Decía Hugo Gutiérrez Vega que para él el teatro «fue una experiencia enriquecedora, la posibilidad de dejar de ser uno mismo es siempre muy hermosa».
El teatro, más allá de la representación en grandes escenarios, permite a los seres humanos transformarnos, ser agentes culturales y sobre todas las cosas permite que en el plano individual las personas sean creativas, sensibles, que logren a apreciar el arte, contribuyendo al espíritu creativo y social.
Para los jóvenes, el teatro es una forma de potenciar y perfeccionar las capacidades de expresión y comunicación centrando su atención no sólo en las habilidades lingüísticas, como leer, escribir, hablar, escuchar sino que también se desarrolla la habilidad de comunicar que es esencial para un desarrollo óptimo tanto individual como colectivo de una comunidad joven y adulta.
En la creación del Teatro en Jujuy, no solo están involucrados los actores, escenógrafos, directores, dramaturgos, sino la gente que no sabe de este mundo, pero se siente motivada a conocerlo, por las razones que sean, además de que mientras más se conozca de esta expresión artística mayor número de personas estarán interesadas en asistir porque tendrán un lenguaje común y podrán hacerse comunión en una sala.
Qué se está haciendo en la Provincia para lograr estos objetivos va más allá de una escuela de teatro, o de un profesorado, porque son los mismos creadores los que deciden compartir sus conocimientos sobre este oficio lo que genera la empatía en otros y así ganamos público, actores y gente interesada en participar en la fiesta escénica.
Por ello, conversé con tres referentes del teatro de Jujuy, Flavia Molina, Omar Lafuente y Noemí Salerno, quienes dedican parte de su tiempo a formar a otros desde sus respectivas vivencias y ópticas.
Experimentar el cuerpo de forma práctica y lúdica
Flavia Molina es bailarina, cantante, mimo y docente. Su formación viene desde la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán, y su mirada a la hora de instruir está dirigida al cuerpo, a lograr la plasticidad necesaria para que el actor asuma desde el interior lo que el personaje le pide.
El objetivo de su curso, dictado en el centro El Ombligo, un espacio para la experimentación con el cuerpo y sus posibilidades, es que Flavia buscó que los asistentes desarrollaran su capacidad de conectarse con el “aquí y ahora”, para ello es preciso que el cuerpo del actor sea capaz de creer, de “estar en situación” y eso lo logra a partir de diferentes ejercicios corporales, vocales, de improvisación de forma individual, en dúos o de forma grupal.
¿Qué buscas con estos talleres?
El teatro no es algo que uno aprende y que después tienes que sostener simplemente con la producción, sino que hay un lugar constante de formación, de laboratorio, de exploración, porque somos materia que va cambiando, entonces como sujetos y objetos de nuestro propio arte tenemos que ir siendo conscientes de esa transformación y entonces tenemos que darnos espacio para poder escucharnos, trabajar con nosotros, con nuestro cuerpo, con nuestra voz entonces desde el vamos es tanto para mí como mi acción de abrir un espacio, que hace mucho que no lo hago, de actuación, tiene mucho que ver con eso, al margen de lo técnico, al margen de los procedimientos y toda la gama de procedimientos técnicos, tiene que ver con un hacer evidente que el trabajo del actor requiere espacio de formación.
En el caso de este taller yo hice un recorte para trabajar con método desde las acciones físicas, pero como yo tengo mucha formación desde la antropología teatral, entonces hago una primera parte de trabajo más expresivo, es un trabajo que hice yo misma de filtro, de ejercicios que a mí me funcionaron muy bien y que los empecé a explorar para compartirlos, para que los estudiantes puedan probarlos y ver qué les pasa corporalmente y vocalmente en esos ejercicios.
¿Qué buscan ellos con el taller?
