Transgresor, insurgente, rebelde o el teatro para la memoria
- VP Producciones
- 18 abr 2017
- 5 Min. de lectura
Un letrero recuerda que a 41 años de la última dictadura en Argentina, los maestros todavía son perseguidos, a pesar de estar en democracia.
El 9 de abril del 2017, domingo para ser exactos, se produjo una represión contra docentes que intentaban realizar una manifestación en el Congreso de Argentina, con la intención de instalar una Escuela itinerante. Sin embargo, las fuerzas de seguridad alegaron que no había un permiso para esta actividad y tras «dialogar» iniciaron la represión utilizando gas pimienta contra los docentes.
Hubo detenidos, heridos, golpeados, entre ellos dirigentes sindicales, docentes y policías, mientras se acusaba a los manifestantes de «hurto», entre otras cosas. Afortunadamente, nadie falleció y no hubo desaparecidos, porque estamos en democracia…
Pero en 1976 sí fueron varios los docentes que desaparecieron por defender la educación popular, luchar por las condiciones de trabajo de los maestros y por tratar de liberar del hambre y la miseria a los niños.
Fueron muchos los maestros que bajo la figura de la tortura y la desaparición forzosa pasaron a engrosar una larga lista que creó la Dictadura Cívico Militar de esa época.
Marina Vilte e Isauro Arancibia fueron dos de los cientos de maestros que ya no están entre nosotros por culpa de la dictadura que no entiende que es mejor dialogar que desaparecer a quien estorba.

Pero ¿quiénes fueron Marina Vilte e Isauro Arancibia? No se preocupen si no saben de ellos, muchos tampoco los conocen, así que menos mal que el teatro – tarde o temprano – nos trae a la memoria a los héroes anónimos, a los que no tienen voz y necesitan que el arte nos recuerde quienes eran.
Días antes de la represión contra los docentes del 2017, el teatro recordó a los desaparecidos de 1976 con una nueva varieté, pero esta vez dedicada a la Memoria.
Esta es la tercera varieté teatral organizada en Jujuy y con una temática específica. La primera fue referida a la navidad y la organizó La Compañía de Otto, mientras que la segunda se dedicó al carnaval y la responsabilidad fue de El Colectivo Teatro. Ahora la organización fue de Lamar encoche, que reunió en su sala a grupos de teatro, danza y circo. Senda, ADN, Alegre Rebeldía, La Revuelta Teatro, Espacio Herético, La Compañía de Otto, Circo Cromático y Circo Colibrí. La música estuvo a cargo de Eugenia Mur, Rodrigo Cucu y Gerardo Albarracin.
La velada, que comenzó bastante más allá de la hora fijada – unos 40 minutos – dio inicio con Rodrigo Cucu con su tema «Divulgar» que marcaba el tono de lo que sería el recuerdo y la memoria de la noche.
El espacio más que sala de teatro estaba convertido en un pub o lugar para beber y conversar en mesas sobre lo que sería esta varieté y luego del inicio musical dio paso a la actuación del Teatro La Revuelta, con «Cuerpo y Latido», una performance de cinco a siete minutos, tiempo estipulado para todos los artistas participantes, recreó de una manera poética lo que fueron las vidas de Marina Vilte e Isauro Arancibia.
Marina Vilte -interpretada por Nadia Ruge – fue una maestra, a la que describen como «un poco quebradeña y un poco citadina. Muy jujeña. Mide alrededor de 1,60 mts, robusta, de pelo negro ondulado. Cara con rasgos regulares, sin estridencias. Labios finos y tez clara. Tal vez los ojos revelan parte de sus raíces: son rasgados con los párpados convexos».
Es «amiga de libreros, artistas, cantautores, artesanos y creativos rebeldes de todo pelaje. Enemiga de las botas, de las fumadoras empedernidas, de los correveidile, de los maestros pusilánimes y del desánimo tiene otro fervor oculto».
Decían que tenía «el sabor del sentido común y la dignidad que ofrece defender los derechos con insistencia y convicción En asambleas y convocatorias públicas no oficia de oradora de trinchera, su fuerte son las razones, los argumentos. Hablando no deslumbra, convence.

Por su convicción gremial llegó a Secretaria General del Gremio Docente de Jujuy y en 1973, cuando se produce la unificación de los trabajadores de la educación en Huerta Grande nace CTERA., es elegida para integrar la junta ejecutiva.
Pero en 1976 Marina Vilte es secuestrada y ahora desde la escena teatral se le recuerda, para no olvidar su lucha, y más que nada su vida como jujeña y defensora de los derechos de los docentes
También en 1976, específicamente el 24 de marzo, otro docente pasa a engrosar la lista de víctimas de la Dictadura: Su nombre era Isauro Arancibia – interpretado Tony Chávez – por y se lo recordó en este espactáculo como aquel dirigente sindical argentino, oriundo de Monteros, Tucumán, que tenía sueños, esperanzas de una mejor educación
Aranciba fue uno de los fundadores de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) y como dirigente estuvo preocupado por mejorar la legislación en educación, logrando que se crearan las juntas de clasificación con representación docente, el régimen de licencia, la bonificación por zona y por antigüedad.
«A las 3 de la madrugada los matones de la obediencia debida destrozaron la puerta del sindicato a culetazos». Estaban él y su hermano Arturo… ambos murieron acribillados, aunque ya la sentencia estaba decretada hacía tiempo, por las amenazas de la Triple A. Una de ellas decía: «Francisco Isauro Arancibia ya te advertimos una vez lobo disfrazado de oveja, están sentenciado a muerte: serás ejecutado como todos los extremistas. Te damos la última oportunidad: debes desaparecer antes del 1 de marzo cuando terminemos en Córdoba se inicia la etapa final en Tucumán. ‘Adiós guerrillero’ A.A.A.».

Dos historias que arrancaron aplausos, sentimientos encontrados, de frustración, de indignación porque pareciera que no hemos aprendido nada, porque un letrero recuerda que a 41 años de la última dictadura en Argentina, los maestros todavía son perseguidos, a pesar de estar en democracia.
Luego vinieron otros grupos a recordarnos que el día de la memoria, la verdad y la justicia está lejos de ser un tema lejano a la moderna Argentina, sino que aún duele, está presente y las nuevas generaciones se preocupan por mantener viva la imagen de quienes dieron su vida por un país mejor, así que frente a una dictadura que cobró victimas que jamás podrá pagar, hay que recordar lo que decía Bertolt Brecht “¡Contra la injusticia y la impunidad! Ni perdón ni olvido”
El teatro – como acertadamente menciona Isaac Rosa – «ha tenido siempre ese componente transgresor, insurgente, de rebeldía. Ha sido una de las artes más avanzadas en lo político y ha ido por delante a la hora de criticar y señalar», así que sigamos apoyando el arte escénico, porque cuando otros fallen, será el teatro el que estará ahí para decir lo que se deba decir, o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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