Ir a Tecnópolis en Jujuy fue toda una experiencia pues además de ver adelantos en tecnología, conocer de historia o regresar al pasado para ver a los dinosaurios en movimiento, también hubo tiempo para el teatro, nada más y nada menos que en forma de circo.
En este caso, el circo que se presentó en una de las carpas de Tecnópilis, donde estaban los actos en vivo y de entretenimiento, sirvió para presentar el Circo de Nano o el Nano Circo. El orden de los factores no altera el producto, pues el espectáculo solo tiene un artista: Nano.
Este show combina actos de circo con magia, música y mucho malabarismo, provocando risas y aplausos en el público, principalmente compuesto por niños de escuelas que estaban visitando la feria.
Se nota que Nano consigue conexión con su público y eso es importante porque los más jóvenes se interesan por las acrobacias que hay en escena, donde utiliza cualquier tipo de objetos para lanzarlos al aire y hacer malabares, como por ejemplo raquetas y pelotas de tenis.
Como el malabarismo no es una ciencia exacta, ya que a veces se pierde el equilibrio, Nano usa eso como parte de su rutina y advierte que no siempre los trucos sales y esta puede ser esa ocasión, así que si algo falla, ya el público está advertido.
En la función que vi había muchos chicos y jóvenes con sus colegios y eso es bueno, más allá de la calidad del espectáculo – que no era malo, pero sí solitario – lo importante es que se vaya al teatro, al circo o a cualquiera de las expresiones artísticas que se ofrecen en Jujuy porque cuando crezcan serán un público amante del arte, o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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