Una carta con «La chiva cayó al lazo» se presta a confusión
Enredos y equívocos son la constante en la dramaturgia de Oscar López Zenarruza, quien nuevamente recurre al humor y los malos entendidos para hacernos pasar un rato de diversión viendo teatro.
Llegó el momento de subir a escena su cuarta obra de este año y correspondió a «La chiva cayó al lazo» mostrarse ante los amigos y familiares en la sala Raúl Galán del Teatro Mitre, en esta oportunidad bajo la producción del grupo de Teatro Marquesinas, con dirección y actuación del propio dramaturgo.
Él hace en este caso el papel de Oscar, un padre que junto a su esposa Gladys, interpretada por Rosa Spinosa, esperan que su único hijo llegue del interior de la República a presentar a su futura esposa.
Padre y madre pasan el primer acto de esta obra elogiando a su Damián – en la piel de Sergio Ibáñez – que es un joven muy trabajador, recién recibido, con un futuro brillante y – por eso mismo – suponen que la futura nuera es un dechado de virtudes y que representará muy bien el apellido de su hijo.
Estas fantasías sobre la futura integrante de la familia están basadas en pequeños datos ofrecidos por el hijo en una carta – aunque como todo joven – la escritura es poco clara y lo que más resalta es la frase «la chiva cayó al lazo» lo que para la mente de Gladys significa que la joven novia dio el sí luego de hacerse “la interesante” pero al fin entendió que si no aceptaba al muchacho estaría perdiendo un brillante futuro para ella.
La madre es la típica señora de su casa, sobreprotectora de su único hijo, bastante mandona, mientras que el padre es más bien el que recibe las órdenes y cumple los deseos de su esposa. Por eso es que ella es la única que lee la carta enviada por Damián y la atesora, sin que el padre sepa de la existencia de la misiva.
Así se va todo el primer acto, con equívocos y preparativos de la futura boda, con lo que ello conlleva – principalmente por la selección del salón y la lista de invitados – para que los novios tengan todo a punto para cuando lleguen.
Este tema de las familias, las relaciones entre parejas y el qué dirán, es una constante en las obras del dramaturgo y aquí está representado en varios de los parlamentos, sobre todo cuando hablan de los allegados que no invitarán a la fiesta de matrimonio y las razones del porqué de esa medida.
Menos mal que Damián se va a casar porque estando en otra ciudad quién sabe qué malas influencias pudo tener a su alrededor, mencionan los padres.
En el segundo acto vemos a Damián quien está próximo a partir hacia la casa de sus padres y lo hará en compañía de Luis (Marcelo Castro) un joven bastante amanerado y – sin pecar de homofobia – con claras inclinaciones homosexuales. El diálogo entre ellos es el de una pareja, con reproches de parte de Luis porque Damián nunca le presta atención, o por la poca colaboración en la limpieza, y realmente parece que sí, porque Damián está siempre con sus audífonos y de tanto en tanto parece que recuerda que tiene que decir sus líneas.
Llegado el tercer acto los padres conocen a la supuesta «novia» de su hijo y aunque el matrimonio ha declarado ser modernos y entender la vida actual, quedan en shock, principalmente ella, al creer que su hijo se casará con un «muchacho». Sin embargo, no todo es lo que parece y a veces la realidad puede ser peor y sí, en este caso, la revelación final – que no es la que se imaginan- hace que Gladys caiga desmayada mientras baja el telón, porque uno puede estar muy adecuado a la época que vivimos, pero hay cosas que van más allá de toda comprensión.
Por eso, cuando tengan hijos en otras ciudades y les escriba, ¡Por favor! Pídanles que redacten con claridad, que no sobreentiendan, y que las noticias por más dolorosas o extrañas que sean las aclaren, para evitar malos entendidos, confusiones y que se mal interprete «La chiva cayó al lazo».
Los enredos de esta comedia vienen por los malos entendidos, la falta de claridad al escribir y eso lo aprovecha el autor para crear una obra entretenida, aunque de las 4 presentadas en este ciclo, habría que decir que es la más lenta, le faltó mayor fluidez en los diálogos y – como en los otros casos – se nota cuando un actor lo es y cuándo no y aquí hay varios que no lo son y por eso el ritmo es más pesado. No siempre escribir, actuar y dirigir son la mejor receta para el éxito. Saber delegar y que otros vean con mirada fresca es también una manera de generar un resultado óptimo.
Sean comedias pasatistas, dramas épicos, tragedias griegas, danza teatro o teatro infantil, Jujuy es una provincia que tiene talento y propuestas para satisfacer las exigencias de todo tipo de público, así que – una vez más – la recomendación es ir al teatro, a lo mejor nos termina gustando y formamos parte de un grupo como Marquesinas o Carromato, para seguir con otros proyectos escénicos, o esa es mi Visión Particular de la experiencia del teatro, porque uno debe ver de todo.
Francisco Lizarazo
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