Despertar con el aroma de la naturaleza y tomar ese cafecito de olla que se siente como un abrazo, disfrutar de la quietud,
escuchar al viento, admirar un paisaje montañoso, comer con sazón de pueblo, admirar a los maestros elaborar sus artesanías, vestirse con la creación de sus manos, caminar por la plaza, escuchar las historias de nuestra provincia y al fin… respirar.
Cantar las viejitas, refrescarse en los arcos, observar la belleza, danzar un son, cruzar por calles empedradas, dibujarte una sonrisa… vivir nuestro México.
En un suspiro, el Estado de México presume sus variados pueblos mágicos; en esta ocasión, daremos un recorrido por dos de ellos: Ixtapan de la sal y Aculco.
Ixtapan de la sal… una pausa reparadora
En sus mágicas aguas blancas que reconfortan, cálidas como su temperatura, este rinconcito mexiquense ubicado en Ixtapan de la sal, es sinónimo de descanso, vestido de jacarandas, construcciones novohispanas, musicales grutas y más.
Durante el periodo prehispánico, guarda el recuero de sus primeros pobladores, los matlatzincas. Algunos ejemplos son sus sitios arqueológicos como: Ahuacatitlán, que muestra antiguos montículos con cerámica y Malinaltenango, conocido por su “Muralla torcida”.
Algunas de sus edificaciones más representativas son: la Parroquia de la Asunción, de estilo plateresco, que data del siglo XVI, integrada como una de las primeras en América Continental, su portada contiene el arte indígena con formas europeas conocido como “tequitqui”, de las cuales existen pocas, y en el interior, sus detalles barrocos convergen con diversos óleos sacros y un Cristo de caña en tamaño natural.
El corredor turístico con su beldad natural, el caminito de bugambilias donde una estatua de la Diana Cazadora custodia su centro, los artesanos afuera de la parroquia con sus creativas piezas de madera, utensilios de cocina y otras curiosidades.
La principal atracción, sus balnearios, donde las naturales tinas de aguas termales son un aliento para el cuerpo dejando las toxinas al relajarte entre estas curativas aguas, también puedes cubrirte de barro para sentir tu piel renovada, así como recibir un masaje y liberar las tensiones.
Otro encanto de este pueblo mágico son las Grutas de la Estrella, maravilla natural donde podrás realizar rappel, admirar las caprichosas esculturas de las estalactitas y estalagmitas o disfrutar al fondo de esta sorprendente cueva los ecos de una banda de jazz o un cuarteto de música de cámara.
Aculco… entre leyendas montañosas
Tierra fundada por la cultura Otomí en el 1110 d.C., despúes dominada por los mexicas y aztecas bajo el imperio de Tlacopan.
Durante el periodo independentista, los insurgentes sufrieron una cruel derrota en esta localidad contra el ejército comandado por Félix María Calleja en 1810.
Cubierto por leyendas, este lugar donde “tuerce el agua” suena a lírica autóctona, los pobladores otomíes se cubren con sus vestimentas típicas y algunos de sus sabores son: el mole poblano, la barbacoa que se derrite como mantequilla y sus quesos artesanales elaborados con ajo, así como con diversas especias.
En sus artesanías destacan sus productos textiles, bordados de manta multicolores, tejidos de lana, las esculturas de cantera o las piezas realizadas con la fibra del maguey.
El estilo europeo con detalles indígenas de su Parroquia y Ex Convento de San Jerónimo, es una parada obligada para los amantes del arte sacro, para admirar sus detalles barrocos y sus pinturas; pero si no satisface tu apetito turístico, visita el Santuario del Señor de Nanthé, famoso porque según cuenta la leyenda, aquí apareció esta imagen después del incendio sufrido al templo donde originalmente se encontraba, y de forma milagrosa, al ser descubierto, comenzó a brotar agua.
También cuenta con una antigua e histórica casa, donde se alojó Miguel Hidalgo; pero el distintivo de esta localidad mexiquense son sus cascadas: en La Concepción, que alcanza una caída de 25 metros en verano y la de Tixhiñu, donde puedes acampar a un costado del lago que forma esta cascada, la cual baña unas enormes columnas de piedra basáltica.
Otras sugerencias son su balneario municipal que cuenta con una alberca olímpica y la Presa Ñado, para practicar algo de pesca deportiva, campismo o pasear a caballo.
Glen Rodrigo Magaña
Comentarios