El teatro siempre es una fuente de entretenimiento y conocimiento. Ir a una función escénica nos permite saber más de nosotros y de todo lo que nos rodea, por eso cuando a uno que no es argentino de nacimiento, pero si por adopción, le hablan del circo criollo, hay que escuchar y leer con atención para saber más de la cultura de esta nación.
El circo criollo – antesala del teatro argentino – era un espectáculo de dos partes: en la primera se mostraban actos de acrobacias, payasos y domadores, al estilo tradicional. En la segunda parte se realizaba una representación de un drama criollo de la época, Se menciona que «el primer y más famoso drama es el titulado Juan Moreira, que representa la historia del gaucho perseguido por la ley, tema anteriormente tratado por José Hernández en Martín Fierro».
La principal referencia de este circo criollo está en los hermanos Podestá, en especial José – Pepe – Podestá quien desarrolló características «propias de nuestras costumbres en sus espectáculos. Este uruguayo, nacido en Montevideo en 1858, comenzó como acróbata y luego se realizó como clown. Entre sus logros artísticos se le atribuye haber incorporado el baile del pericón en sus espectáculos y la representación del Moreira, la novela gauchesca de Eduardo Gutiérrez, que está inspirada en el gaucho Juan Moreira, quien fue muerto por la policía en 1874. José Podestá la representó durante varias décadas, convirtiéndola en uno de los éxitos históricos más importantes del teatro Argentino, siendo considerada una pieza fundamental en el teatro Rioplatense. También con su Payaso Pepino 88 desarrolló un estilo propio donde realizaba payadas y chistes políticos». En su honor se celebra el día 6 de octubre – fecha de su nacimiento – el día del circo en la Argentina.
Los grupos que desarrollaban este tipo de espectáculos iban de pueblo en pueblo montando sus carpas para representar sus actos, siempre con el tema criollo como sello personal de la época.
Por eso, que a algún grupo le encomendaran representar a un autor no argentino para uno de estos circos criollos podría haber generado roces entre los miembros de la compañía, porque no todos están dispuestos a cambiar los paradigmas, sino – por el contrario -mantenerse fieles a los principios que los formaron.
Esta posibilidad de representar a un autor de la talla de Miguel de Cervantes Saavedra, con su obra «Don Quijote de la Mancha» en un grupo ambulante de circo criollo es la premisa de Carajo Compañía Teatral Independiente, quienes desde Tucumán llegaron a Jujuy para mostrarnos las vicisitudes de unos actores que están convencidos que «Nunca se deben perder las ilusiones».
Nada mejor que el Entepola 2015 como escenario para presentar este espectáculo que nos habla, por una parte, de la vigencia del mensaje de Don Quijote, de mantener la ilusión, creer en la justicia, defender al débil, ser un eterno enamorado, y también nos hace replantearnos las convicciones tan arraigadas que muchas veces no nos dejan crecer y seguir adelante.
Mientras el dueño del teatro ambulante, Don Facón – interpretado por Manuel Garavat – es el encargado de anunciar a su compañía que incluirán la historia del Quijote en su repertorio, el payaso Zapatudo Malatesta – Fabio Velásquez – tratar de mantener las tradiciones del circo criollo, representando solamente autores argentinos. Pero el compromiso ya está asumido así que los cuatro actores andantes, los ya mencionados más Gatopardo – Sebastián Bulacio y Aleli – Daniela Villalba – la dama joven de la compañía, deben comenzar a adaptar la obra, pero primero deben leerla entre todos e imaginar cómo será el montaje.
La dirección de esta obra que se presentó en la Sala Teatral Jorge Accame está a cargo de Oscar Zamora, quien además es el dramaturgo, y nos sumerge en el mundo de los circos ambulantes, las condiciones de vida que deben enfrentar para entretener a las personas en cada lugar al que llegan.
Los actores no solo interpretan sus papeles, también hay teatro dentro del teatro, pues asumen las personalidades del libro escrito por Cervantes y hacen malabares, contorsiones, lo que les da una agilidad en escena muy propia del circo, con lo que el espectáculo gana en colorido y acción
Al final, todos entienden el mensaje de Don Quijote y lejos de rechazar a su autor por su condición de español, lo que no se ajusta a los patrones del circo criollo, entienden el sentido universal del texto y se disponen a ofrecer su arte a quienes estén dispuestos a pasar un rato de sano entretenimiento, sin olvidas que todos los seres humanos debemos siempre estar a favor de la justicia y el bien común.
Don Quijote en el teatro criollo argentino
Se equivoca el personaje interpretado por Velásquez al creer que en el circo criollo la imagen de Don Quijote no encaja, ya que leyendo más de la historia me encontré con un trabajo de Victoria Cox sobre «La figura del «Quijote» criollo en el teatro argentino de fines del siglo XIX y principios del XX, donde – entre otras cosas – menciona que «El sainete Don Quijote en Buenos Aires de Eduardo Sojo (1885) tiene su origen en la zarzuela española. En esta obra Sojo realiza una sátira del momento político y añade a la zarzuela el habla y el color local. Lo interesante de esta pieza es que en ella aparece por primera vez en el sainete la figura del «Quijote.» Eduardo Sojo explota la figura del Quijote con el fin de realizar una crítica mordaz del gobierno de Julio Argentino Roca (1880-1886)».
Por otra parte, «Carlos Mauricio Pacheco en Don Quijano de la Pampa (1922) y Alberto Vacarreza en Chacarita (1924) recurren a la figura del Quijote para expresar el recelo que siente el «criollo» hacia el extranjero. Estas obras reflejan el contexto político de la época. La Argentina durante los años veinte era un país marcado por tensiones políticas y sociales mucho más graves a las presenciadas por Eduardo Sojo.
Sin embargo, en su estudio Cox propone examinar «cómo los tres sainetes producidas entre 1885 y 1924 reúnen en el personaje del «Quijote» el recelo ante el extranjero, el nacionalismo y la expresiones xenofóbicas de la época», lo que va contra los sentimientos de lucha por la justicia, los ideales y valores de los que se habla en Quijotes Criollos
Por ejemplo, en las obras de Carlos Mauricio Pacheco y Alberto Vacarreza, a diferencia de la de Eduardo Sojo, la relación entre el «criollo» y el extranjero es violenta pues ambos grupos compiten dentro de un campo laboral restringido.
Ya sea que uno utilice al hombre de la triste figura (Don Quijote) para enarbolar los valores de la justicia, la lealtad, o para hablar de xenofobia, violencia o recelo, lo cierto es que la literatura es una herramienta para abrir la mente explorando otras realidades y en el caso del teatro, es un vehículo para expandir nuestras conocimientos, nuestra cultura y nuestras experiencias, haciendo que seamos mejores seres humanos, o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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