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Teatro político con murga pasa desapercibido

Un gran colorido, la música estuvo muy animada, la escenografía es muy versátil porque se ajusta a diverso escenarios, se nota el trabajo de los actores y el alma que le ponen a la obra. Pero como dice aquel chiste viejo… Hay más.


A la salida de la obra «Esta Noche hay corso», que se presentó en el Centro Cultural Éxodo Jujeño de San Salvador de Jujuy me regresé a mi casa en un colectivo (autobús, guagua, pesero, o cualquier otro nombre que identifique a este medio de transporte) y me tocó estar con un grupo de alumnos de la Escuela provincial de Teatro Tito Guerra que enaltecían la puesta en escena – como lo narro en el primer párrafo – las actuaciones, las luces y el decorado de la propuesta que de Córdoba estuvo en Jujuy en el  Festival Internacional de Teatro Escenas al Norte. Sin embargo, ninguno de ellos hizo hincapié en el tema tratado, que en mi opinión fue lo más destacado – sin desmerecer ni un ápice las consideraciones de los nóveles actores, que tenían razón al elogiar esta obra – porque demostró, una vez más, como lo afirma el director venezolano Orlando Arocha, que el «teatro tiene que incomodar, molestar a la sociedad, tiene que conmover y perturbar».   


¿Por qué señaló que el texto de «Esta Noche hay corso» es de resaltar? Por la sencilla razón de que utilizan una historia del pueblo de San Vicente, referida al carnaval del año 1932, para hablarnos del poder, de la dominación, del abuso de las autoridades y de lo que se puede lograr cuando un pueblo decide actuar unido. Todo esto con el colorido de la música de la murga, el brillo de los trajes y la imagen del diablo del carnaval que hace que más de uno se deje hipnotizar superficialmente por estos elementos estéticos, cuando el cerebro está recibiendo un contenido de mucha fuerza política.


Para quienes no conocen la historia de aquel 1932 en la población de San Vicente – no se preocupen que yo tampoco la conocía – los hechos los describe Pedro Ordoñez Pardal y son recogidos en Historias de Córdoba, Relatos de la Ciudad San Vicente, de Noviembre, 2013 donde se menciona que  “la Comisión Organizadora de los Corsos de San Vicente, solicita al comisionado municipal Belisle, el permiso para realizar los corsos. El comisionado les comunica que se realizará un corso oficial en el centro y si se realiza éste, se suprimirá el corso de San Vicente. Con el correr de los días, los sanvicentinos se inquieten ante la posibilidad de la suspensión del corso…»


«Llegó el domingo 7 de febrero y se iniciaron los carnavales en el Centro de la Provincia. En algún lugar de San Vicente se reúnen los vecinos, organizadores de la resistencia a la resolución comunal “los revolucionarios” donde se comenzó a gestar la consigna: “Habrá corso en San Vicente pese a la prohibición municipal”.»


«Y así fue, el día lunes 8 se comenzó a correr la voz: “Esta noche habrá corso”, si interviene la policía ya veremos qué pasa…se decía. Eran las 18 hs. y desde Plaza Urquiza a Lavalle comienza a animarse, los vehículos llegan a la plaza Mariano Moreno. La Comisión de “emergencia” resuelve  que ante el exceso de vehículos, muchos de ellos sirvan de palcos…El corso del Centro se entera que en San Vicente se estaba llevando el prohibido corso, y para hacerlo fracasar, Belisle ordena cortar el alumbrado público, oscureciendo el sector del corso. Inmediatamente los vecinos en forma instantánea empiezan a extender cables del interior de las casas. Prosigue así el corso con  toda animación. El comisionado ordena a la policía a despejar la calle San Jerónimo. Comienza una violenta persecución que culminó, con varios vecinos, confusamente presos. Más de quinientas personas acompañaron a los detenidos hasta la puerta de la Comisaría 5ª a los gritos de “¡Viva la libertad! ¡Abajo la dictadura!. La gente no se movió del frente del  local policial…Como a las 22hs fue puesto en libertad el último detenido y una manifestación lo acompañó bajo la manifestación de ¡Viva la República!!”.


Esa es la historia que tomaron los integrantes de los Tres Tigres Teatro (Delia Perotti, Jorge “Pico” Fernández, Carolina Vaca Narvaja y Nella Ferrez), para recrear la lucha del pueblo por su fiesta y a finales del  2013, sube el telón para «Esta Noche hay corso», que era la consigna para recordar que todos a una, como Fuenteovejuna, estarían participando en el corso.


