El gaucho – mezcla de sangre entre el español y el indígena – es considerado una especie de vagabundo de la pampa, que a pesar de ser rústico se destaca por defender su honor y demostrar valentía en circunstancias de peligro.
Se le conoce como un hábil jinete y criador de ganado, de carácter reservado y melancólico, teniendo al caballo como su mejor compañero y toda su riqueza.
El lenguaje del gaucho al hablar está lleno de comparaciones de situaciones humanas con hechos de la tierra (animales, plantas, clima). También se caracteriza porque abunda en refranes y dichos a modo de enseñanzas o moralejas.
El gaucho sabe más por viejo…
Una de las principales características del gaucho es su palabra, su solidaridad y su capacidad para hacer favores, como lo representa el viejo Miseria, un hombre que a pesar de no poseer bienes materiales siempre está dispuesto a compartir lo poco o mucho que tenga en sus bolsillos.
El viejo miseria tiene una hermana que no está de acuerdo con la manera de ser de su hermano. Lo reta constantemente por esa pasividad y no importarle lo material, lo que provoca que en el hogar donde ambos viven haya necesidades.
Pero todo cambia cuando a la puerta de Miseria llegan nada más y nada menos que San Pedro y el mismísimo señor Jesucristo, quienes cansados de andas por la Tierra piden posada en la humilde vivienda, donde son atendidos los hermanos que comparten lo poco que tienen, lo que motiva al Señor a concederle tres gracias al humano en retribución por su manera de ser.
Pero los dones que le entregó el Señor lo ponen en aprietos, ya que hasta la misma muerte llega a su casa para llevárselo.
Hay situaciones de humor y sabiduría popular porque aunque el gaucho sea de pueblo más sabe por viejo que por diablo, para al final salir bien librado de los enredos en que se mete, o lo mete Fernando Balderacchi, quien realizó una versión libre del relato de “Don Segundo Sombra”, Ricardo Güiraldes, para que los alumnos de la Escuela de Teatro Tito Guerra se lucieran en la pieza «El viejo miseria» que se presentó en calidad de adhesión en la Gruta Artes Escénicas dentro de la 31 Fiesta Provincial del Teatro.
Mónica Tintilay, Matías De la Cámara, Graciela Fleming, Nadia Ibáñez y Lucía Millán Calisaya asumen los personajes de esta obra costumbrista bajo la coordinación de Fernando Balderacchi, Armando Espejo y Bernardo Brunetti.
En este montaje hay muchas risas y – en general – buenas actuaciones, aunque en algunos casos se notaron deficiencias vocales y de pronunciación del texto, pero afortunadamente ellos están fogueándose para demostrar sus cualidades interpretativas y por eso es bueno que suban a escena con obras tanto locales, como nacionales y de autores internacionales porque eso les ayudará en su crecimiento como artistas, lo que solamente se logra con el trabajo constante, así que ojalá sigan por ese camino y que sus futuras presentaciones muestren mayores progresos, porque solo la práctica hace al maestro.
La mujer ajena se respeta
Si algo tiene el gaucho es que es dado a la familia, le gusta proteger a los suyos y no acepta ofensas de nadie, por lo que a veces prefiere «poner pies en polvorosa» antes de que la sangre llegue al río.
Por este motivo del honor y la preservación familiar, el gaucho es capaz de abandonar su tierra y buscar nuevos horizontes, más si en su lugar de origen la situación económica no es la mejor, por culpa del patrón que no hace otra cosa que aprovecharse de él, aunque sea su amigo y compadre, más si este último está pretendiéndole a la esposa.
Lo que encuentra el gaucho en la ciudad es tan distinto que debe vivir en una zona donde la luz se va constantemente y el agua… también, por lo que los días no son fáciles para sobrellevar la vida en la capital.
Efrain Quinteros escribió y dirigió Qué te pasa compadre, obra el grupo Yuraj Uya presentó en el Teatro Mitre como parte de la selección oficial de la 31 Fiesta Provincial del Teatro
Con las actuaciones de Belén Álvarez, Carlos Soraire, Martín Reynaga y Efraín Quinteros esta pieza habla del abuso de confianza y poder de parte del compadre, que valiéndose de su posición económica quiere quedarse con la “prienda” de su amigo.
Pero el gaucho real es más inteligente y se escapa a la ciudad para mantener su amor de pareja. Sin embargo, el compadre los encuentra pero no cuenta con la astucia natural del gaucho quien le enseña a respetar a la mujer ajena, todo con una moraleja, de que todo tiempo pasado fue mejor, o ¿tal vez no?
Un montaje con mucho de humor y utilización de vestuario y máscaras como si se tratara de una compañía andante de teatro que va de pueblo en pueblo mostrando la obra, lo que hace que el espectáculo sea atractivo visualmente, generando una sensación de teatro itinerante.
Al final, como en la obras costumbristas, la fuerza del amor de la pareja hace que todo finalice bien y ellos quedan juntos, mientras el compadre debe regresar solo al pueblo.
Mediante dos obras de teatro los espectadores pudieron conocer algo de la sensibilidad de los guachos, sus ambientes, preocupaciones, maneras de ser, su oficio y eso es – en parte – lo que busca el teatro, ser un reflejo de un tiempo y una época, o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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