En 1967 yo tenía 3 años cuando en Miraflores de la Candelaria, a 6 leguas de Abra Pampa, Jujuy, Argentina para ser más específicos, fallecía Hermógenes Cayo, el santero, el hombre que de la madera sacaba una imagen, un hombre de la Puna, que no por no haber estudiado era menos.
Reconozco que hasta hace pocos meses no sabía quién era él pero como el teatro es una fuente de conocimiento, gracias al Grupo Jujeño de Teatro y la reposición de «El Imaginero de la Puna» de Alberto Damián «Tito» Guerra, pude conocer más de la vida y obra de Cayo.
Martín Reynaga asume el rol de Cayo, acompañado de Miquel Chauqui y de Silvia Gallegos, quien dirigió esta reposición, para en letra de Guerra, contarnos la vida y obra de este «santero, que a la vez era representante del sacerdote de la zona cuando el cura no podía llegar. Dirigía los rezos en la cuaresma, de difuntos y cosas así. Pero como se había juntado con una mujer y tenían hijos, de hasta diez y once años, y no se habían casado, el cura no lo dejaba salir en procesión. Le pregunté, ¿por qué no se casaba? Y daba vueltas, y decía que tenía que buscar un padrino, y no sé qué más. Me ofrecí a ayudarlo con los trámites. Cuando se decidió, filmé el casamiento de Hermógenes con su mujer en Cochinoca, fue un dos de febrero. Esos hechos fueron contribuyendo a una película muy diferente a todo lo que había hecho antes, narrada por él. La suya es la única voz que se escucha», como lo recordaba Jorge Preloran, el cineasta argentino que hizo un documental sobre la vida de este jujeño.
«Hermógenes Cayo» el documental – estrenado en 1969, pero filmada en 1967 – recopila escenas de la vida de Cayo y – según leí, Tito Guerra se inspira en esta película para escribir «El Imaginero de la Puna», donde el protagonista habla de su vida, de su viaje desde su tierra natal hasta Buenos Aires, pasando por Basílica de Luján y su impresión sobre la Virgen.
En este montaje presentado en la sala Raúl Martín Galán, del teatro Mitre – casi veinte años después de su estreno – Reynaga ofrece ese rostro de Cayo que recuerdan quienes le conocieron y que demuestra su profundo amor a la religión. Pero este artista popular no solo era santero, sino que se animaba con pintura pintaba, confeccionaba los pinceles con cerdas, pelos y cabellos, oficiaba misa – cuando el cura no llegaba, llegando a bautizar y casar. Fue, además luthier – fabricando un armonio, un órgano, una guitarra, y…hasta se hacía su ropa. Todo eso se ve en el montaje presentado y la poesía plástica también está presente en la puesta de gallegos, porque el espectador ve como Reynaga/Cayo utiliza a sus compañeros para crear composiciones como las habría hecho el Imaginero de la Puna con la madera, que «lo obligaba a caminar kilómetros hasta encontrar el cardón en el que labraba los cristos, las virgencitas o los santos».
Tanto Gallegos como Chauqui acompañan en los pasajes de la vida de Cayo y en algunas oportunidades son los hijos del artista, en otros son la materia prima de sus obras (para crear una Pasión, o un Virgen de Luján) incluso el cura que lo casa con Aurelia, quien «trabaja con las ovejas y vive en el mismo lugar aislado. No obstante, su rol como mujer significa que no fue a ganar la tierra. Ella trabaja con los niños, con la ropa, y con la comida cuando él está pintando o creando su arte religioso. En la historia, ella juega un rol complementario a la de su marido. Los hijos de la pareja representan la unidad familiar tipo».
Al igual que en la película de Jorge Preloran, la obra teatral de Guerra tienen a Cayo no solo como protagonista sino como la voz que lleva de la mano al espectador para recorrer esas tierras que lo vieron nacer y morir, con los ojos de un artista considerado «El Leonardo de la Puna».
«El Imaginero de la Puna» es teatro antropológico y regional, que representa una característica de la obra escénica de Tito Guerra y sirve para conocer a aquellos personajes que son propios de la historia de Jujuy y que no siempre están presentes en la memoria colectiva, por lo que la reposición de esta obra es un buen impulso para que las generaciones más jóvenes conozcan otros héroes y referentes para que también sepan de dónde vienen sus orígenes.
