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¿Todas las mujeres son Magdalena?

Luce hermosa. Descansa cinco minutos antes de su llegada para que te encuentre fresca y reluciente. Arregla tu casa que debe lucir impecable. Sé dulce e interesante. ¡No te quejes! no lo satures con problemas insignificantes.


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Estas recomendaciones que parecieran las que mi bisabuela habría dado a mi abuela y, ella, a mi madre son el tema central que maneja Mauro Molina en su obra teatral “Magdalena”, donde Noemí Salerno, se luce interpretando a esta mujer de finales de los 50 y principios de los 60.


Dirigida por Martín Calvó y con la técnica de Pablo Carrizo, el Teatro El Pasillo, fue el escenario para este estreno, donde se manejan aspectos, que en pleno siglo XXI, uno cree que están superados en cuanto a la relación de la mujer con su marido o pareja… ¿será así?


Molina utiliza todas las sugerencias que debe haber escuchado en su niñez para que las mujeres fueran unas «dóciles» amas de casa, porque lo importante era atender las necesidades del marido y no llenarlo de problemas «domésticos» ya que él tenía muchas preocupaciones y al llegar a su hogar debía ser atendido y mimado, por encima de los deseos de ella.


En el texto, la protagonista recuerda y reproduce las enseñanzas dadas por su madre y poco a poco se va llenado de insatisfacción al considerarse más un objeto decorativo que una pareja, afortunadamente eso no pasa en nuestros días… ¿o sí?


Situaciones que producen risa en el espectador son, si uno se quiere poner reflexivo, el pan nuestro de cada día en muchos hogares con personas que tienen muchos años de casados, siendo la esposa la que se ocupa del hogar y el esposo el que trabaja fuera del hogar, como proveedor de cuanto se necesita en el matrimonio.


Pero la lectura interior del texto nos lleva a entender que este modelo de comportamiento reiterado y pasado de generación en generación es parte de los problemas actuales en las parejas, con el incremento en los casos de violencia contra la mujer, ya que muchas de ellas no saben defenderse solas, porque no estudiaron, porque decidieron dedicarse al hogar y a los hijos, por el miedo a perder un sustento para sus hijos o simplemente porque la sociedad, aún hoy en día, estigmatiza a muchas mujeres divorciadas o creen que pueden son presas fáciles para los hombres.


De un texto que uno creería que es una repetición cansona de lo sufrida que eran las mujeres en los 50 y 60 podemos extraer lecciones sobre lo que actualmente somos como sociedad, que se ha basado en un cúmulo de tradiciones culturales y que se ven reflejada en la vida de Magdalena, eso sí, todo con mucho humor y es bien sabido que en broma se han dicho muchas verdades en nuestra historia.


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La escenografía es muy poética, un gran vestido de novia engalana el escenario, donde además vemos imágenes de objetos de cocina – sartén, tazas, plancha para la ropa, licuadora, etc. – como constelaciones sobre las que gira la vida de la mujer dedicada al hogar. La belleza del vestido de novia se ve opacada porque se convierte en un elemento infuncional, que casi hace que la actriz caiga al suelo, además de la poca interacción personaje-escenografía, salvo al momento de la entrada, lo que se traduce en un impedimento a la hora de la actriz moverse en escena.


Como mencioné al principio Noemí Salerno se luce en esta interpretación, suena convincente, sabe utilizar las pausas al hablar dejando en suspenso alguna frase para rematar con una salida jocosa – que luego hacer reflexionar – sintiendo que domina el personaje, que lo sabe llevar a lo lardo del espectáculo y destaca dentro de la puesta en escena de Calvó cuando Magdalena, haciendo honor a su nombre, ofrece pequeños Muffins (Magdalenas) a quienes están en las primeras filas.


De la Magdalena concebida por Molina, que vivió una época específica y que al final decidió tomar las riendas de su vida, a las actuales Magdalenas uno espera que haya pasado mucha agua por debajo del puente y la realidad femenina sea diferente en el tiempo transcurrido, así que la pregunta inicial de si ¿todas las mujeres son Magdalena? queda en la mente de quien ve la obra y sale pensando a cuántas así conoce, o esa es mi Visión Particular.

Si quieren ver la obra nuevamente, o por primera vez, pueden hacerlo los días 3 y 4 de julio, en el Teatro El Pasillo.

Francisco Lizarazo

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