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Cuando el abuso del poder llega hasta la propia familia: Caso Antígona

El grito de una mujer estalla en la sala municipal del Cine Select de Jujuy porque considera que su condena es injusta, pues ella es hija de Rey y Reina, lo que la hace princesa y no merecedora de tal destino. Aunque ha pecado, la condena es mayor que cualquier culpa, más porque la decisión ha sido tomada por un soberano déspota.


Ella dice Soy Antígona, aunque se le conoce más como Patricia Lubel, y ha estado exponiendo su caso desde el 2006 en diversos escenarios. Yo, por ejemplo, la vi en el 2016 en anfiteatro de la Plaza de Los Inmigrantes en Jujuy. El aquella ocasión el sonido le jugó una mala pasada y no se escuchaba bien el texto, lo que – afortunadamente – no sucedió en este caso y se pudo oir con todo el volumen los alegatos que exponía en su juicio.


Desde que asumió la defensa de su caso, Antígona – junto a su abogado defensor/adaptador y director – Fernando Balderacchi – del Grupo El Peregrino – viene hablando de la tortura a la que ha sido sometida por Creonte, el déspota gobernador que se cree dueño de Tebas.

Pero uno se pregunta ¿cuál ha sido el crimen de Antígona, que ha motivado el odio encarnecido de Creonte? Pues sencillamente ella ha incurrido en un delito de pensamiento –  ¿eso sonó a los prisioneros de Cuba o no? ya que solamente ha querido enterrar a su hermano Poliníces, a quien Creonte niega una sepultura digna por haber muerto luchando en su contra.


Y como la vida está llena de paradojas, Eteócles, quien también era hermano de Antígona y falleció peleando frente a su hermano Poliníces en las afueras de Tebas sí tendrá un entierro digno de un héroe, porque su muerte se produjo luchando del lado de la ciudad, es decir del lado de Creonte, mientras que el otro hermano muerto defendía el lado de los sitiadores.

Con un verbo encendido y explicando su caso, Antígona no se queda callada en el escenario. Como la justicia corrupta – o el presupuesto de producción – no le permite traer a la sala a los testigos en su defensa, ella asume las voces de esos que pueden ayudarla a reconstruir su historia.  


Antígona recuerda que es la hija de Edipo y que eso, además de su condición de ser humano con sentimientos, le da derecho a  enterrar a su hermano, opóngase quien se oponga.


Con su atuendo griego va exponiendo su caso, mientras que con la ayuda de sencillos elementos como una máscara o con una pashmina va llamando a sus testigos para que los jueces, que están sentados como un público silencioso atento a lo que sucede en el escenario, tome una decisión sobre su caso y la condene o la absuelva en medio de aplausos.


Testigo silencioso también es la imagen del hermano muerto, desnudo, inmóvil, que solamente recibe atenciones de  Antígona, que lo llena de besos y quiere amortajarlo para darle su necesaria y requerida sepultura.


En una esquina aparece de tanto en tanto un hombre afligido, es Hemón, que se debate ante dos posiciones: el amor por la que sería su esposa y la obediencia que debe a su Gobernador y padre. Creonte no duda de su sentencia, por más que Antígona sea su sobrina, no olvidemos que él es hermano de Yocasta.


Creonte llama a Antígona ante su presencia y según relata la implicada, este le increpa por su desobediencia, pero el diálogo entre ellos va más allá de un interrogatorio judicial, porque hay en las palabras de la presa un giño al futuro, a las contradicciones en el hablar del mandatario, el furcio delata al Gobernador y lo asemeja a presidentes sureños. Además, el déspota pronuncia aquella frase de No sé, no sé, no sé… que en un futuro se le escuchará a un ministro de apellido Prat Gay.


En esta lucha entre Creonte y Antígona aparece la piedad familiar de ella frente a la voluntad personal y arbitraria del tirano, que beneficia a su antojo a los familiares que le son leales, como en el caso de Eteócles y castiga con dureza a quienes se le oponen, así sean de su familia. Tuve un deja vu al escribir esto y ver las noticias sobre los casos que involucran a los K. ¿Será mi imaginación o eso del nepotismo también ocurre en la realidad?


Al final la sentencia está tomada,  Antígona será llevada a una cueva y dejarán en libertad a Isméne, la otra hermana, también sobrina de Creonte, que había decidido bajar la cabeza y permitir el oprobio contra el hermano insepulto.


Antígona, en la cueva, sin comida, y antes de permitir que su tío decida sobre su futuro toma la decisión final y se quita la vida, ahorcándose. La tragedia de esta familia, cual si fuera la maldición de los Kennedy, seguirá su camino y le tocará al todopoderoso Creonte recibir la peor noticia que un padre puede recibir. su hijo Hemón  ha tomado el mismo rumbo de su amada y se quitó la vida cuando vió que Antígona se había ahorcado, completando así un círculo de muerte por la avaricia y el abuso del poder, que no mide sus consecuencias al tomar decisiones sin ser meditadas.


Aunque esta tragedia familiar la escribió Sofocles y su estreno fue hacia el 442 a.c el trasfondo sigue siendo una muestra de lo que hace el poder y un recordatorio de que el hombre que no conoce su historia está condenado a repetir los errores, por eso cada 24 de marzo, en conmemoración a todos los actos del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, Patricia Lubel viste las ropas griegas para decir «Yo soy Antígona» y contar con su talento histriónico para quien quiera escuchar y ver el juicio donde una sola persona debe asumir su defensa e interpretar todos los papeles de aquellos que la acusan de un crimen familiar, que solamente está en la mente de un tirano enfermo de su propia sed de poder, y que al final – a pesar de la tragedia de la historia, arranca aplausos de ovación de parte del jurado que está en las butacas de cualquiera de los escenarios donde ella se presenta, o esa es mi Visión Particular.

Francisco Lizarazo

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