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Dejad que los espontáneos sean lúdicos y creativos

Ser natural, desinhibido, espontáneo, no es tarea fácil, menos cuando estamos en una sala y nadie sabe lo que pasará. Es que contar la vida de uno, aunque sea un pasaje gracioso, o una anécdota vieja, requiere valor y no temer al qué dirán.


Ese es el principal reto que deben superar  los integrantes de la compañía “Sinergia”  – de Córdoba, Argentina – cada vez que salen a escena  y no porque no hayan ensayado, o no se sepan la letra de la obra, es que sencillamente ni hay texto, ni se ensaya con antelación. Lo que se ve en el escenario es una construcción colectiva, donde el público es el lleva un gran peso en la representación teatral pues los actores será un lienzo para  mostrar lo que un «narrador» haya contado previamente.

En la medida  en que existe «sinergia» entre el público y los actores mejor será el teatro espontáneo, que es básicamente una construcción colectiva. En el Centro Cultural Héctor Tizón se presentaron actores y coordinadores para motivar a los espectadores a ser parte de una experiencia distinta – al menos en Jujuy – para  sumarse a un juego de improvisación, partiendo de anécdotas o relatos de quienes estaban cómodamente sentados en la oscuridad de la sala.


La mecánica es sencilla: un «narrador» presta su historia para que este grupo de personas, casi todos de Córdoba, junto a un mexicano – den vida con sus cuerpos y la palabra a la recreación de lo que se acaba de escuchar. Por eso, como ellos mismos lo aclaran, cada función es distinta, novedosa y será rica en la medida en que el público presente se sume a la aventura escénica.


Como la intención del grupo es poder improvisar un pedazo de la historia contada, lo primero es sentar al «narrador» en un lugar destacado, frente al público, a un lado del escenario, y luego de escuchar atentamente, los coordinadores entretejen algunas de las situaciones para que los actores dejen fluir su creatividad y compartan, desde sus cuerpos y sus voces, lo que acaban de escuchar.


Cada espectáculo siempre es diferente porque depende del público y también juega un papel el espacio físico con el que se cuenta, que puede ir desde un patio, una plaza, o un cuarto o un escenario como fue en Jujuy.


La función presentada en el Héctor Tizón fue a la gorra, es decir, que el público, luego que los actores hicieron su trabajo, contribuyeron colocando, billetes y monedas en los sombreros que fueron pasando.

Como cada función es única e irrepetible, veamos qué se presenció en esta ocasión.


Luego de explicada la mecánica y presentados cada uno de los actores, se procedió a cierta dinámica de grupo, para romper el hielo. Desde el escenario se preguntaba a la sala, cosas simples, como quiénes eran de Jujuy, o a quiénes les gustaban las humitas o quiénes sabían lo que era el teatro espontáneo.


Luego comenzó la verdadera interacción y se pidió que alguien pasara a contar su historia. Pasados unos minutos, que presagiaban un corto espectáculo por el silencio reinante, salió una decidida joven a contar su historia:

Ella narró su aventura a Chile, el frío que pasó, porque no llevaba ropa abrigada, mientras que su amiga iba muy cómoda en el autobús – o colectivo – arropada y haciéndose la dormida mientras nuestra protagonista se moría del frío.


También contó lo bien que lo pasó en estas vacaciones, a pesar del tema del frío y con estos datos, el grupo  comenzó la #sinergia» y utilizando algunos elementos que tenían a su disposición escenificaron un extracto de la historia, que como resultado provocó las risas y aplausos del público por graficar de manera exacta lo que habíamos escuchado antes.

Mudanza y cumpleaños

Como ya se había roto el hielo, otra espontánea también quiso «testificar» como dicen los evangélicos y sentada en el lugar de honor reservado para los «narradores», ella contó sobre experiencia de mudanza a San Salvador de Jujuy y todo lo que ello implica, el remover cosas, hacer maletas, la añoranza por el lugar que se deja  y la inquietud por el lugar al que se llega.


Esta joven relató que pese a estos nervios, las esperanzas por un futuro mejor eran más grandes que los temores, y que además se sintió contenida por los amigos que además se reunieron para celebrar con ella su cumpleaños, por lo que al final fue una buena experiencia.



Con estos datos, los actores, dirigidos por su coordinadora, recrearon la escena, utilizando diversos elementos para enfatizar lagunas acciones y hasta la tora de cumpleaños hicieron con una flor y una cuerda.

