Basado en el texto de William Shakespeare, Abraham Oceransky nos ofrece una nueva versión de Macbeth, que no solo adapta y reescribe sino que también dirige, que con el nombre de «Shakespeare M» se presentó para abrir el 9º Festival Otras Latitudes que se está desarrollando en el teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque, Paseo de la Reforma y Campo Marte S/N, de la Ciudad de México.
¿Somos corruptos por naturaleza o es el Poder el que nos vuelve despiadados y que no nos importa nada con tal de obtener lo que deseamos?
Para responder la primera pregunta, habría que ver la serie de televisión “House of Cards”, protagonizada por Kevin Spacey como el congresista Francis Underwood, y Robin Wright como su esposa, para definitivamente afirmar que sí por naturaleza somos seres despiadados ante lo que queremos.
En el segundo caso, el poder que corrompe, la versión que nos ofrece Oceransky sobre la obra de Shakespeare va por el camino de mostrarnos a dos personajes que son víctimas de sus deseos, pero que no lo buscan sino que aprovechan las oportunidades.
En esta adaptación del Macbeth de Shakespeare, producida Teatro Studio T, Oceransky quitó cosas y agregó otras para darle contemporaneidad al texto, agregando algo que está de moda como la presencia enmascarada de Anonymous, pero a la vez le quitó la referencia geográfica de los hechos narrados por el inglés.
Ya no estamos en los campos de Escocia, ahora la escena es atemporal con un ejército que pudiera ser inglés de la primera guerra mundial, o tal vez ruso, pero eso poco importa ya que los rebeldes que se oponen al poder imperante parecen mineros, por lo que la ubicación geográfica es lo de menos. Cuando se quiere hablar de abusos de poder siempre habrá un lugar dentro del planeta Tierra donde podamos situar las acciones y el espectador lo entenderá, ya que – lamentablemente – ese es un tema universal.
Oceransky prescinde de las brujas que predicen el futuro de Macbeth, aunque deja a una rubia secretaria que nos recuerda que «no podría ser muerto por ningún hombre nacido de mujer». Macbeth no parece en los primero momentos aquel villano que todos creemos, las apariencias engañan, sino un hombre que busca servir a su líder – igual que Francis Underwood solo quiere ser apoyo del Presidente en “House of Cards” – pero al ir pasando la obra vemos como él y Lady Macbeth tiene su agenda oculta, ¿acaso los políticos no siempre la tienen?, y poco a poco la van dando a conocer, sembrando la discordia, la envidia y dejando varios muertes en su camino al trono, trayendo consigo también una larga lista de enemigos, porque el poder también provoca rencores y malos deseos contra quienes lo ejercen.
A lo largo de las dos horas de la representación, los actores van interpretando múltiples personajes para narrarnos esta historia sobre el poder, su abuso y repetición de los errores que demuestran que siempre podemos estar peor en cuanto a gobiernos se refiere. Ponerme a describir los diversos cambios de administración y cómo han afectado a los países latinoamericanos sería como contar lo que a diario reseñan los diarios, y ese es su trabajo, no el mío en este momento.
Provenientes de Veracruz, los actores Julián Loredo, Alfredo Federico, Liliana Hernández, Damián Sastré, Eduardo Olacoaga, Emmanuel Flores Ramírez, Frank Forke, Rodrigo Hidalgo, Mehta Bourquin y Melina Luna conforman el elenco de «Shakespeare M», una obra que aunque se basa en un texto escrito hace más de 400 años, sigue hablándonos en el presente sobre un tema que no ha variado y que no es otro que el poder, su utilización y la manipulación de quienes lo detentan.
Los espectadores no solo disfrutan de una producción cuidada, con música, escenografía, iluminación y vestuario, sino que pueden reflexionar y asociar lo que sucede en escena con lo que pasa en la vida real, en México, Venezuela, Argentina o en los mismos Estados Unidos, porque lamentablemente la sucesión de un gobierno por otro no es garantía de una mejor calidad de vida para la población, sino – en muchos casos – representa un enroque y el ascenso de grupos ansiosos de poder que no se miden a la hora de saciar sus deseos, sin importarles a quienes deben dejar en el camino.
El poder puede ser una forma de vida, pero lleva consigo la traición de amigos, la corrupción de los ideales y – en más de un caso – un largo camino de muerte, o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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