Transcurre el año de 1840, en la plaza Belgrano de San Salvador de Jujuy, aunque no relataré un hecho histórico sí diré que el gobernador Arístides Agudo necesita de alguien para nombrarlo como su ministro de Gabinete, su segundo pues. El problema es en quién confiar la tarea, que no sea muy avezado, sino por el contrario sea más bien «manipulable».
Como nunca antes la frase “detrás de cada gran hombre hay una gran mujer” se aplica en este caso, pues Doña Santos, la señora del Gobernador, sabe de los laberintos del poder y cual Claire Underwood en House of Card, le propone a su marido el nombre de Cleto Manso, alguien que responde con creces a su apellido.
Detrás de Manso está Doña Remedios que olfatea posibilidades económicas y políticas en el nombramiento, por lo que apura a Cleto a que acepte la oferta, aunque este no está muy convencido, porque es mucha responsabilidad y lo de él no son estas lides.
Se produce entonces el encuentro entre los dos hombres (aunque ellos se conocían desde niños) y más por imposición de su esposa que por convencimiento propio, Cleto Manso se transforma en vicegobernador de Jujuy. Las familias celebran y comienzan las negociaciones para ver qué miembros de cada familia ostentan los cargos públicos.
Pero el gobierno no solo es para repartirse el erario público sino para hacer obras en beneficios de la colectividad, aunque hoy en día es difícil separar una cosa de la otra, y la gran decisión de Agudo es modernizar la capital de la Provincia mediante la colocación de un reloj en la torre más alta. La idea no es mala, porque daría algo de orden en el tiempo de la población, pero tampoco es una obra como para resolver los problemas de la gente.
Sin embargo, así son las decisiones oficiales y el reloj se construye y el encargado de darle cuerda a tan moderno artefacto no es otro que Manso y así – como lo recalca el apellido del funcionario – transcurre la vida en Jujuy…hasta…
Llegada la la hora de discutir quiénes serán los diputados que irán a representar a la Provincia en la capital de la República comienzan los problemas, pues tanto el Gobernador como el Vicegobernador quieren tener la última palabra…. bueno más bien sus respectivas esposas que interceden por enviar a sus familiares.
No hay acuerdo y la relación de convivencia política se quiebra – sin alusiones a tiempos modernos – por lo que ambos bandos comienzan una guerra en contra del otro sector y utilizan a la población para generar adeptos y consignas de traición y apoyo a uno u otro
Cleto, que ya deja de ser un poco manso, huye a Salta y se lleva la llave del famoso reloj, que termina deteniéndose, como lo hace el pueblo, que solo se preocupa por la pronta puesta en marcha del bien más preciado de la colectividad.
La lucha entre Manso y Aguado provoca un estado de sitio, una conmoción y hasta una guerra donde intervienen los gauchos salteños, todo en nombre de la política y la ambición…
Este breve resumen es la historia que en la actualidad está girando por la provincia de Jujuy, y hasta Catamarca ha llegado, que con el nombre de El Reloj de la Discordia representa la primera coproducción del 2016 del Teatro Nacional Cervantes con los diferentes organismos culturales del país. Es así que la décima temporada del programa de coproducciones comienza con esta obra, en conjunto con el gobierno de Jujuy.
El Reloj de la Discordia es una adaptación realizada por Edmundo Asfora – referente del teatro jujeño, aunque él haya nacido en Tucumán y que falleció en Jujuy en el 2014 y no en 1914 como menciona el programa de la mano – quien se basó en el cuento La Revolución del Reloj de Daniel Ovejero (no Antonio como menciona el programa de mano), cuentista jujeño, para crear esta pieza teatral costumbrista que nos habla del poder y de la corrupción o nepotismo cuando se está en funciones oficiales…Cualquier semejanza con realidades actuales, pareciera no ser tan coincidencia, porque el reloj termina siendo una excusa para hablar de la verdadera discordia: la repartición de la cuotas de poder entre políticos y cómo poco importa el pueblo – al que se deja sin saber la hora – cuando se quiere acabar con el adversario.
Para la selección del elenco de esta obra se hizo una convocatoria abierta y la directora Tina Serrano escogió a los mejores actores de la Provincia, calidad que se puede apreciar en los roles principales interpretador por Sergio Etcheverry (Arístides Agudo), Gabriela Bertolone (Doña Santos), Juan Castro Olivera (Cleto Manso) y Fabiola Quintos (Doña Remedios), quienes llevan el peso de la obra y resaltan las féminas por ser el poder detrás del poder y ejercerlo sus influencias sin perder la condición de Señoras. Etcheverry es muy comedido y centrado en su papel, mientras que Olivera va transformándose de un ser tímido al inicio de la obra en un hombre que toma decisiones, aunque sin dejar de escuchar detenidamente la opinión e Doña Remedios.