Según dijeron, muchos están «ávidos» de actuar y por eso tienen ganas de tener herramientas para actuar y muchos que ya actúan, querer generarse ese espacio para volver a escucharse, volver a recibir material, cosas nuevas, renovarse. En el grupo justo hay un bailarín, una actriz que ya labura hace mucho tiempo y tengo dos personas que son actrices más jóvenes. Entonces tú ves que hay necesidad de tener más herramientas de renovar las que quizás ya tienen, de darse ese espacio de escucha y de trabajo
¿Qué le falta a los actores jujeños?
Yo lo que creo que hace falta es el trabajo vocal, pero que es cultural porque estamos como muy agarrados con nuestra voz, mi poca explorada, tenemos pocos espacios digamos… a no ser que hagas canto, la narración, el contar, el cantar, el hablar y jugar con el lenguaje no se genera en la vida cotidiana y hay que generar esos espacios. Esos espacios están faltando mucho, donde el actor pueda jugar con la voz, trabajar mucho.
Reconocer también que necesitás trabajo vocal, porque hay actores que los vas a ver actuar y no se les escucha, no se les entiende y no lo reconocen, lo reconocés voz como espectador especialista, pero tampoco hay mucha oferta acá, o tenés que salir a tomar clases a otro lado o generarte tu propio espacio de laboratorio, donde vos mismo vas trabajando la voz. Yo creo que los actores, actores de aquí de Jujuy no son muchos, somos pocos. Vos que sos de afuera te habrás dado cuenta los buenos actores, los que trabajan todo el año, los que sostienen producciones no son muchos, al contrario, yo creo que por eso se hace necesario y es mi proyecto abrir un espacio de actuación anual y que empiecen a haber espacios de actuación anual y me parece fantástico que haya esos espacios de formación donde empiecen a surgir nuevos actores, nuevas gentes que se interesen por la actuación, porque tenemos como gran cantidad de personas, que se acercan al profesorado de Teatro, pero que no es un espacio específico de formación en actuación, es un profesorado, y después está la Tito Guerra que ahora hay camadas que vienen con mucha gente, cosa que es buenísimo, hay gente que tiene bien claro que quiere ser actor y hay que buscar las maneras, me parece que eso hay que trabajarlo a nivel institucional de cómo empezar a hacer que esos estudiantes que se formaron en la actuación, empiecen a integrarse en los grupos independientes que hay acá en Jujuy.
¿Qué pasa con la dramaturgia en Jujuy?
Aquí los actores escribimos nuestros textos, en general escribimos. Terminamos escribiendo nuestros textos, creo que tenemos una necesidad muy grande de escribir, quizás nos falta un poco de formación, en dramaturgia, pero no en el sentido clásico, o quizás generarse redes de gente que escribe y quiera encontrar como su propia línea estética, porque no todos tenemos que escribir igual. Acá en Jujuy hay muchas obras de autores jujeños y tenemos muchos autores y son textos muy buenos. Creo que Jorge Accame lo representan en toda la Argentina. Creo que los que escribimos acá en Jujuy deberíamos pensar qué tipo de formación quisiéramos tener, porque lo tuvimos en algún momento en el año 2005 (aproximadamente) que vinieron como muchos dramaturgos a darnos capacitación y estuvo buenísimo. Vino gente de Rosario, de Tucumán, de Buenos Aires y de ahí se generaron como mucha gente, que es la que escribe hoy Juan José Aramayo, Juan Castro, Renata Kulemeyer, pero además creo que estaría buenísimo que si se vuelve a generar esos espacios de formación empiece a surgir otra gente nueva, que tiene ganas de escribir también.
¿Dónde se forma el actor, del cuerpo, del texto, de la orientación del director?
Para mí es un trabajo dialéctico, de varios puntos, no hay un lugar y creo que no deberíamos quedarnos en un solo lugar ¿no? Yo como actriz creo eso, me parece que es como una necesidad la de actuar y de no dormirte, quedarte, en lo fácil, en lo que ya resolviste, sino seguir buscando, generando cosas novedosas es lo que te hace ir buscando directores, propuestas de formación, disciplinas, yo por ejemplo estoy entrenando ahora con artes marciales, también hago danza, aunque yo lo que quiero hacer es teatro, pero encuentro en estas esas disciplinas lugares para yo misma enfrentarme, confrontarme y ponerme a tono, corporalmente. Me parece que está bueno también y que comenzó una etapa buena en Jujuy, de que la gente se está abriendo más, entonces hay más lazos de comunicación entre personas que no son de grupos tradicionales, de romper los grupos, generando alianzas creativas, interesantes entre diversas generaciones, mezclando a quienes se formaron en otras provincias con gente que se quedó en Jujuy y empiezan a surgir cosas interesantes.
