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Reconocernos a través de la memoria en una terminal

  • Foto del escritor: VP Producciones
    VP Producciones
  • 19 dic 2016
  • 4 Min. de lectura

Tendemos a criticarlo todo, de dónde venimos, a dónde vamos, quiénes somos, por qué somos así. Tal vez lo hagamos para justificar quienes realmente somos, o porque no conocemos otra manera de actuar… Pero qué pasaría sí y solo sí  pudiéramos deslastrarnos del peso de nuestros equipajes morales, esos que vamos llenando a lo largo de la vida y decidiéramos que estamos bien con nosotros mismos, que nos queremos como somos y que no pretendemos ser otros… En fin… que aceptamos quienes somos.


Esta es la posible premisa de los estudiantes de 4° Año del Profesorado de Teatro de Jujuy, quienes presentaron en La Hilandería Teatro el espectáculo colectivo «Memoria terminal» como participación especial de la recién finalizada 32 Fiesta Provincial de Teatro 2016.


Comenzando con todo eso que arrastramos, odio, racismo, cargas pesadas por nuestro pasado, los espectadores dieron inicio a este viaje por la memoria en una mesa donde los mensajes sobre sentimientos, acciones, pensamientos y otras emociones estuvieron plasmados en pequeñas tarjetas, que cada uno podía llevarse al encontrar el mensaje que más lo identificara.


En escena, una pareja comienza una danza que se transforma en violencia, en agresión, en conflicto, que poco a poco se va nutriendo de otras historias, de amor, desilusión, intriga, peso por la mochila que debemos cargas con nuestros miedos, inseguridades, frustraciones, pero también con anhelo, esperanza y deseo por un mundo mejor. Todos estos sentimientos están acompañados de tonadas musicales en vivo.


Este mundo en desequilibrio, pero en la búsqueda constante de un mejor futuro lleva a los estudiantes Valeria Mariana Puca, lrma Rosario Huallpa, Analia Azurmendi, Marcela Zubelza, Álvaro Mendoza, Carlos Ouispe. Lidia Martínez, Clara Tolaba, Claudia Farfán, Lorena Valdiviezo, Soledad Burgos, Ariel Benítez, Lilia Sajarna, Delfín de la Torre, Lorena Calandi, Gabriela Flores, Adriana Azate,  Graciela Pérez, Liliana Nanda, María Alicia Avila Echenique, Maria Cusi,  Adrián Sosa, Rodolfo Cadena. Alejandra Tejerina, Silvana Torrejón, Cesar Farfán,   plantear lo que sucede en una terminal de ómnibus, de colectivo. Allí donde las personas se encuentran, se conocen, o simplemente pasan de largo pensando cada uno en su vida mientras otros también deben vivir sus existencias.


En este micro mundo está la que vende comida, la que vende ropa, el que busca que le compren algo que tiene para ofrecer, la que trata de ahogar su existencia en el alcohol o en el sexo por dinero. También están los que controlan, la policía, y quienes como pasajeros ven a los otros por única vez y luego seguirán sus rumbos hacia otras latitudes, otros espacios, otras vidas, otros destinos.


Pero en esta terminal también están los que se quejan porque no los dejan trabajar, aunque saben que están violando la Ley, pues no es el lugar apropiado para la venta de mercancía. También están los que creen que con «la viveza criolla» – que no es patrimonio  de los argentinos, aunque algunos creen que si y hasta se siente orgullosos – podrán adelantarse en la fila del colectivo.


En estos lugares de concentración masiva también están los que se quejan del extranjero, que despiden xenofobia por todos sus poros – creyendo que sus males son producto de las oportunidades que se le ofrecen a los extranjeros, como si esos que han abandonado su tierra no tienen sus propios problemas, todo dentro de un universo que a la larga nos une más que lo que nos separa como seres humanos, aunque muchos no lo quieren entender. Afortunadamente, otros abogan por dejar de quejarse contra los extranjeros, que la Tierra es de todos y así deben brindarse oportunidades a quienes desean a trabajar. Lastima que estos terminan como Jesucristo, crucificados y odiados.


Con la coordinación de Silvina Montecinos, Renata Kulemeyer y Dante Quispe, este espectáculo busca que dejemos de renegar del pasado, que podamos dejar de ir  mirando sin mirar, y nos emocionemos con la posibilidad de sobrevivir en un mundo cada vez más convulsionado, en gran parte por los mismos humanos.


Este trabajo escénico ofrece mucho de reflexión, de dominio escénico, con un inicio muy gráfico, de mucha plástica, con coreografías inconexas que poco a poco van adquiriendo sentido, para desembocar en el tumulto de la terminal, donde se apela a la memoria colectiva para demarcar situaciones que vemos a diario y que – últimamente – nos detenemos poco a ver, como si lo nuestro es más importante que lo que le sucede al prójimo.


Una vendedera de empanadas que quiere salir adelante y conseguir el amor; otra vendedora ofrece a los transeúntes jugo que no solo refresca sino que es una esperanza para ella mejorar su vida, personas que quieren triunfar y ser mejores.


La posibilidad de vernos en el otro, en las pequeñas acciones es lo que destaca en esta obra, que viaje de lo conceptual a lo concreto, con un final cerrado, que invita al aplauso del público (con un bien logrado blackout) para luego – y aquí estaría el único detalle a repensar en un nueva presentación – repetir casi de manera textual, las consignas del principio, creyendo que de esta manera se está enfatizando el mensaje, pero olvidando que a veces «menos es más» y en el teatro como en muchas otras artes, el ritmo es fundamental.


Con esta participación especial los futuros docentes de teatro en Jujuy mostraron que también pueden generar creaciones colectivas dignas de ser presentadas en una Fiesta, donde ponen al conocimiento del público lo que piensan y quieren hacer luego desde las alumnas y teatros de los que sean responsable, así que a seguir perfeccionándose para bien del teatro de Jujuy, o esa es mi Visión Particular.

Francisco Lizarazo

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