“Lo conocimos más que nada gracias al video de Don Prolorán”. Eran muy niños cuando el Imaginero de la Puna murió, con sólo 60 años, producto de una pulmonía que no quiso tratarse. Murió donde había nacido, en Miraflores de la Candelaria. Él mismo lo predijo: “Me quedé para siempre acá, este es el lugar donde tengo que estar.”, dijo la hija del Imaginero de la Puna sobre el carácter de Hermógenes Cayo.
La expresión a través de las piedras
Cuando uno viaja se da cuenta que no importan las distancias, siempre podremos encontrar elementos que nos recuerdan que hay más cosas que nos unen como especie que las que nos separan.
Esta puesta poética de «El Imaginero de la Puna» es una manera de recordar que los hombres con profundo sentir religioso pueden crean sus imágenes con cualquier elemento que tengan en a mano en la naturaleza, como también lo supo quien en vida se llamó Juan Félix Sánchez.
Juan Félix Sánchez
En el norte de Sur América, en el estado Mérida – donde comienza la cordillera andina que se extiende hasta la Patagonia argentina – vivió Juan Félix Sánchez un hombre que encontró en las piedras la manera de expresar su devoción religiosa mediante el arte.
«Nació en mayo de 1900 en San Rafael de Mucuchíes, población del estado Mérida, en Venezuela. Desde muy joven manifestó su creatividad y necesidad de expresión artística de diversas formas, fue un hombre de gran fervor religioso, y en su obra se expresa claramente ese sentido místico y ese profundo sentimiento religioso. Trabajó diversas áreas, entre ellas arquitectura, talla, tejido, narración y diseño y elaboración de muebles, además de desempeñarse en los oficios típicos de la zona donde nació, tales como la agricultura, constructor, payaso, secretario del prefecto y titiritero.
Su obra siempre giró en torno a su mundo religioso. Fue un maestro del silencio, de la observación, levanto diversas obras arquitectónicas en el páramo donde trascurrió su vida, entre las obras más reconocidas destaca la Capilla de San Rafael, erigida en honor a la patrona de Venezuela, la Virgen de Coromoto; el complejo del Tisure, proyecto formado por capillas de piedra, terrazas, plazas, pesebre y calvario. Estas obras destacaron por ser construidas en piedras de la región, el utilizó lo que él llamó la estética de lo feo, escogió las piedras más rugosas e irregulares como material para construir sus capillas, estas capillas fueron construidas en honor a la Virgen de Coromoto, y a José Gregorio Hernández, las mismas fueron levantadas con una rapidez increíble, el piso, paredes y la pila de agua bendita de la Capilla de José Gregorio están realizadas en piedra, el altar fue construido en mármol, faros y vidrio picado, utilizó madera en la realización de los candelabros, sillas y personajes que ocupan el recinto. La Capilla de San Rafael en plena entrada del pueblo, es muy similar a la capilla Grande, y es de acceso fácil a los visitantes y transeúntes.
En 1997 acompañado de Epifanía Gil, su compañera de vida muere Juan Félix Sánchez, ese día el cielo se vistió de gris, pobladores y habitantes de todos los pueblos llenaron las calles de San Rafael, rindiendo homenaje a el hijo insigne de Mérida, hoy sus restos yacen en su capilla querida, en su obra, su espíritu se dice que habita en su casa y en su obra, seguramente cuidando a su gente y su páramo».
Estos son datos son de venezuelatuya.com y sirven para destacar que las vidas de Hermógenes Cayo en la puna jujeña y de Juan Félix Sánchez, en la punta del continente, no estaban tan distanciadas en sus maneras de servir a la Fe y a la religió desde el arte, ese que muchas veces se llama ingenuo o «naif», pero que refleja el profundo amor de personas normales por el arte y la religiosidad. El teatro también es capaz de mostrarnos la vida de aquellos que normalmente no tienen «prensa» que no son conocidos pero de los que debemos aprender, así que en este 2017 dediquemos tiempo al teatro, al arte y a ser mejores ciudadanos, o esa es mi Visión Particular luego de conocer más de Hermógenes Cayo, a través de la mirada de Damián «Tito» Guerra.
PD: las fotos de Juan Félix Sánchez son de Internet
Francisco Lizarazo
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