“Cuando mi padre me llevaba a cargar bultos de revistas a su oficina –ubicada en avenida Morelos y Balderas– hacíamos una parada obligada en La Texcocana”, que despachaba tortas de aguacate hasta las de carnitas o bacalao.
Gracias al Chavo del 8, muchos de los hispanoparlantes aprendimos que una torta no es un ponqué de harina con esencias y otros ingredientes dulces, sino que es un emparedado, bocadillo, medianoche, sandwich, bocata o como se le conozca en nuestros países a este platillo del que se habla que por primera vez se dio a conocer de la mano de Leonardo Da Vinci ya que según en el «Codex romanoff, libro probablemente apócrifo atribuido a Leonardo Da Vinci, pueden leerse algunas de las meditaciones de aquel “ciudadano del mundo” (como lo llamó Karl Jaspers mucho antes de que Dan Brown naciera) mientras haraganeaba en la corte de los Sforza: “He estado pensando en tomar un trozo de pan y colocarlo entre dos pedazos de carne. Mas, ¿cómo llamaré a este plato?”. Poco después, seguía dándole vueltas al asunto: “He estado pensando de nuevo en el pan y la carne. ¿Y si dispusiera la carne e
ntre dos trozos de pan? ¿Y cómo podría llamar a este plato?”
Otra historia menciona que el sandwich debe su nombre a «John Montagu (1718-1792), cuarto conde de Sandwich, quien era un empedernido jugador de naipes y pasaba horas frente al paño verde. En 1762, luego de una prolongada partida (las distintas versiones la hacen durar entre 24 y 36 horas), pidió a su criado que le llevara cualquier cosa para comer allí mismo. El conde no quería interrumpir su juego, pero a la vez estaba famélico: todo un dilema».
“El criado le sirvió una bandeja de alimentos y el conde, sin abandonar su juego, cortó unas fetas de carne y las colocó entre dos rodajas de pan. Para favorecer el match y no suspenderlo por algo tan nimio como la ingestión de alimentos, sus compañeros de partida imitaron la idea. En reuniones sucesivas, aquellos timberos aristocráticos comenzaron a llamar, a este refrigerio, “sandwich”. El invento se difundió como reguero de pólvora. Un célebre auspiciante fue, por ejemplo, Carlos XIII (1748-1818), rey de Suecia y Noruega. Hizo todo lo posible por popularizarlo en sus reinos y es bien recordado por eso (y en menor grado, por haber firmado la paz con Rusia y alguna que otra menudencia geopolítica de ese calibre)”.
Ya más cercano a nuestras costas, en realidad en México, he comenzado con el recuerdo que tenía el escritor Roberto Arturo Ayala sobre la torta, una de «frijoles acompañada con un café con leche (servido en una botella de refresco)», de acuerdo al relato que sobre el escritor hace Liliana Ortiz, ya que a Ayala se le denomina como «tortólogo», título acuñado por la periodista Flor Berenguer, por el aporte del escritor a este platillo, lo que incluye tres libros y publicaciones en medios impresos.
¿Y de qué se rellena una torta?
Si bien la historia relata que el conde Montagu simplemente cortó unas lonjas de carne y las colocó entre dos rodajas de pan, desde entonces hasta nuestros días son más los ingredientes que se han colocado entre las rodajas de pan.
Para corroborar esto bastó con ir a la edición 11 de la Feria de la Torta, realizada en la explanada de la delegación Venustiano Carranza, en el DF de México, para ver a 80 expositores que ofrecieron más de 700 variedades de tortas que iban desde la clásicas de jamón, aquella que siempre comía el Chavo del 8 por ser la más económica en su tiempo, pasando por milanesa, salchicha o pierna hasta llegar a verdaderas creaciones como la de avestruz, o mezclas del mar como la mantarraya al pastor o el alambre de mariscos.
También se podía encontrar tortas «ahogadas» que están rellena de carne y se sirven nadando en chile, que aunque no es una torta
tan común en la ciudad de México, es una especialidad en Guadalajara y Toluca.
El día de la inauguración de la Feria se rompió el récord mundial de la elaboración de la torta más grande del mundo y en 4 minutos 10 segundos se elaboró una de 62 metros de largo y un peso de 750 kilogramos.
