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Actores que buscan salir de la crisálida

Una crisálida es un capullo en que está encerrado el insecto en fase de desarrollo para luego salir como adulta, tras su metamorfosis completa. Esta explicación científica se ajusta a quienes se entrenan el tiempo suficiente para luego salir a la luz, o a la consideración del público.


Eva Cruz, Horacio Calderón, Paula Cavallo, Fer Kronchyman, Mirtha Poclaba y Mariam Ovejero son esos actores que durante un año fueron parte de los talleres de entrenamiento actoral y el de Artes Visuales de la escuela de Teatro Tito Guerra, dirigidos por el profesor Rubén Fleita y como aquel insecto en el capullo, ellos finalizaron el 2016 presentando una muestra colectiva que titularon de la mejor manera: Crisálida.


Esta muestra se inició con una performance en el exterior de la Escuela de Teatro «Tito Guerra» donde cada uno es su espacio y sin interactuar con el resto de los actores ofrece algunos indicios de quiénes son estos personajes. De entrada la sensación es que ellos 6 son – en conjunto – habitantes de una manicomio, sí, ellos no están mentalmente estables y por eso cada uno se aísla del mundo… es decir, está en su capullo.


Luego el público los acompaña a la sala grande de la escuela, donde comienza la interrelación entre ellos, demostrando que pese a estar discapacitados mentalmente pueden conectarse en algunos puntos y darle a conocer al público lo que atormenta cada mente.


Pero además del planteamiento inicial y de la escena donde conocemos algo de la vida y temores de estos personajes que van a  la deriva y quieren escaparse de ese lugar, aparece un personaje en solitario, interpretado por  Rubén Fleita, quien en medio de la escena se dedica en cuerpo y alma a volcar en una máquina de escribir lo que está en sus pensamientos y debe dejar escrito.


Luego de unos minutos, el escritor sale  de escena y entran nuevamente los 6 personajes que se sienten contentos y con sensación de libertad pues el autor se ha marchado.

Entonces, quienes pensábamos que estaban en un centro mental dan un giro y ahora se nos presentan como personajes dentro de la mente de un escritor que no acaba de concretar sus ideas para darles vida plena a estas seis almas.


Aunque es una obra de Creación colectiva de los alumnos de los talleres de entrenamiento actoral y artes visuales de la escuela de Teatro Tito Guerra, la situación – que no termina de definir bien su trama y desenlace – se asemeja mucho a Seis personajes en busca de autor, de Luigi Pirandello, obra de teatro estrenada en 1921, y que se considera fundamental en el teatro del absurdo.


Si bien en la obra del italiano los personajes del Padre, la Madre, el Hijo, la Hijastra, el Niño y la Niña representan a una familia, en el caso de Crisálida los personales no tienen una relación formal, sino que su contacto viene dado por el sitio donde están recluidos (el manicomio o el espacio de la mente del autor).


Los actores de esta muestra final tienen desniveles de actuación – que se entienden por ser aún estudiantes de teatro – pero en su conjunto se ve que hay un trabajo colectivo, al que sí debería dedicársele mayor énfasis en la vocalización, porque algunos textos se pierden por la falta de proyección o dicción – y eso que era una sala pequeña.


El dispositivo escénico, con público de lado y lado del escenario, recuerda a los desfiles de moda y es una propuesta interesante porque sin llegar a ser circular plantea a los actores la necesidad de movilizarse constantemente para no dar la espalda al público y que los textos se pierdan.


La incorporación del escritor como personaje le da un sentido de unión a la creación, además plantea esa dualidad entre director/titiritero – porque a la vez que dirige el montaje asume en la fantasía el papel de creador de los personajes, lo que ratifica ese juego del teatro del absurdo al que Pirandello también hace uso.  


La iluminación y el vestuario, sin ser elementos destacados en esta producción, ofrecen el ambiente para el desarrollo de estos actores que asumen personajes que están buscando su propio camino y salir a la luz para desarrollarse.


Ver lo que hacen quienes estudian teatro es una oportunidad para hacer un seguimiento a las nuevas generaciones de creadores escénicos de Jujuy y permite ir infiriendo cuáles podrían ser las estéticas que plantearán cuando estén en un escenario de manera profesional, además permite ir corrigiendo detalles que los harán mejores actores, directores, productores o técnicos, con lo que el teatro de la Provincia estará creciendo y ya no serán capullos buscando salir de la crisálida sino ARTISTAS con letras mayúsculas, o esa es mi Visión Particular de esta creación colectiva.

Francisco Lizarazo


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