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Guerrero… escondido

Lo que escondes agraciado estado costeño, más allá de tus hijos asesinados injustamente, lágrimas de impotencia

ante tanta impunidad, dolores de un pueblo que aun así… ¡sonríe, danza y canta!, lejos de la conveniencia política, fuera de invasores que intoxican a tu gente, apartado de la violencia y el racismo se escucha el “Sabor a mar, residuos de arena… besos de mi hermosa morena”, al son de una chilena de Costa Chica. Trigueños arenales, nubes carmesí, mestizaje cultural, el vicio de bailar, atardeceres tan tuyos, honor, canción y caricia, eres… ¡Guerrero!

La belleza de lo intacto, naturaleza que muestra la pureza de su gente y que en esta ocasión, mencionaremos tres de sus escondidos destinos: Cuajinicuilapa, la antigua “Isla de Pájaros” y Playa Ventura.

Cuajinicuilapa… y sus afrodescendientes


Dicen que llegaron por el Nao Chino, ese que navegaba de las Filipinas al Puerto de Acapulco, marcados como mercancías del virreinato español, algunos eran cimarrones y otros explotados en haciendas desde el siglo XVI, la razón, una cruel epidemia que sacudió a nuestra ancestral raza, casi sin indígenas, los esclavos traídos de áfrica eran la mano de obra barata en la provincia de Ayacastla, localidad convertida en uno de los principales centros ganaderos y textiles.

Tiempo después, Don Mateo Anaus y Mauleon ofrecía protección a los esclavos africanos que escapaban del abuso de los españoles, a cambio de que trabajaran para este hacendado de la Costa Chica.

La segregación pronto se hizo notar, los blancos con enormes casonas y los hermanos de piel obscura en un “redondito” o casa de zacate, pero el mestizaje entre ibéricos, africanos e indígenas también llegaría a estas tierras, mientras que el latifundio Miller (fábrica de jabones, cría de ganado y siembra de algodón), se extendía en este poblado a finales del siglo XIX.

Cuajinicuilapa, el pequeño África mexicano cuenta con playas agitadas por su encanto virginal, la laguna de Santo Domingo con sus etéreos manglares o la Barra de Pío, donde los pescadores montan viviendas mientras la temporada deje peces.

En San Nicolas, las fiestas con danzas como la Conquista, los Diablitos o el Torito; en los fandangos, la celebración dura hasta tres días, en los que muchos de sus habitantes no paran de bailar y entre algunos de sus ecos se encuentran el son de cajón, el de artesa o la popular chilena.

El Museo de las Culturas Afromeztisas o de la Tercera Raíz, resguarda varias piezas de aquellos primeros hermanos africanos que fueron esclavizados por los españoles en el periodo virreinal.

Respecto a su gastronomía encontrarán las delicias del África a la mexicana, como el Caldo de Machuco, Tamales de carne cruda, Barbacoa de armadillo y otros exóticos platillos.


Laguna Míchigan… el capricho de la antigua “Isla de Pájaros”

Originalmente su nombre era “Isla Pájaros”, pero desde hace más de veinte años, después de un huracán, unos

extranjeros la bautizaron como laguna Michigan, por su parecido al homónimo estado estadounidense.

El acuático edén guerrerense, es un capricho de la naturaleza, ya que es bañado por el rio Técpan con una barra que divide a esta laguna con el mar de Costa Grande, brindándole diferente forma dependiendo la estación del año en que se visite.

Considerado como un santuario natural, entre los manglares podrás ver diversos tipos de aves en medio de su vegetación tropical, el destino solo cuenta con un modesto hotel en la Técpan de Galeana, pero lo acostumbrado es acampar en algunas de las enramadas entre la laguna y el mar, disfrutar de un delicioso pescado a la talla que preparan en pequeños establecimientos.

En la noche, te recomendamos encender una fogata, usar un poderoso repelente de mosquitos, disfrutar del sonido del mar y un cielo completamente estrellado a la luz de la luna.


Playa ventura…  relajación costeña


Hacia Pinotepa Nacional, a 150 kilómetros de Acapulco, se encuentra esta cautivadora playa que fue fundada por la Familia Ventura, un rinconcito guerrerense que presume sus arenales intactos de los grandes complejos turísticos, coloridas casitas, hoteles boutique, restaurantes económicos con exquisitos platillos y el tranquilo oleaje que acaricia los calurosos arenales, es la opción perfecta para broncearse y darse un chapuzón en el mar.

Famoso por ser el sitio donde las tortugas dejan sus huevos, Ventura cuenta con unas místicas cuevas en la Bahía Casa de Piedra, una linda laguna donde puedes hacer kayak, cabalgar por la costa o disfrutar de las distintas muestras gastronómicas, artesanales y artísticas que ofrecen los lugareños.

El encanto nocturno suele vivirse en la playa, donde se realizan lunadas con sonidos de reggae, pescados cocinados en una fogata, y si tienes suerte, alguna joven belleza que acompañe tu desvelo.


Glen Rodrigo Magaña

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