En la actualidad vivimos en constante tensión, apuro, stress, largas jornadas de trabajo y muchas horas en las colas, y
si a eso le agregamos que a la hora de ir al mercado, abasto supermercado, no siempre conseguimos lo que buscamos en un solo lugar, sino que debemos buscar en varios establecimientos, ¿puede alguien en realidad tejer tiempo para detenerse a leer lo que dicen las etiquetas de los alimentos que compramos?
Esos números y cifras que colocan los productores en los envases ¿para qué sirve?, ¿tienen algún propósito, además de cumplir normas sanitarias y exigencias de las autoridades?
Pues parece que sí tienen un objetivo y es hacernos entendible la vida si queremos estar más sanos de cómo nos encontramos en la actualidad.
Resulta que para hacer dieta ahora no es necesaria la restricción de una comida, ahora la nueva técnica es leer para estar educado sobre “el valor diario en lugar de limitarlo”.
Un material de prensa enviado por María Alicia Rodríguez, directora de relaciones públicas de Proa Comunicaciones Integradas, menciona que el porcentaje en cifras que vemos en los productos que compramos a diario se conoce como “el valor relativo nutricional o ingesta diaria” y ayuda a que conozcamos “cuánto requiere de ese alimento diariamente sin preocuparse por las consecuencias en su salud”.
Pero estas cifras y porcentajes no bastan. Como siempre, lo primero es ir donde su médico o nutricionista quien indicará “cuánto necesita cada organismo de cada nutriente para estar balanceado”. El segundo paso – ahora sí – es leer las etiquetas nutricionales y buscar el valor diario de esa comida.
“No hay alimentos buenos o malos sino dietas mal balanceada”
Esta frase que se ha vuelto un leit motiv en este tipo de informaciones sobre el conocimiento en la alimentación, recuerda que la base para la buena salud es saber equilibrar lo que ingerimos. Si leemos las etiquetas nutricionales de los alimentos podremos enterarnos que ese “porcentaje le permite comer de todo y mantener una dieta balanceada y sabrosa. Por eso hay que aprender a alcanzar ese equilibrio, la decisión final está en nuestras manos”, esto de acuerdo a la nutricionista colombiana Consuelo Pardo, referencia utilizada en la nota de prensa.
Si uno va a comprar quesos, puede optar por uno regular, o tal vez quiera comprarlo light. Los porcentajes cambian significativamente según el nutriente y la versión. En la versión regular una persona que consume una tajada de queso ingiere 293 calorías mientras que en la light 45.Esto demuestra que una persona podrá comer de las dos pero no el mismo día. Así alterna comidas y no se restringe un alimento que le podría causar placer; de acuerdo a lo indicado para conservar la salud.
En el siguiente ejemplo se “observan los porcentajes en las presentaciones regulares y light de una gaseosa de 250 ml (esto equivale a una porción). El consumidor tiene la opción de escoger entre cualquiera de las dos pues ambas hidratan, sólo se guiará por la que tenga los porcentajes más acordes a los que su médico o nutricionista le indicó. En este caso, una gaseosa de 250 ml aporta 100 calorías en la versión regular y una en la versión light”.
Según la Organización Mundial de la Salud, “los latinoamericanos consumen en promedio 2 000 calorías diarias, eso significa que para saber si un alimento es alto o bajo en un nutriente – por regla general- el 5% del valor diario se considera bajo y 20% o más se considera alto. Estudios de la Cornell University (Nueva York) demuestran que la mayoría de los consumidores desconoce este valor y consume hasta saciarse”.
Malos hábitos de compra
Cuando vamos de compras generalmente pasamos por los anaqueles, y aunque tengamos una lista de lo que requerimos, muchas veces nos dejamos llevar por las etiquetas, los colores, lo que pensamos que están llevando otros, o porque pensamos que ya que está ahí el producto mejor tomarlo antes que se agote. El Laboratorio de Alimentos y Marcas de la Cornell University destaca que el promedio de los clientes de un supermercado compra masivamente y que eso repercute no solo en su salud sino en su bolsillo.
Según su última publicación “¿Por qué mis compras terminan en la basura?”, una persona suele sentir atracción por un producto por el recuerdo de su sabor o la presentación pero al no conocer sobre su contenido nutricional termina dejándolo en la cocina o se arrepiente al ver únicamente su contenido en calorías.
La nutricionista Pardo explicó que “las calorías no es lo único que debemos leer, primero debemos tomar en cuenta cuántas porciones contiene el envase y seguidamente su valor diario, así aprendemos a comer balanceadamente”.
La Organización Smaller Plate Movement advierte en su investigación sobre “hábitos psicológicos
durante la compra de alimentos y bebidas”, que la mayoría de consumidores opta por comprar productos con la frase “light” sin saber si contiene un impacto nutricional diario que su médico o nutricionista le recomendó.
Comprar alimentos se ha vuelto ahora una necesidad en salud y en costos, así que antes de ir de nuevo al supermercado, recuerde estos consejos, y piense con tranquilidad antes de llenar el carrito de las compras, su salud, su bolsillo y su familia se lo agradecerán, o esa es mi Visión Particular.
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