¿Qué pasa cuando la rutina y el desgaste llegan a la pareja? ¿Cómo sostener una relación que aparentemente no da para más?
Estas preguntas de la vida diaria son la tesis en la que se basa la obra Necesidades básicas (Ridículo teorema del desamor), escrita y dirigida por César Domínguez, que el grupo La mar en coche presentó, en calidad de selección, en la 31 Fiesta Provincial del Teatro de Jujuy, Argentina.
Utilizando algo del teatro del absurdo, Gastón Cuñado, Mariano Heredia, Andrea Lis y Fabiola Quintos representan a dos parejas que parecen convivir en mundos paralelos y que atraviesan el mismo problema, ese que plantea Pablo Milanés en Para vivir: «al pasar de los años, el tremendo cansancio que provoco ya en ti, y aunque es penoso lo tienes que decir».
Por una parte está una pareja joven, moderna, que trabaja, pero que ya solo encuentra puntos de unión en ver la televisión y ya ni eso porque el simple acto de mirar el encendido es una excusa para no estar solos aunque se esté acompañado.
Pero el miedo a estar solos es mayor a la necesidad de tomar una decisión que sea la mejor para ambos: la separación.
Por la otra parte, está una pareja – que recuerda a los supersónicos por el peinado de peluca blanca, lo que los hace atemporal – que no está lejana de la problemática de la pareja anterior. Sin embargo, ellos enfrentan el tedio, el cansancio de otra manera: con grandes discursos, con acciones estrafalarias, con risas que ocultan verdades.
Estos están más en segundo plano o en un mundo alternativo, mientras los jóvenes llenan el espacio central del escenario, son más reales, se sienten más humanos, mientras que los otros son más farsescos. Sin embargo, ambas parejas se desintegran, buscan mantener a flote algo que ya no tiene remedio.
Como es de suponerse, las actuaciones de la pareja joven conformada por Andrea Lis y Gastón Cuñado se sienten más cercanas al público, que pudiera estar pasando en este momento por una situación similar de tedio o rutina en su pareja. Mientras que Fa Quintos y Mariano Heredia nos muestran otra faceta de la relación de entre un hombre uy una mujer. Ambas parejas de actores interpretan bien sus papeles y muestra de ellos son los aplausos que al final les prodiga el público.
Domínguez utiliza los propios elementos de la sala, como la escalera, para desplazar a los actores y crear el ambiente de esta puesta, que gana mucho también con el recurso de la luz que sale de la televisión. La escena de seducción/amor/odio de la pareja joven está muy bien lograda y transmite sensaciones encontradas en una pareja que busca quererse, amarse físicamente, pero que perdió parte del amor y busca recuperarlo – paradójicamente – haciendo el amor, que al final se transforma en violencia física.
Este es un montaje que mezcla realidad con fantasía, ilusión con desamor y que para los jueces de la Fiesta fue merecedora del segundo lugar es un espectáculo que vale la pena ver cada vez que se presente, pues de una manera sencilla nos habla de un tema tan actual que siempre merece prestarle atención, estemos en pareja o solos.
A los seres humanos nos cuesta separarnos cuando estamos en pareja, tal vez porque una de nuestra necesidades básicas sea estar junto a alguien, no en balde se dice que siempre estamos en busca de nuestra media naranja, para ser un todo, aunque también hay que aprender a dejar ir, a deslastrarnos de aquello que ya no nos llena «Y ahora tratar de conquistar con vano afán este tiempo perdido que nos deja vencidos sin poder conocer eso que llaman amor», como dice la canción del trovador cubano, o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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