“Un entrenamiento al alcance de cualquier persona”
Para quienes están en la tarea de compartir experiencia y formar nuevas generaciones de actores hay una gran preocupación por hacer que la enseñanza sea un proceso de «juego», de placer, sin olvidar que el teatro es también un arte para generar conciencia social, transformar sus propias realidades y la de su propio entorno.
En el teatro El Pasillo el escenario fue el centro de encuentro para que Omar Lafuente se encontrara con jóvenes y no tan jóvenes pero que tenían un tema en común: querer saber más del teatro y conocer qué puede hacer el arte por ellos.
¿Qué buscas con este taller?
Ir a los orígenes del teatro. Yo comencé de esta manera. De la manera en que creo que están comenzando ellos, con la inquietud, de conocer, de saber cómo es. Con qué me voy a encontrar. Hay como una expectativa de vincularse de alguna manera con el teatro. Es para muchos un sueño postergado, o anhelo o ganas.
Quisiera que la gente se acerque al teatro desde mi recorrido, con una técnica bastante sencilla, trabajando el espacio, la concepción, la voz, el movimiento, utilizando la música como un recurso importante dentro de ese trabajo.
Este taller está destinado a gente que no tenga experiencia, cosa de que puedan trabajar aspectos base de lo que es el teatro, el encuentro primario con un escenarios, con pararse allá arriba, con vincularse con el otro, con integrarse, con perder ese miedo y tratar de acostumbrarse a ese cuerpo ahí arriba, al volumen, a expresar aquello que en la vida diaria uno no puede hacer.
Encontrar un nuevo lugar para socializar, para decir cosas, para denunciar otras cosas.
¿Del lado de ellos que creen que buscan?
Básicamente creo que todos buscan es probarse acá arriba, lanzarse a «la pileta» y ver que hay, con que me encuentro ahí para mí. Creo que todos tenemos ese «bichito» que nos hace preguntarnos ¿qué me puede dar el teatro? ¿Qué voy a encontrar?
¿Qué le falta al actor jujeño?
Creo que nos falta un entrenamiento, no básicamente con las técnicas teatrales, digo un entrenamiento con el cuerpo. El actor su instrumento es el cuerpo, entonces buscar alternativas, si no es con las técnicas teatrales mantener el cuerpo vivo y reconocerlo, cuidarlo, el instrumento de la voz. Me parece que por ahí viene la mano, porque creo que a veces cuando uno va a ver un espectáculo a veces ese cuerpo vibra allá arriba es lo que no se ve, hay como un cuerpo que tiene como una energía que está no sé si apagado, pero como que no está activa.
El trabajo de la voz es un trabajo como todo, es un proceso importante y largo y de nunca parar, entonces también hay que tener cuidado. Nuestra voz es muy introvertida – podemos llamarlo así – el jujeño es como que habla muy para «adentro» más que para afuera y el teatro necesita todo lo contrario, necesita «sacar todo eso», entonces corremos con esa desventaja a veces. Es un trabajo que tenemos que hacer, sobre todo los docentes y eso ya depende de cada uno. La ejercitación, tomar clases de canto, clases de respiración.
A veces puedes ver que sí ese es un problema que tenemos, pero ojo que en producciones de otras provincias también he visto el mismo problema, es un problema general el tema de la voz, que uno tiende a no proyectarla.
¿El trabajo del actor viene dado más por el cuerpo, el director o el texto?
Es una mezcla de todo, sobre todo en estos últimos tiempos, es un trabajo interdisciplinario. Ya uno no puede independizarse del cuerpo, del texto y del director, es un combo, es una unidad de trabajo que es fundamental.
