El castellano o español, para no herir susceptibilidades, es un idioma rico en modismos, en sinónimos y en significados de palabras que varían de acuerdo a la región del continente donde se utilicen.
Para muestra un botón:
En Perú los helados son conocidos como «chupetes» y también como «marcianos», siendo estos últimos los que se hacen en casa a base de jugo de frutas (coco, fresa, maracuyá – parchita- , mango, etc) y envasados en unas bolsitas plásticas. En ese país también existe el hielo raspado al que se le agrega jarabe de frutas y se sirve en vasos siendo conocidos como «raspadilla». En otros países le dicen «granizado».
En Venezuela hay helados de «vasito», helado de «copa», helado de bolsita o «bambino», y helado de «teta», que es también la mezcla congelada, de agua, cremoso si es con leche.
En México hay las «paletas», que pueden ser de agua o zumo y
de leche; también existen las «nieves» que son los helados, mientras que en España se les llama o helado o polo – los hechos con agua – y a los de leche se les dice «helados».
Si está en El Salvador, lo que se conoce como helados en otros países, ellos les dicen «sorbetes», porque «helados» son cubitos de hielo elaborados con jugos o refrescos de frutas, leche, etc.
Pero sea el nombre que se le dé, lo importante es que a la hora de refrescarse por la primavera, o incluso en invierno como postre y complemente de una buena comida, un buena nieve artesanal puede ser una alternativa.
Pero si además, podemos elegir entre una variedad de helados y los podemos acompañarlo con una caminata por pueblos del sur de la ciudad de México estaremos entonces hablando de la “Feria de la Nieve”.
La edición 128 de la “Feria de la Nieve en Tulyehualco” ofreció una «amplia carta de sabores» – y esto no es un eufemismo porque realmente era amplia la variedad – que incluyó desde los tradicionales hasta los más exóticos.
La Plaza Quirino Mendoza, en Santiago Tulyehualco, de la
delegación Xochimilco, albergó bajo una gran carpa a un extenso grupo de artesanos que ofreció al publico sabores de nieves con ingredientes marinos, enchilados, de frutas y cereales, junto a limón, queso, vainilla, chocolate, fresa hasta los más «exóticos», como el de “Amor bajo la luna” (mamey con mango), “Beso de vampiro” (queso con fresa), “Sexo en la playa” (nieves calientes), nopal, piel de víbora, hierbabuena, mole, mazapán, epazote.
También era posible mezclar sabores y así un tradicional “Banana Split” podía contener una bola de helado de tequila, espuma de mar y cereza. O, tal vez, algunos preferían helado dentro de un melón o – quizás – se inclinaban por comerse una nieve en un envase hecho con galleta. No importa cuál era el sabor predilecto, o el que más llamara la atención, siempre había alguien dispuesto a atenderlo a uno y a sacar una sonrisa con cada venta.
Pero en esta feria de la Nieve no solo estaba presente el helado, aunque sí era la atracción principal, sino que había gastronomía para todos los paladares, así que era posible conseguir f
rutas con chocolate, así como «banderillas» (salchichas con queseo ensartadas en un palito y rebosado en harina), así como las «botanas» (pasapalos como papas fritas, chicharrón, entre otros), además de chapulines con limón, o dulce de algodón, chocolates y manzanas acarameladas.
Si uno quería comer, la Feria ofrecía también pollo, alitas de pollo condimentadas, pizza, y para beber la oferta incluía diversos cocteles, como piña colada con tequila, fresada, o limonada al estilo «margarita», todo mezclado con juegos para los más pequeños, para que saltaran y se columpiaran.
La entrada era gratuita, eso sí había
que llevar dinero para saborear todas – o al menos algunas – de las nieves y helados que se ofrecieron en estos días.
Además hubo actuaciones artísticas y musicales, bailes folklóricos, pulseras, globos, tatuajes y mucha diversión familiar.
La nota negativa es que el número de personas que acude a esta Feria también genera una gran acumulación de desperdicios, ante una falta de papeleras, lo que en más de una ocasión los asistentes dijeran, en tono de broma, que colocar la basura en los contenedores era como jugar “jenga”, donde se acumulan bloques sin dejar caer la torre de fichas, solo que en este caso, la idea era acumular la basura sin dejar caer los restos que ya estaban aglomerados en los contenedores.
Salir en México a conocer sus costumbres, sus tradiciones, y su
gastronomía es algo obligatorio porque la variedad que ofrece este país hace que quienes estemos en esta Nación sintamos que hay mucho por descubrir y uno debe ser parte de ese conocimiento, si en realidad quiere conocer las costumbres del lugar donde habita, que además de ser una manera de divertirse, es una forma de estar en sintonía con el lugar que nos recibe, o esa es mi Visión Particular.
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