El norte argentino ofrece a los turistas y, por supuesto, a sus habitantes, una variedad de paisajes que van desde montañas de colores o zonas verdes mezclados con marrón de la tierra árida, pero más allá de estos parajes hay uno que impresiona por su extensión, su paz y su tranquilidad: Las Salinas Grandes.
Dejando atrás todo el paisaje que ofrece Purmamarca – con su cerro de siete colores – y siguiendo por la Cuesta de Lipán al Abra de Potrerillo, con muchas curvas cerradas y un paisaje que asusta en algunos momentos – por lo pronunciado que es con ascenso en espiral hasta los 4140 m.s.n.m. – se llega a una larga recta y al final – como si de un espejismo u oasis se tratara – se divisan 12.000 has. de sal a cielo abierto, cuya luz reflejada del sol forman un espejo blanco que encandila.
Este camino también conduce a Chile a través de Susque – Paso de Jama, así que es otra oportunidad para viajar y conocer más de nuestras tierras sudamericanas.
Al llegar, a las Salinas Grandes, ubicadas en la provinia de Jujuy, hay que detenerse y ver la extensa planicie blanca, de 220 km2, parece que tuviera escamas o fuera crocante, pero es la sal que forma esas escamas.
Para ver la profundidad de la sal, hay varias zonas cortadas para apreciar las aguas cristalinas. La verdad es que no parece que fuera sal, pero sí lo es, yo la probé y realmente sabe a la sal marina, aunque no tan fuerte como la de la mesa o la del mar.
Podemos y – por qué no decirlo – debemos caminar sobre esta superficie seca porque es un placer sentir bajo nuestros pies aquella superficie dura sabiendo que abajo hay agua.
Es posible – claro depende del día que vayamos – observar la extracción de la sal y según me explicaron hay tres tipos del mineral: la salina poligonal, las eflorescencias salinas y la limosa.
Los obreros, imagino que ya estarán cansados de tantas preguntas sobre lo mismo, explican que se puede obtener sal lavada de los piletones, la sal del raspado y los panes de sal que se moldean con picos y hachas.
Como el arte está en todas partes, de la Salinas Grandes también se pueden obtener esculturas, para la venta a los turistas, o como muestra del ingenio humano que puede levantar hasta una casa, con restaurante, o crear una imagen religiosa.
Detenidos en esta extensa lengua blanca y salina vemos en el horizonte la Sierra de Chañi, con picos nevados de 5.896 metros sobre el nivel del mar, el volcán de Tuzgle, a 5.560 metros sobre el nivel del mar, y la Sierra de Cobres.
Luego de unas horas en las Salinas Grandes – mientras llegaba más gente en tour y en autos particulares – llegó el momento del regreso a al municipio El Carmen, en Jujuy, dejando un poco de uno en ese lugar y llevándose mucho de la maravilla que nos rodea.
El viaje a esta zona permite la contemplación de la maravilla natural, un mar de sal, recrearse en el talento del ser humano para obtener arte del mineral y descubrir que en la vida hay muchas más cosas de las que nos imaginamos, que muchas veces dejamos de ver por estar pendientes únicamente del trabajo y el día a día.
Como dice Pipo Pescador: «el viajar es un placer», o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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