Dice – o mejor dicho, escribe – la dramaturga venezolana Gennys Pérez que «todas queremos ser Nubia, no ver la tragedia que nos ocupa sino el amanecer que podemos construir». Y es que Nubia es una «empecinada y optimista maestra de un humilde pueblo costero venezolano llamado El Cambur, que ve vida donde sólo hay muerte, que inventa la alegría, donde sólo cabe la agonía.
De igual manera uno pudiera hablar de Magdalena, esa mujer que tiene ya varios años pasando por cuanto escenario encuentra para contarnos su vida al lado de su esposo, y que ahora comenzando el 2017 se presentó en la sala teatral Jorge Accame de Jujuy, en el marco de las actividades para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.
Luce hermosa. Descansa cinco minutos antes de su llegada para que te encuentre fresca y reluciente. Arregla tu casa que debe lucir impecable. Sé dulce e interesante. ¡No te quejes! no lo satures con problemas insignificantes.
Estas recomendaciones que parecieran las que mi bisabuela habría dado a mi abuela y, ella, a mi madre son el tema central que maneja Mauro Molina en su obra teatral “Magdalena”, donde Noemí Salerno, se luce interpretando a esta mujer de finales de los 50 y principios de los 60.
Dirigida por Martín Calvó esta obra lleva ya tiempo en la escena teatral de la Provincia, recalcando lo que parecía ser el estereotipo de lo que se espera, a mediados del siglo XX – de la mujer, relegada a «amas de casa, porque lo importante era atender las necesidades del marido y no llenarlo de problemas “domésticos” ya que él tenía muchas preocupaciones y al llegar a su hogar debía ser atendido y mimado, por encima de los deseos de ella».
Magdalena recuerda las enseñanzas dadas por su madre y poco a poco se va llenado de insatisfacción al considerarse más un objeto decorativo que una pareja, afortunadamente eso no pasa en nuestros días… ¿o sí?
El espectador se ríe de los textos dichos por la protagonista, cuando la realidad es que deberíamos sentir vergüenza del trato que recibieron las mujeres en el siglo XX y que – lamentablemente – son el «pan nuestro de cada día» en muchos hogares con personas que tienen muchos años de casados, siendo la esposa la que se ocupa del hogar y el esposo el que trabaja fuera del hogar, como proveedor de cuanto se necesita en el matrimonio.
De un texto que uno creería que es una repetición cansona de lo sufrida que eran las mujeres en los 50 y 60 podemos extraer lecciones sobre lo que actualmente somos como sociedad, que se ha basado en un cúmulo de tradiciones culturales y que se ven reflejada en la vida de Magdalena, eso sí, todo con mucho humor y es bien sabido que en broma se han dicho muchas verdades en nuestra historia.
La escenografía es muy poética, un gran vestido de novia engalana el escenario, donde además vemos imágenes de objetos de cocina – sartén, tazas, plancha para la ropa, licuadora, etc. – como constelaciones sobre las que gira la vida de la mujer dedicada al hogar.
Salerno se luce en esta interpretación, suena convincente, sabe utilizar las pausas al hablar dejando en suspenso alguna frase para rematar con una salida jocosa – que luego hacer reflexionar – sintiendo que domina el personaje, que lo sabe llevar a lo lardo del espectáculo y destaca dentro de la puesta en escena de Calvó cuando Magdalena, haciendo honor a su nombre, ofrece pequeños Muffins (Magdalenas) a quienes están en las primeras filas.
De la Magdalena concebida por Molina, que vivió una época específica y que al final decidió tomar las riendas de su vida, a las actuales Magdalenas uno espera que haya pasado mucha agua por debajo del puente y la realidad femenina sea diferente en el tiempo transcurrido, así que la pregunta inicial de si ¿todas las mujeres son Magdalena? queda en la mente de quien ve la obra y sale pensando a cuántas conoce así.
El teatro es un vehículo de cambio, de entendimiento de la realidad, un testimonio de sobre la sociedad humana y por eso Magdalena es una pieza que siempre está presente en actos de defensa de la lucha de los derechos de la mujer y la Secretaría de Paridad de Género del Gobierno de Jujuy la incluye en su agenda de actividades.
Magdalena es una obra teatral que todas las mujeres deben ver, para entender a sus madres y abuelas – e incluso a ellas mismas por muy modernas que son – y que los hombres necesitan ver para entender que una mujer es más que una compañera o alguien para tener en el hogar, ya que las mujeres pueden valerse por sí mismas y tienen el potencial para hacer todo aquello que quieran. Los hombres deben olvidarse que las mujeres son el llamado «sexo débil», entendiendo que la vida nace con ellas y que al maltratarlas también estamos poniendo en riesgo nuestra propia vida, o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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