De entrada nos ofrecen hacer una paráfrasis del sexenio más sangriento en la historia de México. Su autor es Jorge Alejandro Suárez Rangel, quien valiéndose de la farsa como género teatral coloca a Arlequín frente a Nicolás Maquiavelo para buscar consejo luego del asesinato de su amo.
Hasta ahora y con esa premisa, «Sangre» prometía ser una opción interesante para el 3er encuentro de Lectura en Voz Alta, además permitiría conocer algo más de la historia de México.
El problema está en que del dicho al hecho hay un trecho como afirma el refrán y lo que parecía ser una propuesta interesante, no dejó de ser una sucesión de malas palabras, mezcla de lugares comunes, con un Silvio Berlusconi que a veces hablaba italiano y otras un perfecto castellano mexicanizado, que lejos de aclarar la participación del europeo durante el sexenio de Felipe Calderón lo que hizo fue crear más confusión y recordarnos aquello de “no aclares que oscureces”.
Son 4 personajes en escena que representan diversos sectores de la vida mexicana, política, economía, asesores y el llamado pueblo que hace lo que sea por dinero. Arlequín se enfrenta a Maquiavelo en temas de política y moralidad, todo con miras a saber quién asesinó a su amo, cuyo nombre desconocemos en el montaje, aunque los más conocedores de la historia del país podrán tener una idea de a quién se refiere.
Lamentablemente, este Maquiavelo – que se ofrece como asesor político – carece de la agudeza del original y se ve asustado, poco coherente en sus ideas y no ayuda mucho a conocer al – o a los – asesinos del político que paga a Arlequín.
Luego interviene Berlusconi y nuevamente se pierde la oportunidad para aclarar los negocios que tuvieron Italia y México en esa época, cayendo en lugares comunes, con algo de líos de faldas, muy propio de las esferas políticas donde poco importa la manera en que se consiguen las cosas, donde la muerte y el asesinato son el pan nuestro de cada día, como se llega a ver en esta lectura.
Se entiende que esta es una lectura dramatizada y que muchas veces estos procesos son una preparación para mejorar y lograr una posterior puesta en escena. En este caso, se observó una gran improvisación con actuaciones poco convincentes, recargadas con groserías, y expresiones muy locales, que en poco o nada aportaban al tema, así la intención sea presentar una farsa.
Afortunadamente, durante este encuentro de lectura en voz alta muchas fueron las propuestas de lecturas dramatizadas que realmente atraían y mostraban una nueva dramaturgia mexicana, pero con «Sangre» hay mucho trabajo que hacer aún, la presentación ante en público está lejos de ser lo más indicado en esta etapa.
Como siempre he dicho, no hay nada como ver las cosas con los propios ojos, aquellos que han de comerse los gusanos, para sacar sus propias conclusiones, ya que esta es únicamente mi Visión Particular de esta pieza.
Francisco Lizarazo
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