Además de las torterías mexicanas, que según los registros oficiales hay 1,446, en el país, la muestra albergó representantes provenientes del de México, Puebla, Jalisco, Yucatán, Michoacán, Veracruz y Tabasco, mientras que Argentina, Bolivia, El Salvador,
Honduras, Chile, Colombia, Venezuela, España, República Dominicana y Hungría también se sumaron a la propuesta gastronómica para dar a conocer y satisfacer los paladares de quienes buscaban comer un buen emparedado y aprender lo que se hace en otras latitudes.
El límite a la hora de crear una torta parece ser la imaginación de quien la elabora, ya que cualquier cosa que uno pueda meter entre dos hogazas de pan será bien recibido, así sea una paella o cualquier marisco o ave, como en España que se mete una porción de tortilla entre un pan.
¿Y los nombres cómo quedan?
Si uno quiere pedir una torta en México debe conocer sus nombres, porque no es solo pedir una de milanesa o una de jamón o salchicha, si uno en verdad quiere experimentar en este mundo culinario tiene que conocer «la Cubana», «La Española», «La Brasilera», «La Hawaiana», o la «Rafa Márquez» – de pierna y chorizo – o incluso la «Ninel Conde», que lleva carnitas y pechuga, ¿parece que sí tiene relación con la cantante o no?
También están la torta Tejana», «Pachuqueña», la «Alemana», «Rusa», «Suiza», con doble sentido, como la «Francis», en alusión a «Francis es un Travestí muy popular de la farándula mexicana. Tiene un espectáculo muy famoso de travestíes que imitan a las estrellas mexicanas. Los ingredientes que se utilizan para hacer la torta Francis remiten a las características del mismo Francis: tiene pechuga, tiene pierna y tiene chorizo. Apelando al doble sentido de las palabras, al hablar de pechuga se refiere uno a el busto de la mujer y al hablar de chorizo se hace referencia la miembro masculino del hombre…», o la «Rosa Gloria Chagoyan», quien «participó en muchas películas mexicanas durante el decenio de 1980. Sus enormes pechos eran su principal atributo físico», para los que desconocen quien es Rosa Gloria Chagoyan, pueden pedir la «Gloria Trevi», o la «Juan Gabriel» y hasta para los políticos hay la torta «Andrés Manuel López Obrador», que lleva «muchos huevos, mucho chorizo y mucho chile» o la «Vicente Fox», de «pura lengua… de res».
Una torta es un platillo que no representa un gran gasto, las hay desde 20 pesos a 70 pesos dependiendo de sus ingredientes, y representa una comida completa, pero con qué acompañamos una torta.
Las opciones van desde el típico refresco, hasta las aguas frescas que pueden ser de sandía, fresa, naranja, flor de Jamaica, horchata y cualquier otra fruta de la temporada. También está la posibilidad de acompañar la tora con una cerveza fría, de la marca de su preferencia, y puede ser sola o en michelada, que ya eso le da otro sabor y otro gusto a la experiencia de comer.
Y de postre ¿qué hay?
En la Feria de la Torta no todo era emparedados, también estaba la sección de postres que iban desde dulces de chocolate, helados,
nieves, hasta fruta con crema, para endulzar un poco el paladar luego de tanta exquisitez salada.
Ponqués de fruta, de vainilla, café de olla, frappé de café y un largo repertorio de bocadillos y paletas, chupetas o como se le denomine en los diferentes países fueron otro complemento para quienes acudieron a la Feria y no se necesita ir ocasiones especiales para comer tortas en México, ya que a los largo del DF y, por supuesto, de toda la República es posible conseguir puestos de comida que ofrecen una extensa variedad de emparedados, bocadillos, medianoche, sandwich, bocata o como usted lo conozca, porque a la hora de degustar poco importa el nombre del platillo sino su sabor, y aquí hay lugares de sobra para agradar el paladar que sea y lo que ustedes estén buscando pueden sestar seguros que lo encontrarán, o esa es mi Visión Particular.
PD: Les dejo una selección de tortas para que se animen a probar más de una[wowslider id="21"]
Francisco Lizarazo
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