Dicen que los seres humanos nos comunicamos por los sentidos, los llamados cinco sentidos, aunque se menciona que el sexto – el común – debería ser también muy utilizado, aunque, en algunos casos, parece que lo desestimamos.
El mundo es un continuo girar y todos los días debemos aprender algo de quienes nos rodean, de nuestros afectos, y hasta de quienes no nos quieren bien. Esto viene porque como dice un refrán «de cualquier lado sale un conejito», y las oportunidades para escribir surgen en cualquier instante, ya que soy de los que cree que el mundo, la v
ida y los elementos nos ponen historias por delante, que nosotros, aquellos que nos sentimos cronistas de una época debemos aprovechar para transmitir.
La frase de «los seres humanos tenemos dos oídos y sólo una lengua. ¿Cuál es la razón? Probablemente nacemos así para que escuchemos el doble de lo que hablamos», es de Henning Mankell, y la leí recientemente en un artículo de la colega Yosmar Herrera.
En este artículo aparecido en Seryhumano.com, Mankell habla de la
tradición oral de África, donde «escuchar es un principio básico», pero que en el mundo occidental, «es algo que ya casi se ha perdido a causa del constante parloteo, porque nadie parece tener el tiempo o las ganas de escuchar a nadie más».
Pareciera que escuchar y oír es lo mismo, y sin embargo, analizando en perspectiva esta sentencia,
resulta que oír es sencillamente sentir el ruido del «parloteo» de quien intenta comunicarse con nosotros, mientras que escuchar va más allá, es «descubrir» al otro, sentir que quien está con nosotros realmente quiere hacerlo y quiere estar en «comunicación con nuestro ser».
Relata Mankell que durante su experiencia en África – específicamente en Mozambique – escuchó muchos relatos de los habitantes don
de «narran más de una historia a la vez, y en ocasiones tres o cuatro al mismo tiempo. Pero antes de regresar al sitio donde van a pasar la noche, se las arreglan para entremezclar las historias, o bien, las separan para siempre y a cada una le dan un final propio.
“Lo que nos distingue de los animales es el hecho de que podemos escuchar los sueños, miedos, alegrías, tristezas, deseos y reveses de otras personas. Y ellas, a su vez, pueden escuchar los nuestros», mencionó Mankell en ese artículo.
Ojos que ven o miran
Pero si el sentido del oído puede unirnos o separarnos de nuestros semejantes, otro tanto podemos afirmar de la vista, recordemos que no en balde se dice que la mano es más rápida que el ojo y que este que puede ser engañado a voluntad por quien está entrenado para ello, como el caso de los magos.
Pero si entrar en el aspecto físico de la vista y la posibilidad de confundir a nuestro cerebro con lo que se observa, gracias a lo cual podemos disfrutar de la televisión o del cine, y de otras artes, mirar es diferente de ver. Podemos ver cosas, pero cuando miramos entramos en lo que se llama una «comunión» con ese objeto, persona o ambiente y allí, al igual que en el caso de los habitantes de Mozambique, se puede conocer más de lo que estamos simplemente presenciando.
En una entrevista realizada a Robert Sanet por La Contra y que me llegó
por intermedio de la antropóloga Marisol Quintero, Sanet – doctor en optometría – habla de la necesidad de tener «visión periférica sin dejar de focalizar» en quien está con uno. Reconoce que esto no es fácil, pero que se pueden hacer ejercicios para «reentrenar» el cerebro.
Ante la pregunta de ¿Somos como miramos?, Sanet responde que «el 70 por ciento de la actividad neuronal se consagra a interpretar la información visual, por eso acaba determinando nuestra visión de nosotros mismos y del mundo y, a la larga, toda nuestra personalidad», como ejemplo cita a James Dean quien «Tenía un defecto de visión que le confería una mirada inolvidable, pero también una personalidad terriblemente insegura que le hacía desgraciado, aunque así despertara el instinto maternal de señoras y señoritas».
La buena noticia para ser que la visión de un adulto puede mejorar ya que si bien antes «se pensaba que el cerebro sólo era reeducable hasta los siete años, hoy sabemos -lo compruebo a diario- que es moldeable desde la cuna hasta la tumba. Es como aprender idiomas: más fácil a los siete años, pero a los 70 también puedes y con la ventaja de ser maduro para tener método y persistir».
La Tecnología une o nos hace «miopes»
La mala noticia, sin embargo, está en que por esa necesidad de ver, más
que de mirar, el 33% de los jóvenes está propenso a ser miopes en el año 2020. Esto debido al «uso constante de teléfonos, computadores, tabletas o e-books está generando un aumento en el número de jóvenes con problemas visuales. Incluso se prevé que en el año 2020 el 33 por ciento de los adolescentes tendrá miopía por la utilización inadecuada de esas tecnologías».
Infobae.com publicó un artículo que tiene como vocera a Isabel Sánchez, vocal de optometría pediátrica del Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas de España, quien explicó que «esos aparatos “generan síndrome de fatiga visual” y eso se produce por la radiación que emiten, ya que la vista se enfoca directamente sobre una
fuente de luz»
“El uso excesivo de estos aparatos hace que pacientes que no son miopes se hagan miopes y que pacientes que tenían miopía les aumente más de lo debido. Por ello, es necesario que haya una mayor concientización porque, además, estos problemas visuales afectan también el rendimiento escolar de los pequeños”, destacó Sánchez, quien también es vicedecana de la Facultad de Óptica-Optometrista de la Universidad Complutense de Madrid».
La recomendación es que «descansar cinco minutos por cada hora de trabajo»
Para algunos, la tecnología nos une, aunque para otros lo que en realidad hace es aislarnos. Otros consideran que la narración oral es el vínculo para que los seres humanos nos comuniquemos y establezcamos relaciones reales, donde la imaginación y la realidad se unan para hacernos mejores seres,
sin embargo, ni uno ni otro servirá o dejará huella en nosotros si antes no entendemos que independientemente de los sentidos que usemos para interactuar, debemos primero abrir nuestros corazones, tener la mente abierta y saber que no estamos solos en este camino que llamamos existencia y que necesitamos de todos para andar el camino, sin importar el destino que nos tracemos, porque la aventura es lo que se llama VIDA y compartirla debe ser una tarea diaria, o esa es mi Visión Particular.
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