Completan el elenco Adrián Limache (El canillita/El farolero); Sara Pérez (Doña Benita); Patricia Lubel (Niña Dorotea); Natalio Bognanni (Cura/director de orquesta); Iván Santos Vega (Renahuaco); Nelson Argamonte (El Gaucho salteño cotudo) y Andrea Bonutto (Sor Luz) quienes dan vida a los distintos estratos sociales que conforman Jujuy. En el caso de Patricia Lubel habría que hacer un paréntesis porque sus condiciones histriónicas no sobresalen en este pequeño papel y podría haber tenido una mejor participación, aunque entendemos que los roles femeninos principales solamente eran dos y están muy bien interpretados, pero creo que se desaprovechó su talento.
La directora hace una puesta sencilla, sobria, muy acartonada, sin que los personajes tengan muchas opciones de movimiento lo que hace que el montaje se vea plano, sin profundidad escénica. Todo muy correcto pero con olor a viejo, a naftalina, a propuesta antigua, así me digan que la intención de la directora era precisamente hacer una puesta que recordara el retablo o la comedia criolla, el resultado no es el deseado.
En el caso de la escenografía se nota que se buscó que fuera funcional, sin que por ello perdiera elegancia y color. Un buen trabajo de Jorge Ferro (responsable también de la iluminación y el vestuario) que permite el desmontaje y traslado de todas las piezas de una manera organizada sin tantas complicaciones.
También integran el trabajo artístico por parte de la secretaría de Cultura de la provincia, Noemí Salerno (maquillaje); Raúl Tevis (Peinados) Juan Martínez (asesoramiento musical) mientras que en la realización están Edith del Rosario Villarrubia (escenografía y utilería); Miriam Triana (Vestuario); Alejandra Castillo (teatro de objetos) y Cecilia Adriana Lamas en la asistencia de dirección.
La producción por parte del Teatro Nacional Cervantes está a cargo de Rosa Calentano; la producción es de Sergio Díaz Fernández y Martín Villegas. La fotografía es de Gustavo Gorrini y Mauricio Cáceres, mientras que el diseño gráfico por el TNC es de Verónica Duh y Ana Dulce Collados. Por último, la ilustración de tapa es de Soledad Rojo.
Cuando se hizo la convocatoria para integrar elenco y equipo técnico de El reloj de la Discordia, la versión que se tenía para el montaje era la adaptación de Manuel Maccarini sobre la obra de Asfora y que se llamaba «Un Tiempo para todos», que según leí era más una farsa esperpéntica, donde “don Arístides Agudo y don Cleto Manso eran dos enormes muñecos manipulados por sus respectivas esposas, mientras el pueblo, como el batallón de honderos, son un conjunto de personajes-muñecos, en perspectiva geométrica y están articulados por un solo actor que los lidera; de igual manera, los músicos de la retreta son un conjunto de marionetas que juegan dentro del odeón por los hilos que mueve el director de orquesta. El gallo cantor es un títere de vara. El caballo del gaucho cotudo es de aquellos que, como un chaleco, usaban los actores medievales”, según las indicaciones del adaptador. Sin embargo, parece que al final se decidieron por una puesta más costumbrista.
Hay dos momentos musicales que sacan a los espectadores de situación. El primero al inicio de la obra, hay una canto / recital a la Pachamama como invocando sus buenos augurios para que la representación salga bien, eso en el mejor de los casos, porque si uno lo ve desde el aspecto estético, no hay mucha relación entre lo que dicen los actores en ese momento con el resto de la obra. El segundo momento musical es el final de la obra, cuando al concluir las rencillas el pueblo se vuelca a las calles a bailar el carnavalito, algo fuera de contexto temporal y espacial, porque en ningún momento se menciona que estemos cercanos a la festividad y la música es demasiada moderna para el momento en que transcurre la obra.
En esta primera experiencia del 2016 entre el Teatro Nacional Cervantes – considerado el único Teatro Nacional de Argentina, como lo menciona el programa de mano de la obra – quedan algunas preguntas sin respuesta pues si se toma en consideración la relevancia de este Programa y de la inversión para este montaje – off de record se mencionaron 800 mil pesos – ¿no hubiera sido mejor un montaje menos acartonado?, o una producción que por su complejidad y desarrollo fuera imposible de llevar a las tablas de Jujuy por una agrupación regional. Tomando el nombre de Cervantes ¿no hubiera sido mejor un clásico con alguna propuesta estética que solamente el Teatro Nacional pudiera costear?
Lo cierto es que algunas otras producciones regionales se han retrasado porque en el elenco de El Reloj de la Discordia está lo más representativo en cuanto a actuación en la Provincia, muchos de ellos también cabezas de grupos y por eso el 2016 no ha tenido la presencia escénica como – por ejemplo – la del 2015, eso sumado a problemas económicos por los que atraviesa la Nación y otros que parecen ser de índole político. Como esta obra está en gira por Jujuy es una buena oportunidad para verla cuando estén en las distintas localidades de la Provincia, porque el teatro es un arte que debemos apoyar. Mientras más acudamos a las salas mejores espectadores seremos y en esa misma medida podremos exigir más de quienes se dedican al noble oficio de asumir una personalidad para contarnos historias y transformarnos como seres humanos, o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
PD: Un extracto de la obra presentada en la Casa de la Cultura de El Carmen, el 14 de julio del 2016.
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