Peligro en el aire

La tercera historia fue el relato de una joven que contó cómo fue su experiencia en un viaje en avión. Resulta que hubo un desperfecto en el avión y debió regresar a su lugar de origen con el temor que ello implica al estar a bordo de un aeroplano y más en su caso, que llevaba  a su cuidado a dos niñas pequeñas, que lejos de asustarse estaban encantas porque ese sentían protagonistas de una película de accidentes.


Contó que al llegar al destino les permitieron una llamada y mientras ella tranquilizaba a la familia diciéndoles que todo estaba bien y que no había sido nada para lamentar, las niñas contaban la terrible experiencia que había sido y que incluso estuvieron a punto de morir, cosa que en realidad no pasó. Mientras estaban esperando el nuevo vuelo, se alojaron en un hotel, que no pudieron disfrutar pues tenían prohibido alejarse pues en cualquier momento podían ser llamados para abordar el nuevo avión.


Otra parte del relato fue el reinicio del viaje, que resultó ser en el mismo avión a tan solo 24 horas del incidente, por lo que fue otra angustia durante el trayecto.


Si bien fue una historia de angustia, la actuación de los teatreros espontáneos arrancó carcajadas en el público por la exageración de las acciones, pero siempre ceñidas al relato de la «narradora».


También se contó la historia de una actriz de Jujuy que fue a Buenos Aires y los sentimientos encontrados de estar en la Capital, el ruido, la cantidad de personas, la alegría por estar representando a la Provincia en un encuentro escénico, el conocer personas y lugares, mientras que otra joven narró su viaje por Brasil, primero en compañía de unos amigos, que poco a poco se fueron separando hasta queda tuvo que seguir su recorrido sola, la fortaleza adquirida y la experiencia de hacer un viaje así.


En el caso de los hombres, que fueron los que menos se animaron a  contar sus anécdotas, uno de los jóvenes contó que vio a los integrantes del grupo Sinergia en sus andanzas por Jujuy cuando entraron en un local y se notaba que estaban perdidos, que no sabían qué tipo de espacio era ese, qué música se estaba tocando y como se fueron adaptando, mientras el «narrador» veía que no eran de la Provincia y eso le llamó la atención porque le pareció que los había visto en algún lugar, hasta que miró el programa del Héctor Tizón del Teatro Espontáneo y la convocatoria al taller que luego impartiría y confirmó que era ellos.


Este relato también tuvo su representación por parte de los cordobeses y fue un momento de mucho humor, pues ellos no tuvieron que pensar mucho, pues fueron muy naturales e hicieron lo mismo que les pasó esa noche… es decir, estar perdidos.


Y así hubiéramos podido estar toda la noche, porque si algo les sobra a estos actores es disposición y conocimiento de técnicas de mimo, para expresar con sus cuerpos las acciones, y  una gran capacidad de improvisación, porque no es fácil decir un texto sin equivocarse y sin enredar al compañero de acciones, solamente usando algunos elementos y los relatos de los “narradores”.


Por otra parte, ya las personas ya estaban entrando en calor y querían contar sus historias, pero luego de una hora y 30 minutos llegó el momento de poner fin a esta experiencia espontánea – menos mal porque ya eran casi las 11 y 30 de la noche y luego se me complica el traslado a la casa – pero todos salieron contentos y queriendo más.

Aprendiendo a ser espontáneo

Como el Teatro Espontáneo no es común en la provincia de Jujuy, los miembros de la compañía Sinergia ofrecieron un taller, en dos módulos  – de dos horas cada uno-  con la intención de «confluir, encontrarnos y reconocernos en un mismo espacio, por medio de técnicas lúdicas y teatrales».

La premisa del taller era el entrenamiento de la espontaneidad y la creatividad  «a partir de un proceso de enseñanza-aprendizaje que implica aprender con y desde el cuerpo, dejando de pensarlo como algo separado de nuestra mente, nuestras actitudes y sentimientos».


Ser espontáneo, o querer aprender a serlo es una buena medicina para ser mejores personas, y si a eso agregamos que existen actores que se dedican a ofrecer funciones donde todos son parte de la creación colectiva es una atractiva manera de atraer al público al teatro y eso debe ser siempre aplaudido, estimulado y apoyado, porque en la medida en que más personas se acerquen el hecho teatral y participen – voluntariamente –  en esa medida entenderemos que  «el teatro no debe dejar de ser un hecho lúdico, no es política y nunca lo será, pero sí se puede suponer que va a cubrir ese aspecto lúdico con una energía crítica y creadora», como lo afirmaba Alfonso Sastre, o esa es mi Visión Particular.

Francisco Lizarazo

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