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Nikkei: Cuando la meta es más importante que el recorrido

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“Siento que hay algo más allá de nosotros mismos que nos hace ser quiénes somos”.

Kaori Flores Yonekura


Contar las historias de nuestras familias no siempre es una tarea fácil. Primero, la memoria es humana y se pierde con el tiempo. Segundo, son pocos los que llevan un diario o archivo guardando lo que ha sido el paso de nuestros familiares por esto que llamamos vida.

Recuerdo que mi ex esposa tenía la idea de recrear su árbol genealógico y, aunque no lo pudo concretar, sí adelantó algunos hechos y detalles, también jugosas recetas familiares, sobre cómo era su familia, de dónde venía y así tal vez poder decir hacia dónde se dirigían como grupo social.

Sin embargo, hay otros que si han concretado este esfuerzo –la paciencia de los japoneses es un buen método para llevar adelante una hazaña así – y eso le sucedió a Kaori Flores Yonekura, quien estuvo tres años para concretar su proyecto: Nikkei


Es una película contada en primera persona, que permite a la venezolana – descendiente de japoneses – relatarnos algo de su pasado, desde que su abuelo salió de su ciudad natal, hasta llegar al estado Táchira, en Venezuela, luego de su paso por Perú. Es la historia de ese árbol que comienza con las raíces que fueron Rinzo Yonekura Yonaga y Kumezi Kobayashi de Yonekura.

Llama la atención al inicio de la película ver a la protagonista comenzando a construir su árbol genealógico – utilizando el stop motion – llenando las raíces y sus ramas con fotos de sus familiares para comenzar a contar la historia de los Nikkei que es como se designa a un emigrante de origen japonés y a sus descendientes.


Cuenta la realizadora que el trabajo tardó 3 años para concretar su idea. De este tiempo, 8 meses fueron de Investigación, escritura del tratamiento y confección del proyecto; 2 meses de acuerdos para la coproducción, avales internacionales. Debió destinar un año para la obtención de fondos nacionales e iberoamericanos. 

La preproducción fue de 4 meses con pausas entre países, esto incluyó la preparación de logística de producción y aspectos técnicos, el diseño de personajes y fondos para la animación.


El Rodaje fue de 2 meses y 3 semanas, proceso que no solo implicaba entrevistas, sino también el rodaje con escenografía y además de animación en stop motion, además de traslados locales, nacionales e internacionales. El plan de rodaje incluyó 17 días en Venezuela, en Japón se rodaron 16 días y en Perú fueron otros 12 días de rodaje.

Luego vino la fase de postproducción 6 meses aproximadamente, para luego comenzar el recorrido por festivales nacionales e internacionales.

Esto es el desarrollo técnico para que ahora podamos ver en las carteleras de Venezuela esta producción que nos lleva a Tokyo, Kofu, Yokohama y Kawaguchi (Japón); Lima, El Callao, San Agustín, San Nicolás, Villa de Santa María de Cañete (Perú); y San Antonio del Táchira, Puerto Cabello, Ocumare del Tuy, Isla Larga, Caracas y Mérida (Venezuela).


Pero más allá de lo técnico, Nikkei es un sentimiento, una búsqueda de los orígenes, de las historias de sus familiares y lo que debieron pasar para llegar a Venezuela.

Como lo mencionó la realizadora en una entrevista “Para los nikkei, la historia es muy cercana y recordarla mutila su espíritu, ellos han decidido callar. En mi familia se habló muy poco de esto, sin embargo, la identidad de una persona se edifica sobre la estructura de la memoria, necesitamos garantizar recuerdos para estar seguros de quiénes somos… soy nikkei, y padezco de desmemoria. Estoy tratando de armar un muro de azulejos histórico y emocional, con cuidado y en honor a mis abuelos y a los demás nikkei; esa es mi motivación”.


A través de conversaciones con miembros de la familia Yonekura y Kobayashi podemos conocer el Japón de aquellos principios del siglo XX y junto a Kaori Flores Yonekura nos deslumbramos con lo actual, mezclado con la tradición milenaria, que si uno no se enfoca en su objetivo, termina siendo un turista más como Bill Murray y Scarlett Johansson en “Lost in traslation” (Perdidos en Tokio) de Sofía Coppola.

