A propósito de «Patrimonio»
Hay países que son reconocidos por sus certámenes de belleza, como Venezuela, y los resultados pueden cambiar los destinos de las concursantes, afectándolas de muchas maneras.
Esta situación fue reflejada por el cineasta venezolano Carlos Caridad Montero estreno su ópera prima «Tres bellezas» donde refleja la vida de una ex reina obsesionada con el tema de los concursos, quien a toda costa quiere que sus dos hijas conquisten la corona que su madre no obtuvo en su momento y que con firmeza insiste: le fue «robada» esa corona.
Pero en el caso de Victoria Sanchez Busto (Marcela Cura) la situación fue más dolorosa, ya que no solamente sintió que le «robaron» la corona, sino que perdió la autoestima y terminó casándose con Ricardo (Omar Lafuente) – un vividor como pocos y de ideas «brillantes – pese a ser pretendida por lo más representativo de la sociedad jujeña, no en balde ella era descendiente de un prócer de la independencia.
Lo cierto es que el matrimonio no fue muy próspero, aunque también hay que reconocer que tuvieron una hija a la que llamaron Alicia (Lola Castro) pero la pobre, a sus 36 años, es medio lenta de racionamiento y físicamente no es tampoco muy agraciada.
Pero si esto fuera poco, la situación en la antigua casa familiar – con lujos y lámparas de araña con cristales y cubiertos de plata – no es la mejor y poco a poco las hectáreas paternas (en el Ingenio Ledesma) han sido invadidas por personas sin hogar y que son «empujadas» por los políticos de turno que buscan pescar en río revuelto.
Ricardo como jefe de familia busca los caminos más rápidos para hacerse de dinero que salve en algo la honra familiar, que él mismo se ha encargado de diezmar, y creyendo que se puede hacer negocios fáciles con el Gobierno puede salir de su mala situación. Para ello inventa crear una ONG que tenga en Alicia una reina de belleza, asesorada por su madre, que represente a este institución y se logren recursos que los Países Bajos concederán a Argentina para proyectos sociales.
Si ya el plan de Ricardo no fuera descabellado, la intención es lograr la simpatía de la reina Máxima Zorreguieta, que recordemos en Argentina, a través de una carta que supuestamente le escriba otra reina, en este caso Alicia.
Esta unión de situaciones aparentemente incompatibles (la toma de los terrenos, el tema de las reinas de la primavera y el rumor de que Máxima Zorreguieta, cuando era princesa, visitaría la provincia de Jujuy durante los festejos de la semana del estudiante) son las herramientas que toma Juan Castro Olivera, para escribir «Patrimonio», una obra de teatro que se está presentando todos los domingos de abril en el teatro El Pasillo, de Jujuy.
Este texto, que también cuenta con la dirección y puesta en escena de Juan Castro Olivera, fue escrito a partir de una beca de dramaturgia del Instituto Nacional de Teatro (INT), que – además- le valió el primer lugar en el Concurso de Dramaturgia Regional región NOA.
“Patrimonio” es una comedia de humor negro con textos que provocar una sonora risa en el espectador que – en medio de los diálogos – también tiene la posibilidad de reflexionar sobre algunos aspectos de la manera de ser de los argentinos.
Marcela Cura nos ofrece una creativa actuación, al ser esa mujer que en su juventud quiso ser reina de la primavera, pero que al ver frustrado su sueño se transforma en un ser con baja estima y que solamente vive del recuerdo de tiempos pasados que fueron mejores, mientras está sometida a los caprichos e ideas «mágicas» de su esposo.
Omar Lafuente – como Ricardo – es la representación del soñador – del canchero – que nunca llega a tener los pies sobre la tierra haciendo planes que no son factibles, mientras empeña o vende las joyas de la familia de su esposa, esperando que el día siguiente sea el afortunado y se concreten los planes, con una llamada que nunca llegará.
Alicia es el centro de la trama, de ella depende el futuro de la familia, aunque no lo sepa, y la actuación Lola Castro le da a esta niña – mujer una gracia y una sutileza que contrasta con las actuaciones de sus compañeros, al vivir en su mundo interno, mientras afuera el mundo se hace cada día más pequeño.
La dirección merece un reconocimiento ya que – en general – presenta una propuesta interesante a la hora de que los actores se desenvuelvan en el escenario. Destaca el recurso de ir reduciendo el tamaño de la alfombra, como una manera gráfica de representar la pérdida del espacio físico, a manos de los invasores. También resalta el momento cuando alguno de los personajes debe abandonar la casa para salir al exterior, al utilizar un movimiento sutil y suave de los pies, que recuerda a la serie «Stargate» cuando los protagonistas entraban al túnel de plasma y daban un paso lento al vacío, así se siente este pequeño detalle pero que habla de lo difícil que es salir de esta situación diaria a la que debe enfrentarse el matrimonio y su hija al momento de poner un pie fuera de su zona de confort o de «seguridad».
Donde el dramaturgo/director no sale bien librado es en el final del montaje, ya que el público desconoce que la representación a finalizado – llegando el momento de aplaudir – y solamente lo hacen porque desde producción o tras bastidores comienzan a sonar las palmas. Recurrir al llamado blackout no es garantía de que se entienda la clausura de la obra, puede ser tomado como un simple cambio de situación o escena, considerando que en “Patrimonio” son reiterados los negros totales de luz.
Completan el equipo de este montaje Sara Vilte, en el diseño y realización del vestuario; Federico Giriboni, diseño sonoro; Hernán Paganini y Sebastián Alfaro, en las fotos; Lola Castro, diseño gráfico y prensa; e Iván Santos Vega, en la asistencia de dirección.
El día del estreno, Dios se hizo cargo de los inocentes que llegaron temprano, porque hubo una confusión y aunque la obra estaba pautada para las 9 de la noche, como será el resto de los domingos del mes de abril, la publicidad decía que la función era 30 minutos más tarde. Así que quienes llegaron puntuales no pasaron el tiempo aburridos en una larga espera, porque el show siempre debe continuar, o en este caso adelantarse, y pudimos conocer entretelones de la familia a través de la «mucama» (interpretada por Iván Santos Vega), quien en medio de improvisaciones para mantener el clima de los espectadores reveló algunas «intimidades» de la señora Victoria y de cómo era la situación económica de la otrora acaudalada familia Sánchez Burgos, hoy venida a menos.
Lamentablemente, la presencia de la «mucama» no estará en el resto de las funciones, así que tuvo sus ventajas ir el día del estreno.
«Patrimonio», que se estará presentando los restantes domingos del mes de abril a las 9 de la noche en el Teatro El Pasillo, José de la Iglesia 1190 de San Salvador de Jujuy, es una comedia acida que – según algunos espectadores – muestra algo de la idiosincrasia del argentino que quiere lograr las cosas por el camino fácil. Pero mejor asisten a estas funciones y opinen ustedes, ya que esta es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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