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Decisiones que nos llevan a “La Infamia”

Decisiones (Ave María),

cada día (Si señor).

Alguien pierde, alguien gana ¡Ave María!

Decisiones, todo cuesta.

Rubén Blades – «Decisiones»


¿Puede existir algo más humillante para un ser humano que terminar siendo el hazmerreir de la reunión, justo el día que se despide como trabajador?


Todos los días debemos tomar decisiones y estas nos afectan de maneras diversas, incluso llegan a marcar nuestros destinos y futuras acciones, como le sucede a Tobías De Ibarra, quien durante 20 años trabajó en un mismo lugar, pero las vueltas de la vida lo llevaron a vivir una existencia amargada y que afecta a su entorno familiar.


Tobías está casado con Elodia Zataráin, ambos rondan los cincuenta años y viven en una casa que se describe como a medio construir, porque al hombre de la casa ya nada le importa , solo pasa sus días bebiendo y agrediendo verbalmente – aunque no nos extrañaría que también físicamente – a su esposa.

Si bien Tobías parece que siempre fue muy callado en cuanto a sus sentimientos y relaciones familiares, aquel día parece ser diferente porque llega Damián, el sobrino, quien busca visitar a sus tíos, ya que él no habita en el pueblo. Pero como Tobías lleva varios días borracho y con una actitud agresiva con Elodia, es el momento de dar a conocer los sucesos que originan este presente desolador y que él denomina la “historia del sobre”.


Este relato es el argumento de la obra teatral “La Infamia”, de Óscar Liera, que recientemente subió a escena en ÁGORA Estudio – Magisterio Nacional casi esquina con Miguel Hidalgo – en una producción de Teatro en Movimiento, los domingos hasta al 12 de octubre a las 6 de la tarde, con un costo de 120 pesos, o 100 en preventa.


Israel Ríos es Tobías, el hombre amargado que encuentra consuelo en la cerveza para “seguir soportando la

vida”. Diana Saavedra es la sufrida Elodia Zataráin, ejemplo de las esposas que siguen a sus maridos en las buenas y las malas, aún a costa de su propia seguridad e integridad. Elodia demuestra se amor a Tobías al intentar ser algo que no sabe, bailar, lo que desencadena la tragedia el día de la fiesta de despedida del trabajo.


Francisco Granados es Damián, el tercer personaje de esta obra, quien termina siendo el catalizador para que Tobías se desahogue y relate la “historia del sobre”, pero Damián también será víctima de la amargura del tío, quien solo quiere que lo dejen en paz porque “cuando es de noche quiero que amanezca, que sea de día, y cuando es de día quiero que sea de noche”.


Este trío de actores está dirigido en este montaje por Lucía Zapien, quien logra involucrar al espectador en la situación del matrimonio y del sobrino, aprovechando en su puesta en escena el espacio que ofrece la sala. Vemos a los actores desplazarse por el espacio, que en realidad es una sala de una casa, ya sea en la entrada del salón, o en la cocina de la casa, haciendo que los asistentes sean testigos mudos en este conflicto, sin hacer que las acciones se desarrollen únicamente en la mesa de la sala, como pudiera haber hecho otro director menos creativo.


Israel Ríos se lleva los laureles en este personaje porque muestra toda su capacidad actoral al meterse en el papel de un hombre derrotado y amargado con la vida, que culpa a todos por sus desdichas – a la esposa, a la familia, a los compañeros de trabajo y a los vecinos – sin tomar en cuenta que todo lo que nos pasa es producto de nuestras decisiones.


Diana Saavedra asume el personaje de la sufrida Elodia con mucho realismo y uno puede sentir en su actuación que no debe ser fácil vivir con una pareja que solamente vive para beber y ver pasar los días, mientras la agrede y hasta llega a amenazarla con matarla mientras esté dormida.


Francisco Granados como Damián es el personaje que sirve de catalizador para que se desarrolle el nudo dramático del argumento, pero que también oculta un secreto, y las apariencias no son lo que parecen. Su actuación es correcta, sin destacar, porque como dije antes, el conflicto real lo lleva el matrimonio.


Lo único que se pudiera decir sobre la dirección es que el final no es claro, al no existir telón ni blackout (apagón de luces), el público desconoce que la obra ha llegado a su fin y que no es una pausa de los actores. Solo los aplausos de la sala técnica son la referencia para saber que ha finalizado la puesta. Esto pudiera ser revisado para las próximas presentaciones y así los espectadores sabrían a ciencia cierta que es el momento de aplaudir por el esfuerzo y trabajo de los actores al contarnos esta historia.


En “La Infamia”, el dramaturgo habla de la clase social humilde, pero más allá de este hecho – la obra pudiera ubicar a los protagonistas en otra clase social y no perdería vigencia, porque como dice Ricardo Arjona “se sufre a ambos lados de las clases sociales “ – está el hecho que esta pieza teatral “era parte de un proyecto de textos de un acto que el autor pretendía escribir a partir de su obra anterior, Las juramentaciones, escrita en 1981. En ella se planteaba la historia de cinco mujeres, las De Ibarra, que hacen un juramento para mantener sus secretos familiares a resguardo. Los hombres de la familia, que tenían que ver con esos secretos, tendrían en ese nuevo proyecto su derecho de réplica. Sorprendido por la muerte, Liera dejó únicamente la historia de Tobías De Ibarra”.


La inconformidad permanente, la frustración, los comentarios mordaces y con doble sentido, mezclados con la candidez y condescendencia pueden ser ingredientes nefastos en una relación de pareja, pero mejor acuden a ÁGORA Estudio y “disfrutan” – si acaso se puede disfrutar de la tragedia ajena – de este montaje que habla de seres humanos con problemas, que parecen no tener solución, porque a veces nuestro principal enemigo somos nosotros mismos, al no asumir nuestras decisiones, o esa es mi Visión Particular.

Francisco Lizarazo

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