Afortunadamente para los espectadores, esta búsqueda personal no se queda en el llamativo juego de colores y tecnología del moderno Japón, sino que llega a la casa de los Yonekura en Japón y el encuentro de Kaori con sus parientes, luego de recorrer calles y avenidas, acompañada de un tío. Esta parte del relato es como ver películas caseras, esas que nos distraían en súper 8 y nos permitía mantener en la memoria nuestras acciones con los seres queridos.


Salir de nuestro hogar hacia tierras desconocidas no es tarea fácil, pero aún es más difícil cuando nuestro destino está en otro continente, donde no conocemos a nadie, ni sabemos el idioma, y si encima no se cuenta – como ahora – con la socialización moderna que se consigue con las plataformas digitales y los teléfonos inteligentes, es una tarea más que titánica.

Esa sensación de salir del seno familiar hacia un nuevo horizonte lo narra con mucha emoción un funcionario japonés al relatar la ceremonia despedida de los que partían por barco.


Pero el viaje del abuelo Yonekura y de su primo a Perú no fue un cuento de hadas, y la cineasta nos cuenta las malas condiciones de vida que debieron enfrentar tantos japoneses que llegaron a América del Sur, quienes llegaron para trabajar en las haciendas. Malaria, enfermedades tropicales, mosquitos, sol, además de las condiciones inhumanas en el trato hacia este inmigrantes son parte de lo que vivieron y que provocaron que tanto el abuelo como primo huyeran lanzándose a un río, que literalmente los separó hasta que nuevamente el destino los unió en Venezuela.


Adicionalmente, a los problemas de trato por las condiciones laborales, los japoneses en América también debieron enfrentar problemas por su nacionalidad durante la Segunda Guerra Mundial. Admito que no conocía nada de los procedimientos que debieron pasar muchos nipones como parte de la política de Estados Unidos. Por ejemplo, desde Perú enviaron inmigrantes – sin procedimiento legal alguno – a un campo de concentración en Texas, mientras que en Venezuela, el abuelo Yonekura – a pesar de ser un respetable comerciante establecido en el Táchira – fue detenido como presunto espía del Eje, ya que tenía por costumbre escuchar lo que transmitían de noticias por la radio. Aunque logró salir de la detención por intermedio de otros destacados miembros de la comunidad de San Antonio del Táchira, siguió siendo observado en sus actividades.


El tono de la película es intimista, es un documental sobre la familia, sus costumbres, con muchas reflexiones de su realizadora y muchas interrogantes sobre ¿quién soy? Es una manera de buscar la verdad sobre sus orígenes y demostrar que aunque uno no haya nacido en un país, termina siendo ciudadano de esa nación porque se involucra con su desarrollo y echa raíces para progresar.

Con trazos a mano alzada Kaori Flores Yonekura escribe en un diario frases sobre lo que ella siente y piensa de ser Nikkei y lo comparte con los espectadores, quienes de alguna manera encontramos puntos en común, sobre

todo quienes han debido salir de su país o tienen familiares que debieron cruzar mares y ríos para establecerse en tierras que les eran ajenas y tal vez no se llamarán Nikkei, sino como dice León Gieco son “Tico, nica, el boricua, arjo, mejo, el panameño, bolita en Italia, colombo en Nueva York, sudaca por España y paragua de Asunción”.

Uno debe estar donde lo quieran y donde se sienta a gusto, pase lo que pase, y Nikkei nos recuerda que muchas veces lo importante no son los obstáculos del recorrido sino la meta, porque – tomando la frase de Sonny (Dev Patel) en “El exótico Hotel Marigold” (2011 – John Madden) – “Al final todo acabará bien y si no es así, es que no es el final”, o esa es mi Visión Particular.

Francisco Lizarazo

NIKKEI, Venezuela-Perú-Japón, 2011. Dirección, guión, producción y fotografía: Kaori Flores Yonekura. Montaje: Kaori Flores Yonekura, Eyeletmy Rodríguez. Sonido: Daniel Zahalka. Música: Alejandro Rosso. Duración: 80 minutos.

PD. Las fotos de la película son cortesía de la producción, al igual que el trailer.


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