¿Qué es ser normal?, ¿acaso existe un patrón para definir lo que debe ser el comportamiento humano? ¿Es posible modificar el comportamiento de las personas para hacer que realicen tareas que en otras condiciones no harían?
¿Somos los seres humanos conejillos de indias como los perros de Iván Pávlov?
Estas preguntas que pueden parecer filosóficas no lo son tanto cuando uno ve la obra teatral «Un hombre Normal» de Román Sánchez, que se presentó como parte del 3er Encuentro de Lectura en Voz Alta, celebrado durante el mes de septiembre en el Centro Cultural El Foco, en la Ciudad de México.
El planteamiento del autor – y también director de la lectura dramatizada – es si es posible que un psiquiatra influya en su paciente hasta el punto de lograr confundirlo y pensar que lo que sucede a su alrededor es producto de su mente y que la única manera de acabar con su «sufrimiento» es quitándose la vida.
Pero ¿qué pasa si este supuesto especialista que debe ayudar a su paciente a mejorar lo que en realidad está haciendo es un «experimento»? La mente humana aunque ha sido estudiada con regularidad y profundidad sigue siendo un gran misterio y eso que llamamos comportamiento normal, puede esconder a un psicópata que busca jugar con sus víctimas como «el gato y el ratón».
Dos personajes se enfrentan por el control psicológico de la escena. Uno es lo que llamamos una persona «normal», pero que comienza a sentir como su vida gira en el peor de los sentidos cuando se ve invadido en su privacidad por un psiquiatra que se transforma en su sombra y lo aísla de todos, con la excusa de estarlo ayudando en sus problemas de adaptación social.
El otro personaje – el psiquiatra – parece la oveja blanca que solamente busca curar a su paciente de sus delirios de persecución, o fobias al contacto social, pero como de donde menos se espera saltan los coyotes, nada es lo que parece ser durante los 60 minutos de la lectura dramatizada, que está en fase de producción y ajuste para levantar el telón de manera formal.
El texto está bien escrito y – como una buena novela de suspenso o una tragicomedia- el espectador o lector no sabrá quién es normal y quién no hasta el final – si es que podemos hablar de seres normales en la sociedad actual – cuando presenciamos que todos podemos ser capaces de acciones que no creemos posibles, lo que no deja de crear una sensación de susto y miedo en quienes presencian el duelo entre estos dos seres que se mueven en escena como en un ring de boxeo, analizando los movimientos del otro, provocándose entre sí, buscando el punto débil del contrincante para atacarlo y…
Ajá, no crean que les contaré el final. Es preferible que lean la obra o – mejor aún – que esperan a que esté ya en temporada, no quiero arruinar el final, porque al igual que en el «gato y el ratón» solo busco estimularles el interés y jugar con sus mentes, porque esta es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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