árbol?
-Claro… ¡Un momento! ¡En esta casa no hay árbol!
-¡En esta no, mami! ¡Pero en la del vecino de los perros peligrosos sí!
Gatadas II
-Ratoncito, ratoncito, ¡ven aquí!
-Hijo mío, en esta casa no hay ratoncitos.
-Ya lo sé mamá. Pero los humanos no lo saben. Y cada vez que me ven llamando al ratoncito me dan comida. ¿Y sabes para qué?
-¿Para qué, hijo?
-Para que me haga grande y fuerte y acabe con ese maldito roedor.
Gatadas III
-Mamá, mamá, ¿has visto mi pelotita?
-Debajo del sofá.
-¿Me la traes?
-No, que si lo hago, no aprenderás. ¡Eh! ¡Suelta mi rabo que estoy descansando!
-No, no, Mami. Si no hay pelotita… no hay descanso.
Gatadas IV
-¡Mira, mami! ¡He cazado un pajarito!
-Eso es un abejorro, hijo. Suéltalo, caca.
-Mami, te juro que cuando se movía era un pajarito. Asqueroso saco de plumas… ¡se ha reencarnado!
Gatadas V
-¡Muere, serpiente! ¡Muere!
-¡Cuidado hermanito! ¡Déjamela a mí! ¡Oh no!
-Vosotros, seguid, seguid… como los humanos descubran lo que estáis haciendo con los cordones de sus zapatos, veréis “serpiente, serpiente”.
Textos: Judith Bosch
Fotografías: Francisco Lizarazo
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