En México, imagino que al igual que en Venezuela, Argentina, o el resto de Latinoamérica, y del mundo, es normal comer en la calle, y ver en la calle a las personas «pasadas» de peso, por esta actividad que si bien es rica por los sabores que se pueden degustar, no siempre es saludable.
Por otra parte, oímos con insistencia quelos niños “gorditos” son más felices, porque siempre están contentos y de buen ánimo. pero la realidad parece no dar la razón a quienes por años han creído que los niños con sobrepeso son más sanos.
Uno de los grandes problemas asociados con la vida moderna, está en la tecnología y el aumento considerable en los niveles de sobrepeso y obesidad en una gran cantidad de países, incluidos los de América Latina.
Aunque las madres atribuyen normalmente este sobrepeso al azúcar de las golosinas que comen los hijos, evidencia científica reciente demuestra que el azúcar no juega un papel preponderante en los índices de sobrepeso y obesidad de la población.
Los adelantos científicos han ido cambiando nuestra percepción de la vida, y lo que antes creíamos ahora no es tan cierto. Primero fue que comer huevo era dañino, lo que luego se demostró que era falso. A continuación los estudios dijeron que el mito de la maldad de la carne de cerdo era también falso. Ahora, estudios realizados en Estados Unidos y Australia, concluyen que, mientras que el consumo de azúcar bajó y continúa disminuyendo, la gente sigue pesando cada día más.
American Journal for Clinical Nutrition de la Universidad de Emory y el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), publicaron un informe el 13 de julio de 2011, revelando que en 2008, los estadounidenses consumieron una cuarta parte menos de azúcares agregadas que las que consumieron en 1999.
Asimismo, el estudio “La paradoja australiana: una disminución sustancial en la ingesta de azúcares en el mismo período en que han aumentado el sobrepeso y la obesidad”, de la Universidad de Sídney en Australia y publicado el 20 de abril de 2011, indicó que en los últimos 30 años el consumo de azúcar disminuyó un 23% en Australia, 10% en Reino Unido y 20% en Estados Unidos, según información de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Este estudio también reportó que contrario a lo que se esperaba, con la disminución en el consumo de azúcar, la obesidad aumentó notablemente en adultos, jóvenes y niños en Australia, Inglaterra y Estados Unidos.
Otro estudio, esta vez de la Organización Mundial de la Salud, OMS, que demuestra que la ingesta calórica en Australia incrementó, casi exclusivamente, como resultado de un aumento en la ingesta de grasas. A raíz de esto, mencionan que existe un efecto “sube y baja”, evidenciado en aquellas personas que consumen altos niveles de azúcares agregados, que al consumir menos azúcares agregados, consumen más grasa y viceversa. Esto sugiere que la disminución del contenido de azúcares agregados de los alimentos puede ser contraproducente para el control de peso si ésta es reemplazada por comidas con alto contenido de grasas saturadas.
Datos de la OMS señalan que desde 1980 la obesidad en el mundo se ha más que duplicado y América Latina no está exenta del problema de la obesidad. Asimismo, la organización estimó que ya para el año 2010 más del 50% de la población de Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Venezuela, El Salvador y México, tenía un índice de masa corporal por encima del 25% es decir, tienen sobrepeso u obesidad.
Sobrepeso y obesidad: una unión de factores
Según estima la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo hay 43 millones de niños menores de 5 años obesos o con sobrepeso.
Este problema está afectando progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos, sobre todo en los centros urbanos.
Las recomendaciones nunca faltan, aunque aquí entra también un poco el sentido común, que no siempre es el más común de los sentidos, y por ello es necesario que padres, maestros y representantes entiendan la necesidad de estimular la actividad física en los niños mientras estén en la escuela y en el hogar ayudando así a prevenir la obesidad infantil. Igualmente deben entender que el comportamiento de los adultos siempre será un modelo a imitar por los hijos – principalmente los más pequeños – por eso no deben incentivar actitudes como la que muestra esta foto, que aunque dé risa, es un terrible ejemplo.
Cifras e investigaciones a la mano
Un informe difundido por diversos medios de comunicación y redes sociales, señala que el Dr. Edward Wollants y la Dra. Mirella Schoenberg de Wollants, del Centro de Nutrición y Dietas Wollants en El Salvador, realizaron un estudio sobre los beneficios de la actividad física recreativa no deportiva en niños expuestos a un ambiente de violencia.
