Un chico de 11 años resuelve sentarse para contar su vida. Estoy no tendría nada de raro, si no fuera que el pequeño está sentado en la cornisa de la ventana, pero tonto no es, porque tiene su pie amarrado, al estilo bungee.
¿Qué cosas puede decirnos sobre su vida un niño de esta edad? Puede contarnos sobre su vida, su familia disfuncional, integrada por con un padre desempleado, un hermano que trabaja manejando una fotocopiadora, una hermana soltera buscando un marido, una madre que trae basura de la calle, y lo más destacado, el niño no habla porque no le interesa comunicarse con los otros, y no porque sea un genio como Albert Einstein, que fue un niño quieto y ensimismado, sino porque a este pequeño le importa «un huevo» su familia.
Pero como no se puede estar callado todo el tiempo, el niño, del que nunca conocemos su nombre, decide que sean los espectadores los que conozcan a su familia, al vendedor de flores que está cruzando la calle y – principalmente – su obsesión por su platillo favorito: pollo con papas, que asegura podría estar comiendo todo el día y toda su vida.
Esta especie de Bart Simpson en carne y hueso es en realidad Manuela Fernández Vivian, una actriz que asume el papel del niño que quiere contar toda su vida desde la ventana y que protagoniza el monólogo «Perro que fuma» de Leo Mendonca, quien además dirige la obra que se presentó en la Hilandería Teatro, en el marco del Festival Escenas al Norte, en Jujuy.
La referencia al personaje amarillo de la televisión no es gratuita ya que si uno quisiera ver a esta caricatura en un personaje humano, nada estaría tan cerca de definirlo como la actuación del protagonista de esta pieza teatral, ya que hasta tiene un perro al que adopta y que fuma, tal vez recordando al famoso Ayudante de Santa, que es el compañero inseparable del niño amarillo, aunque el de la comiquita no fuma, pero es un amigo fiel, como el de este caso.
Al contarnos sobre su vida, este niño habla de la convivencia de toda su familia en tan solo 31 m2, aunque el resto de los departamentos tienen 32 m2, y es que el espacio que le falta es producto de la construcción de una columna que restó un metro a la vivienda. También conoceremos lo que sucede con un pequeño pájaro que comenzó siendo la mascota de la casa, pero luego fue liberada, o el maltrato que recibe este pequeño por parte del dueño del restaurante donde va a comer su pollo con papas, todo aderezado con los relatos sobre su familia.
En la ventana también hay una silla que está pegada con un chicle, parte de un experimento, porque el niño será medio lento o no hablará, pero tonto no es y quiere saber si lo que leyó sobre el poder de pegamento de la goma de mascar es cierto y para ello piensa sentarse y probar si resiste su peso sin caerse al vacío.
Se nota el oficio de la actriz en escena, porque hay partes donde debe mover la escenografía y por algunos desniveles en el piso de la sala se complica la manipulación de los elementos, pero ella no se queda callada, lo que crearía un vacío en la acción, sino que incorpora texto, casi en susurro, evitando perder el dinamismo que trae, porque la obra es todo un frenesí de texto, de movimientos, y de momentos de risa, mezclados con humor negro, algo a lo que están acostumbrados quienes ven las series de televisión como los Simpson, Padre de familia, Padre americano o casados con hijos.
La dirección está bien lograda dándole oportunidad a Manuela Fernández Vivian para que se pueda mover dentro del espacio escénico, y el hecho de que la ventana donde está la actriz la mayor parte de la obra se pueda desdoblar para representar otras partes del departamento es un elemento enriquecedor para la puesta. La iluminación también ayuda a crear el ambiente donde se desarrolla la obra, con los matices de la noche o la luz interna dentro del departamento.
Perro que fuma es una comedia actual, con toques más que marcados de humor negro, con un texto atractivo y constantes acciones de parte del único personaje en escena, evitando el cansancio en el espectador. No es una obra para todo público, no por su lenguaje, sino porque en realidad no plantea ninguna solución, es algo pesimista, pues solo habla de lo malo en nuestra familia, donde hasta los momentos alegres pueden transformarse en desdicha, pero es una propuesta entretenida y que sirve para distraernos un poco de la realidad cotidiana que nos rodea, viendo a otros con sus problemas, que también son los nuestros pero con otra óptica, más retorcida que la lupa que aplicamos a nuestras propias existencias y eso es reconfortante porque es una manera de reírnos de nosotros mismos y ya sabemos que la risa es el mejor medicamento para la buena salud, o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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