De estos personajes, El Diablo  – interpretado por el actor y clown David Picotto, quien fuera también convocado especialmente para esta creación –  también es una referencia a la pérdida del carnaval pues siempre aparece como extraviado, sin saber cuál es su lugar, buscando que le devolvieran lo que por tradición era suyo. No solo fue en 1932 cuando se le prohibió a la comunidad de San Vicente celebrar sus corsos, para que fuera una actividad organizada desde el poder municipal, sino que en  1976 la última dictadura militar de Argentina quitó del calendario el feriado nacional de lunes y martes de carnaval.


Aunque se habla específicamente del año 32 y de la población de San Vicente, no se puede dejar de asociar ese hecho con la cometida por la dictadura y  mientras el pueblo de San Vicente logró recuperar su fiesta particular, los argentinos en general debieron esperar hasta el 2010 cuando el gobierno de la entonces presidente Cristina Fernández de Kirchner restituyó la fiesta del carnaval y volvió a aparecer en el calendario oficial.


Esta lucha había comenzado a finales «de los años 90 cuando tuvieron lugar las primeras marchas por el feriado de carnaval. El crecimiento de estas movilizaciones como la multiplicación de las murgas, que se iban creando y reproduciendo cada año en los barrios generó los primero reconocimientos institucionales, lográndose que en 1997 sean reconocidas como “patrimonio cultural” en Buenos Aires, poco tiempo después se logró que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires destine parte de su presupuesto para dichos festejos. Pero no todo fue gratuito feliz: el feriado de carnaval aún no se ha logrado y el decreto 21329/76 sigue vigente. Además dicho presupuesto no fue administrado equitativamente y sirvió como herramienta de control y disciplinamiento a las murgas. El presupuesto llegó a cambio de reglamentaciones y exclusiones que la Agrupación M.U.R.G.A.S, en ese entonces la única organización existente aceptó sin cuestionamientos, excluyendo, en primer instancia a las murgas de provincia a participar de dichos festejos, luego, al seguir creciendo la cantidad de murgas, se crearon las evaluaciones para las cuales solos las murgas que logren el puntaje necesario, puedan seguir participando. Dichos reglamentos son siempre cuestionados y en muchas ocasiones difieren incluso de los documentos históricos sobre los festejos tradicionales de carnaval en los cuales dicen fundamentarse. Esto generó que distintas murgas se vayan abriendo de dicha organización y empiecen a juntarse con las murgas de la provincia o con otras murgas que el sistema de evaluaciones había excluido».


Es en «diciembre de 2004, se empieza a gestar el primer circuito independiente de corsos en Gran Buenos Aires, que articulaba algunos corsos de la capital con muchos otros del conurbano, casi todos estos realizados por murgas de manera independiente, por fuera del circuito oficial de Capital Federal. Ese fue el principio del Movimiento de Murgas independientes de Gran Buenos Aires, que realizó su primer circuito independiente en el carnaval del 2005, año en el que empezaron a marchar de manera independiente reclamando el feriado de carnaval. A diferencia de la Agrupación M.U.R.G.A.S, que suelen marchar el martes de carnaval, las Murgas Independientes marchan el día lunes. Es importante aclarar que muchos de esos corsos independientes se venían realizando anteriormente y que en algunas partes del conurbano existieron algunas experiencias de agrupamiento independiente de murgas, una de ellas fue el MIO (Murgas Independientes del Oeste) que llegó a reunir a decenas de murgas de la zona oeste, casi todas ellas actualmente forman parte de Murgas Independientes».


“Esta noche hay corso” no es solo una comedia para toda la familia que festeja la recuperación en san Vicente, sino que reconoce el largo reclamo de que durante muchos años hicieron los amantes del carnaval.

El teatro es la sumatoria de todas las artes y por ello puede crear la ilusión, la fantasía, para que aquellos temas políticos sean vistos con otros ojos, con menor severidad. Como si las luces, la música y los colores pudieran hacer pasar desapercibidos los mensajes para quienes no ven más allá de sus narices, pero enviando un mensaje fuerte y contundente sobre lo que somos capaces de hacer cuando nos unimos, ya sea recuperar una fiesta o salvar un país, o esa es mi Visión Particular de esta obra que me conmovió para aplaudir de pie, por la manera de transmitir alegría y diversión, mientras nos estaban inyectando un contenido real y crudo, de la que deberíamos aprender.

Una muestra de «Esta noche hay corso»


Francisco Lizarazo

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