Yo estoy muy acostumbrado a que me dirijan, a que me vean, me lleven por distintos caminos, que me digan qué hacer y yo decirles qué puedo hacer, mostrarles y decirles me pedís esto pero también tengo esto otro y el texto es algo que está volviendo, que hace unos años se había no perdido pero sí como se le había «bastardeado», como que los textos clásicos ya no estaban de moda, que para qué el texto, que había que trabajar el cuerpo, as emociones, pero esa fue una época y ahora se está volviendo al texto, que tenga un peso, tenga una cosa que decir, que tenga que denunciar, con qué reflexionar, cuestionar el aquí, el ahora.
¿Cómo está la dramaturgia de Jujuy?
La dramaturgia de Jujuy que yo conozco es variada, hay varios autores que tienen sus formas, está Jorge Accame, Renata Kulemeyer, ahora Juan Castro, de los que están escribiendo y uno puede ver producciones. Creo que hay un crecimiento, no sé si acompañado con lo que sucede o no, pero mientras se escriba. Es fundamental que se siga haciendo. Se está escribiendo mucho y no se está poniendo en escena lo que se escribe. Hay muchos textos escritos, pero no están todavía representados. Otros como Patrimonio, que ganó un premio y está en cartelera permanente.
Teatro para mujeres de más de 30 años
Pareciera el título de una película de Pedro Almodovar, pero no, es el nombre con el que la actriz, directora y docente Noemi Nélida Salerno ha bautizado su taller buscando aprovechar todas las posibilidades que ofrece la creación de personajes, la improvisación de situaciones y fundamentalmente el humor, para realizar los ejercicios a las que llama juegos, algo en lo que se asemeja a la propuesta de Lafuente.
Al conversar con Noemí se nota el interés no solo por transmitir sus conocimientos de más de 40 años en el teatro, a través de la docencia y del Profesorado de Teatro, sino que hay un querer ayudar a aquellas mujeres que no tienen claro qué quieren hacer en sus vidas a esta edad, aunque asegura que lo de ella no es el psicodrama ni la terapia grupal, sino el teatro en su más puro estado.
Nadie es más libre a la hora de crear como las niñas o las adolescentes y eso, lamentablemente, se va perdiendo como maduramos, así que el inicio de este taller es reencontrar a la mujer con esa niña que una vez fue y que se divertía con alegría y libertad.
No hay que olvidar que el teatro es a fin de cuentas un arte grupal «nos permite encontrarnos, divertirnos, reír, jugar, crear y tomar conciencia de nuestras posibilidades de entablar vínculos expresivos a cualquier edad. Realmente lo pasamos muy bien, es muy importante deshacernos de los estereotipos que nos llegan de los canales de televisión nacionales, quiero decir con esto que todas podemos hacer teatro, independientemente de la edad y de la imagen impuesta».
¿Por qué mujeres de más de 30 años?
Solo para estar más cómodas. Estamos en una edad con padres grandes e hijos grandes, adolescentes. Es una etapa en la mujer bastante conflictiva en algún momento. Tienes el cansancio del arrastre del trabajo, de la vida, de todo lo que has venido acumulando y me pareció que era un grupo interesante para trabajar desde el teatro. No son grupos terapéuticos, yo hago teatro y enseño teatro, pero la maravilla del teatro es que te permite poder jugar poder explorar esa niña que llevas dentro, esa adolescente.
Me pareció un grupo interesante para trabajar, sin intención de formar actrices para que vayan a escena, específicamente haciendo un trabajo teatral. Este es el quinto año que doy este taller. Cada vez vamos profundizando más en temas que tienen que ver con técnicas de actuación, con algunas escuelas de actuación, el trabajo de la voz, la creación y el abordaje de textos.
¿Qué aporta el teatro a las mujeres de 30 años?