Este estudio, según las diversas publicaciones, se realizó del 15 de enero al 15 de noviembre de 2009 en el Centro Escolar San Luis Gonzaga, que pertenece a una comunidad urbano marginal de los Bosques del Pino, departamento La Libertad en San Salvador.
Para la investigación, siempre de acuerdo al trabajo reseñado en las redes sociales, se trabajó con una muestra de 97 estudiantes de tercer y cuarto grado de escuela primaria, de ambos sexos, y con un rango de edades entre los 8 y 14 años. Los participantes se dividieron en 2 grupos: el Grupo Caso, que realizó actividades físicas adicionales por 2 horas semanales y el Grupo Control que no tuvo actividad física extra.
Uno de los principales hallazgos en los niños que hicieron actividad física regular, fue una significativa disminución en el peso corporal de los estudiantes con sobre-nutrición (sobrepeso u obesidad): mientras que en el Grupo Caso la sobre-nutrición se redujo en un 8%, en el Grupo Control solamente cayó un 1%.
Asimismo, más estudiantes dentro del Grupo Caso lograron un peso normal que los del Grupo Control (en una rata de 3 a 1).
Menos indisciplina
El estudio habría demostró que la actividad física adicional también tuvo impacto en los aspectos psicocognitivos de los evaluados. Los problemas emocionales eran comunes en los dos grupos, atribuidos al ambiente de incertidumbre en la comunidad que rodea a la escuela. Gracias a las 2 horas adicionales por semana de juegos, los niños del Grupo Caso mejoraron su comportamiento, principalmente en las áreas de disciplina y socialización. Por ejemplo, al inicio del estudio, el 80% de los niños del tercer grado del Grupo Caso tenían problemas de indisciplina. Al finalizar la investigación, solamente un 17.24% de este grupo presentó problemas de indisciplina.
Otros problemas emocionales como la ansiedad y distracción se presentaron con menor grado en los niños del Grupo Caso.
Recomendaciones de la OMS
De acuerdo con la OMS, los niños suelen formarse a través de la observación y la adaptación, por lo que el comportamiento de los padres es fundamental para su desarrollo integral. En consecuencia, los padres deben adoptar un estilo de vida saludable en el hogar y asegurarse que el niño realice suficiente actividad física.
Motivar a los niños a realizar actividades recreativas como montar en bicicleta o practicar un deporte de su agrado, por lo menos una hora diaria, contribuirá a que tengan un estilo de vida saludable. Es importante también considerar que el gasto de energía dependerá del nivel de intensidad de la actividad física.
La OMS señala que las escuelas pueden ayudar brindando clases diarias de educación física con actividades variadas. Ofrecer actividades extracurriculares: deportes y programas no competitivos (por ejemplo, recreos activos). Estimular la utilización de medios de transporte no motorizados para acudir a la escuela y a otras actividades sociales. Ofrecer acceso a los estudiantes y a la comunidad a instalaciones adecuadas para la práctica de actividades físicas.
Buenos deseos no bastan
La buena intención de evitar que los niños sean obesos o tengan problemas de sobrepeso no bastan, este es un problema que debe verse desde varios ángulos, donde padres, representantes, docentes, sociedad, medios de comunicación y gobiernos tienen mucho que decir y hacer.
No olvidemos que la situación de inseguridad que se vive en las ciudades grandes, así como en las pequeñas, hace que cada día haya menos espacios públicos donde los niños puedan mantenerse activos. Además, una parte impor
tante de su vida de niños y adolescentes pasa en las escuelas. Es por ello que es vital el rol que desempeñan las instituciones educativas para asegurar que los niños tengan suficiente tiempo y recursos para realizar la actividad física que requieren. También se entiende que es una tarea difícil, cuando las infraestructuras son deficientes, cuando los docentes y maestros no son motivados por los bajos ingresos que perciben, pero igual es una tarea que atañe a todos.
Los estos estudios comprueban que la obesidad es un problema multifactorial y que no depende de una sola comida o bebida, o de un grupo de alimentos. Para atacarla debemos no excedernos en el consumo diario de calorías, independientemente de su fuente, e involucrar la actividad física, aunque sea moderada, en la vida diaria. Sin embargo, ningún estudio será eficiente para controlar una anomalía, si no es misma población la que, atendiendo estos resultados científicos, contribuye a mejorar su calidad de vida, haciendo cada día un esfuerzo por apartarse de aquellas cosas que le hacen daño y acercarse a aquellas que le ofrecen fortalecer su vida y la de quienes le rodean.
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