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Yo, mujer de treinta y muchos

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Últimamente me dio por reflexionar sobre el nombre de mi blog. Yo creo que es la famosa crisis de los 40 que ya comienza a asomarse…


bebe

Me dio por pensar en lo de treintañera porque ya no me quedan muchos años como tal. Luego pasé a preguntarme por lo de desubicada… He notado en los últimos años que aparte de las pequeñas arrugas que empiezan a asomarse en mi cara y la pérdida de tersura en la piel, hay cosas que antes no vivía en absoluto o vivía con menos intensidad que ahora tienen mucha presencia en mi vida. Y en ocasiones no veo muertos, pero no se cómo tomármelo…

Por ejemplo, ya no me fijo en lo que se ponen mis amigas para salir corriendo al espejo y confirmar si me veo igual de guapa, porque es cierto que muchas mujeres (y ya se que no puedo generalizar pero el porcentaje es alto) a cierta edad vivimos en una carrera de Fórmula 1 compitiendo por ser la más guapa-sexy-inteligente-audaz y muchos etcéteras. Y la causa del cambio no es nada en especial, simplemente ya se que hay aspectos de mi apariencia que son atractivos y otros que definitivamente no, por mucho que intente disimular la celulitis, cierta flacidez en los brazos, y esa grasita abdominal lateral que me salió hace un tiempo ya y que no hay dios que la quite. Tampoco es que haga 600 abdominales diarios, pero como que antes “eso” no estaba allí y no hacía más ejercicio que el que hago ahora.


ronaldo

Y dirán algunas que es la seguridad que dan los 30… yo no sé si es simple razonamiento lógico. Chica, si a los 20 la piel de naranja ya estaba superinstalada en mi vida y en mis piernas, a estas alturas no se me va a quitar a menos que me obsesione en plan Madonna.

En cambio sigo buscando desarrollarme profesionalmente porque no me siento ni de cerca satisfecha, y lo de marido-casa-niños-coche-hipoteca es como el lenguaje que E.T. usaba para comunicarse con su gente. No lo entiendo. Y sin ganas de entenderlo.


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Y aquí algunos dirán que sigo sin madurar…

Ahora me molestan las aglomeraciones, no me fijo en la ropa que está a la última casi nunca y no me gusta emborracharme. Respecto a esto último, aquellos estados etílicos espectacularmente patéticos de los 20 años son como la historia antigua: Lejanos. Más que nada porque después de los 30 muero en vida cada vez que paso por una resaca, me dura todo el día siguiente e incluso parte del segundo.

También ahora odio tener que cumplir con compromisos sociales por obligación y no soporto los sonidos fuertes por las mañanas, suelo tener problemas para dormir principalmente las noches del domingo cuando me entra el nervio y no me gusta tener que conversar para llenar silencios incómodos, prefiero pagar un billete de AVE aunque me cueste mucho más antes que aprovechar el viaje con algún conocido con quien tendré la obligación de contarnos la vida.

 Sucede que también he tomado consciencia del paso del tiempo, la vida es corta, pasa en dos pestañeos, y no quiero perder el rato en eso. Lástima que no aplique este principio a esos momentos de seria mala leche cuando tengo el día cruzado o cuando estoy en cuasi depresión porque me va a venir la regla y el mundo se me cae encima. O peor todavía, cuando es día de limpieza en casa.

Ya no pierdo mis horas con gente que no me termina de convencer solo por cumplir, aunque también entiendo que las personas somos muchos matices y que tenemos etapas malas. Comprendo que las cosas no son solo como yo las pienso y hay tantos mundos como cabezas pensantes, aunque algunas cosas desde mi óptica me parezcan inconcebibles. También se que el principio de los problemas suele ser la intolerancia, y que cuando critico es porque no estoy ocupando mi tiempo en algo útil. ¿A que sueno a que sé mucho de la vida?

De todas maneras, sigo criticando marujamente de vez en cuando y muchas veces soy de ideas fijas. Con mis ideas, propias, mías. Porque con los años, como no estemos atentos, los criterios se van cerrando en nuestra cabeza y se circunscriben al mundo que nos hemos formado, ese pequeño universo que forma nuestra vida y que creemos que es lo normal. Y como es lo normal ES lo correcto. Y así nos vamos volviendo más rígidos de mollera.

Por eso en mi pueblo se dice que “con los años te vuelves más mañoso”.

Yo a veces estoy tan metida en mi rutina cotidiana que salir un día a caminar por otro barrio, quedar con los amigos de mis amigos, o hacer una actividad nueva dentro de mi ciudad supone una apertura de ideas. Hace poco leí que hacer cosas de este estilo es también una forma de viajar. Yo creo que sí.

Aunque si hay algo que me gusta de ello, es ese estado de sorpresa que siento cada vez que camino por Madrid y que me hace impresionarme por lo bonito de sus edificios aunque lleve tantos años aquí. Creo que no lo he dicho pero soy de pueblo, y hay cierta percepción en los que somos de pueblo, no sé si llamarla cierta inocencia al observar las grandes ciudades, o ciertas conductas que nunca se pierden, que no cambian por más que viajes y te vuelvas cosmopolita.

Sigo sin saber cómo tomármelo, con lo simple que son las cosas si no piensas.


blanca

Laura Elena Vivas

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