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Pláticas con Teresa Selma

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Teresa Selma tiene una relación con México que data más de 40 años.


¡México me salvó, Gennys!, y sus ojos azules se hacen mar. Estudió medicina en la UNAM, se graduó y ejerció, sin nunca dejar de hacer teatro en esta ciudad y en Venezuela. Su humildad es la de una cenobita de alguna obra de Cliver Barker, (espero que no lea esto de cenobita porque me mata, pues Teresa es Kafkiana hasta la médula, escéptica y científica).


Nada de religiones, nada de supersticiones, cree en cosas simples como el ser humano, el trabajo, la ternura, el amor a la familia y el afecto hacia la amistad. Solitaria y lectora compulsiva, aprendió a disfrutar de los pequeños detalles de la vida: una taza de té, un buen libro y un bísquet le basta para sentirse a gusto con su existencia. Siempre buscando nuevos autores teatrales, siempre ensayando una pieza.


No fuma. No bebe, a penas el empalagoso “Ponche Crema” y sus derivados. Casada con la literatura, recita poemas enteros de memoria. Más de un poeta le ha dedicado algunos hermosos poemas a Teresa, y ella los lleva con orgullo en su corazón y su biblioteca.


Un sábado en su función de “Arráncame la vida” de Elio Palencia en el Teatro El Foco, se cayó. Me cuenta que el piso estaba mojado porque en DF no para de llover. Una coleta empapada fue la culpable, no la vio y voló por el aire pegando su armazón contra el filo del piso. Ella, médico al fin, prefirió irse a su casa y hacer reposo. El lunes estaba pendiente del cumpleaños de mi hijo: ¡Hay que comprarle un pastel!. Hubo pastel, con sus veletas incluidas. Sus detalles me hacen llorar de ternura.


El martes, ya estábamos en una reunión de producción para conseguir los impresos para “Yo soy Carlos Marx”. Se consiguieron los impresos. Hoy está en la salita de su casa ensayando con Gustavo Martínez Zárate; “¡Pasando letra, porque ese personaje habla mucho, Gennys!”, remata con su peculiar risa moderada.


Todos los días aprendo algo de Teresa Selma, conoce esta ciudad como la palma de su mano, la ama a rabiar, la bendice todos los días. “Lo mejor que me ha pasado en mi vida es haberme venido a vivir a México, desde que era una jovencita. Tengo 80 y alguito más, y todos los días esta ciudad te regala algo maravilloso, DF es siempre un misterio delicioso por descubrir”.


En realidad, ya pronto va a cumplir 84. Volvemos al largo kilómetro del subterráneo, con nuestras paradas respectivas, y la dejo en su casa, feliz porque fue un día productivo, conseguimos quien nos patrocinara los posters, y los volantes para el estreno “Yo soy Carlos Marx” en el Teatro Coyoacán.

México, DF

Gennys Pérez

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