Un crimen se ha cometido… o fue un suicidio… lo cierto es que se debe resolver un misterio para que la «justicia sea servida».
Para resolver la muerte del señor Stagertton, su viuda – Mrs. Dufften – ha pedido la ayuda de un joven de detective de Scotland Yard de nombre John Kennet Winslow III, pero no crean que se asemeja a Hércules Poirot o a Sherlock Holmes, nada que ver… él se parece más al inspector Jacques Clouseau, el de la Pantera Rosa.
Y sí, esto parece una novela policial, por lo que no puede faltar un mayordomo, ¿qué relato policial puede prescindir de uno? y será este el que a falta de Dodó sirva de ayudante al detective para resolver el misterio.
Hablando de misterio… ¿cuál es la trama de este caso? El señor Stagertton – un ex inspector de Scotland Yard – muerto de 75 puñaladas, sin dejar ni una gota de sangre en la escena del crimen y todas las puertas y ventanas estaban cerradas por dentro, así que ¿quién puede ser el culpable?
El principal sospechoso no es el mayordomo, por muy obvio que parezca, sino Martín Giner, quien en el 2003 estrenó, en Tucumán, «75 puñaladas, el caso de un misterioso suicio», una obra de teatro que sigue la trama de las novelas del género policial. Pero también son sospechosos Juan Albesa (el detective) y Roberto Cruz (el mayordomo) por que ambos llevan en escena el desarrollo de la pieza y juegan al «gato y al ratón» intercambiándose las responsabilidades en la muerte del señor Stagertton. Por último, pero no menos importante, está una sospechosa, nada más y nada menos que Liliana Moreno, directora de la propuesta que se estrenó en Jujuy en el Teatro El Pasillo.
La sospecha recae también en Gerardo Albarracín – asistente de dirección – y en el equipo integrado por Juan Irusta y Emilio Grosso, responsables de la intervención gráfica, así como Jimena Fullana, encargada de la escenografía. Todos ellos integral la banda del grupo Uyarty, que luego de 5 años de receso vuelve a las andadas en los escenarios
“75 puñaladas, el caso de un misterioso suicidio” está escrita como una novela policial, con los elementos típicos que utilizaba Agatha Christie de guardarse información para revelarla en el último instante, algo que también es muy propio de la dramaturgia de Giner, quien siempre da «giro de tuerca» a su historia para que el final sea opuesto a la idea original que tenía el espectador.
Pero… tanto va el cántaro al río hasta que se rompe y – en este caso – el final sorpresivo se presintió antes de tiempo, o será que de tanto ver en Jujuy obras del autor, porque en realidad es, junto a Jorge Accame, uno de los dramaturgos más montados en la Provincia, no causó tanto impacto, como en otras de sus obras, o quizás es que ya uno le conoce los «ases» bajo la manga.
El humor es uno de los principales ingredientes de esta obra, con mucho de teatro del absurdo, lo que la convierte en una pieza para toda la familia, para pasar el rato y disfrutar de un texto bien escrito.
Tanto Albesa como Cruz destacan en sus interpretaciones, aunque el haberlos visto en «Un tonto en una caja» – otra obra del Giner – hace que en algunos momentos del juego del «gato y el ratón» se observen algunas similitudes con sus interpretaciones de “El Notable y el Pequeño”, pero en general las actuaciones atrapan -se nota química entre ellos – y el espectador se mete en la trama hasta el final.
La dirección de Moreno es ágil, mueve a los actores como piezas de ajedrez, a veces de frente, otras de lado, o en largas diagonales, pero sin que se sienta la mano del ajedrecista, lo que hace que entre tanto texto que deben decir los actores no decaiga la atención del público.
La escenografía envuelve, sitúa muy bien la situación donde se desarrollan las acciones – simulando el estudio del señor Stagertton – con elementos que recuerdan un invernadero y – principalmente – la buena posición económica de su dueño… el difunto. La iluminación también aporta su grano de arena al envolver el escenario en una atmosfera oscura, pero con tonos rojizos, que le da ese ambiente de misterio necesario para resolver este misterioso asesinato, aunque para el detective se trate «Claramente un suicidio», pese a que como bien acota el mayordomo «Recibió setenta y cinco puñaladas en la espalda».
Que el grupo Uyarty haya apostado por un texto de Ginner y que el público haya acudido – en buen número – a las funciones de estreno, junto al hecho de que la puesta está recorriendo ya diversos escenarios de Jujuy y provincias vecinas es un ejemplo de que el público quiere ver teatro bien hecho, bien dicho y actuado, con textos que nos hagan pensar, reír, disfrutar porque como mencionaba Voltaire, en el teatro «conviene siempre tratar de ser interesante más que preciso, porque el espectador lo perdona todo menos la pesadez» y en el caso de “75 puñaladas, el caso de un misterioso suicidio” este principio se mantiene, para concluir como se dice en inglés: justice is served, o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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