La posibilidad de explayarse, de jugar, de estar en un grupo entre mujeres, donde van apareciendo, a través de los juegos, distintas temáticas que nos interesan o en algunos casos la posibilidad de inventar, de crear, de imaginar. Entonces vivimos dos horas de juegos, de risas, yo siempre trato de llevar todo para el lado del humor, evito las charlas políticas, evito las cosas que van muy a lo profundo de lo trágico, no hago psicodrama, hago teatro.
Trato de aportarles las experiencias que yo traigo de 40 años de teatro, entre talleres, la enseñanza, la actuación, algunas incursiones en dirección, en fin a mí me interesan varias cosas: pasar un buen momento, que la gente pase un buen momento, que ame el teatro y también tratar de formar espectadores, que es algo que falta mucho en Jujuy y con los grupos de talleres que he tenido terminan yendo al teatro con su familia, con una amiga y me parece que es un movimiento que se tiene que dar, que los jóvenes participen del teatro, que aprendan a hacer teatro, que nosotros sigamos perfeccionándonos, aprendiéndonos dentro de este medio bastante complicado, porque es muy chico, porque tenemos pocas posibilidades, porque agarramos lo que podemos cuando viene y me parece que está interesante.
¿Qué buscan ellas en el teatro?
Al principio no saben muy bien, luego cuando descubren que pueden hacer de otro, que pueden crear un personaje, transformar el espacio, que pueden comunicarse de una manera diferente diciendo y haciendo cosas que por ahí nunca se animaron lo disfrutan mucho. Se sienten muy bien. Se van con mucho entusiasmo. Me cuentan que les cuesta dormirse, que están toda la semana pensando en lo que podían haber dicho en la improvisación que no dijeron y en general les hace muy bien, cosas como que me alegro la vida, me cambio la vida. Hay una señora mayor que tiene casi 80 años y los hijos y los nietos por todos los medios la mandan que vaya al taller, porque su abuela tomó una manera de comunicarse diferente. Hay una señora que hizo un año y al año siguientes decidió que no seguía porque le complicaba la vida al marido trayéndola y los hijos, ya casados, se reunieron el papá y le dijeron No papá, mamá cuando hacía teatro era otra. este año que no hace teatro otra vez se queja de esto o de aquello, cuando hacía teatro se maquillaba, se vestía, salía, así que el teatro es un arte complejo, variado en el que la imagen, el sonido, la creatividad, la imaginación todo se junta y la señoras descubren que hay un mundo distinto.
¿Qué le falta al actor de Jujuy?
En general creo que nos falta una formación en el tiempo. Todos hacemos talleres pequeños, con algún maestro que viene. El más grande que yo hice ha sido de tres meses. Yo creo que nos hace falta una gran formación en relación a Tucumán. Nuestra manera, nuestra estética. Mi hija es egresada de Tucumán, es licenciada en teatro y está trabajando en Buenos Aires. Ellos tienen carreras de teatro, entonces son meses de trabajo. Empiezan desde lo básico y terminan más alto. Nosotros tomamos un taller con uno que viene un fin de semana, el otro, yo creo que nos falta una formación constante y un saber elegir qué quiero hacer, cómo lo hago. Herramientas, más bien nos manejamos con algo de lo que sabemos y mucho de intuición.
Conversar con Flavia, con Omar y con Nohemí es estar con personas que aman lo que hacen, el teatro, y que están convencidas de la necesidad de una formación constante, pero principalmente entienden que todas las personas deben acercarse al teatro, porque «es como la misa; para sentir completamente sus efectos hay que ir frecuentemente.”, según expresaba Émile-Auguste Chartier (Alain) y en la medida en que conozcamos lo que sucede en esa caja oscura que es el escenario más nos interesaremos en lo que le sucede a quienes actúan, escriben y dejan su vida sobre las tablas. ¿Acaso porque conozcamos los secretos de los magos dejamos de maravillarnos cuando nos engañan con sus ilusiones? Algo similar sucede con la magia que despierta el teatro, no importa cuántas veces acudamos a las salas, siempre habrá algo nuevo que ver, que aprender, que asociar, que vivir, o esa es mi Visión Particular para ser un apasionado del arte sobre las tablas.
Francisco Lizarazo
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