Viernes 3 y 30 de la tarde en ciudad de México y llega este mensaje desde WhatsApp
– ¡Me quiero morir!, pero soy tan cobarde que no sé como suicidarme
√√ ¿Qué tienes?
– Estoy cansada de todo, nada me sale bien…
A partir de ahí, se establece – a lo largo de 48 horas – un ir y venir de mensajes por esta red social desde Venezuela a México y viceversa.
A veces el silencio es preocupante porque el que está en México desconoce la suerte de quien está en la otra parte del continente. El domingo en la noche, luego de mucho intercambiar mensajes, algunos desesperados, muchos de ellos con la mejor intención de ayudar, surge una solución: Quien está en la capital azteca propone ayudar en su pasión culinaria a quien reside en Venezuela, e inventa una propuesta en la que un tercero, ajeno a esta situación, saldrá beneficiado, y así logra calmar a quien días atrás solo veía como solución el quitarse la vida.
La tecnología ha permitido que muchas veces estemos en el lugar indicado a la hora indicada, pero esa unión o cercanía digital es lo de menos si de una parte y de la otra de la línea, no hay intención verdadera de ayudar a su semejante y la necesidad de ser ayudado.
Esta historia es real y cuando uno lee que otros pasan por la misma situación solo queda pensar que estamos en este plano por alguna razón.
Leyendo la página de Inspirulina.com me crucé con el siguiente relato sobre David Wagner: «Wagner trabajaba en su salón cuando llegó una de sus clientas habituales para que le peinara. El se sorprendió al verla porque no había pasado mucho tiempo desde la última vez que le atendió. Le preguntó si tenía algún compromiso importante y ella le respondió: -No tengo ningún compromiso especial, solo
quiero peinarme y sentirme bien esta noche. David se tomó su tiempo para atenderla, su estado de ánimo era sumamente estupendo y se sentía INSPIRADO”.
“Lavó su cabello como siempre, le dio un gran masaje en el cuero cabelludo, la peinó, conversaron, bromearon y se rieron muchísimo. Cuando su clienta se marchaba le dio un abrazo un poco más largo de lo habitual. Dos días después, Wagner recibió una carta de ella, quedó petrificado, entre las líneas decía que ella había pensado suicidarse ese día que fue a peinarse, que había ido a arreglarse el cabello para lucir bien en su funeral. Decía que había cambiado de opinión durante el tiempo que había estado allí con él. David le h
abía ayudado a darse cuenta de que su vida podía ser mejor, una vez que llegó a su casa, la mujer llamó a su hermana para contarle lo que le sucedía y esta le llevó a un hospital».
En ambos casos, parece que la vida demuestra que todos estamos conectados, como la teoría de los 6 grados de separación, para ayudarnos y apoyarnos en algún momento.
Tal vez porque el caso de David Wagner ocurrió en 1986, eso le ha permitido analizar más y determinar que él, al igual que en el primer relato, forma parte de los seres Daymaker, un término que acuñó y que significa: «Le hago el día a la gente».
Al igual que en la película Jerry Maguire, cuando la vida del personaje de
Tom Cruise cambia al reconocer la importancia que tienen las personas sobre el dinero, la vida de Wagner tuvo un giro en un viaje «alrededor de los Estados Unidos para presentarse como estilista en algunos centros de belleza. Él, aparte de cortar el cabello, bromeaba con el público y decía: – ¡si tuviéramos la intención de alegrarles el día a nuestros clientes diariamente, como nos divertiríamos! Pero David no había planeado decir eso, fue algo completamente espontáneo».
Esa noche, prosigue el relato, en vuelo de regreso a su casa – tal como le sucede a Jerry Maguire – Wagner tuvo un momento de inspiración «junto a un hombre de negocios muy conservador. Wagner vestía como un rockero, pantalones de cuero, cabellos largos. El hombre de negocios le preguntó: ¿A qué se dedica? Soy un Daymaker ¿Qué significa eso de Daymaker? Le hago el dí
a a la gente -contestó David. De esa breve conversación surgió esa idea y le acuñó el término. Le gustó tanto que al día siguiente desechó sus tarjetas de presentación y mandó a imprimir unas nuevas con la palabra DAYMAKER en lugar de estilista debajo de su nombre. Comenzó a repartirla entre sus amigos, clientes y a la gente le parecía novedoso y divertido».
«¿Cuántas de las personas que vemos a diario podrían estar pasando por momentos similares sumidos en crisis personales? Esta historia me hace recordar lo íntimamente relacionados que estamos todos los seres humanos». Así ponen de manifiesto en este artículo titulado: Transformado a través de la generosidad
Pensar que uno puede ayudar a los demás sin pedir nada a cambio es un
sentimiento de gran responsabilidad porque como dijo Martin Luther King: “Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.”, o como lo dijo el poeta de la canción Yordano: «a la hora que sea puedes buscarme si sientes que el mundo se te viene encima yo iré a tu lado»
En un caso y en otro lo importante es entender que la vida nos pondrá en muchas ocasiones ante situaciones en que debemos olvidarnos de cansancio, mal humor, problemas personales e infinidad de «menudencias» por atender a esa persona necesitada que – quizás sin saberlo – nos está buscando como una salvación y eso, como decía Cherry Navarro: «Son las cosas que me hacen olvidar este mundo absurdo que no sabe a dónde va», o esa es mi Visión Particular.
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