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Trascender con la palabra en mármol

A propósito de «Eso es todo»

¿Puede existir algo más fácil para un escritor que redactar un epitafio para colocarse en un lindo mármol de una tumba?

¡Cuidado con la respuesta, porque no todo lo que brilla es oro!


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Imaginemos a un escritor que atraviesa problemas económicos, eso no es tan difícil porque generalmente los escritores viven esas etapas. Pero este en particular, cuyo nombre poco importa, debe hacer frente a las necesidades de la vida diaria, pagar luz, teléfono, casa, comida, entre otros detalles, mientras escribe lo que será su próximo «éxito» literario.


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Esos son los momentos en que las personas a veces cometemos los mayores errores y nos lanzamos a las aventuras más alocadas, porque a final de cuentas ¿qué más podemos perder? Ese es el pensamiento que lleva a este escritor en particular a aceptar un pedido en apariencia sencillo. Un cliente que conoce la «fama» del escritor decide encargarle su epitafio porque está próximo a la muerte… ¿tarea fácil?… ni en sueños.


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Resulta que este cliente es tan reservado que no suelta prenda sobre su vida, obra, familia ni nada que lo rodee, por lo que escribir un epitafio, algo que puede ser tan personal y perdurable no es nada sencillo, más si el «cliente» termina siendo lo que se llama «quisquilloso» y nada le agrada, mientras el tiempo sigue su curso y la muerte se le acerca al «cliente» quien aún no está satisfecho con lo que constantemente escribe el autor, al que termina acusando de «plagio» de creador de «versitos», pero lo alienta con aquello de «usted puede escribir algo mejor».


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Teatro del absurdo dirá más de uno, pues NO, lo lamento, es en realidad una pieza de teatro negro, símil de las películas del género policial llamado «cine negro» y que tantos éxitos de taquilla ha generado. Pero no nos desviemos y sigamos hablando del «cliente» y del «escritor».


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Como genero del teatro, o del cine negro, una de las características es que «en ningún momento te hace creer que habrá un final feliz» y aquí no es la excepción, porque la mente del dramaturgo mexicano Flavio González Mello nos ofrece una obra que uno sabe que no acabará bien, ya desde el principio la actitud del escritor, en este caso una fémina (Yael Rodríguez), nos muestra claramente que aquello no pinta bien, como en efecto resulta.


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Esta obra se llama «Eso es todo» – que es el epitafio de Mel Blanc, la voz de Bugs Bunny – y cuenta además con las actuaciones de Omar Ceballos y Enrique Saavedra (alternando funciones), todos bajo la dirección de Luis Ángel Gómez, quien ha mencionado en algunas entrevistas que un epitafio es un intento por no morir, pero para complicar más la mente del lector y posible espectador, yo agregaría que un epitafio es una razón para matar o cobrar una deuda como lo haría el famoso Shylock de «El mercader de Venecia«, quien quiere su pago en especies, es decir en carne.


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«Eso es todo», una producción de Chiles Secos Teatro, es una reflexión sobre los tratos que llegamos a hacer creyendo que son buenos para nosotros, por lo que debemos recordar que si algo parece «muy bueno», ciertamente no lo es, así que no se quede con estas líneas, acuda al Traspatio Escénico, ubicado dentro de ILM Concept Store- Saltillo #134 col. Hipódromo Condesa del DF, los sábados a las 20:30 horas, hasta el 20 de septiembre, donde podrá ser parte de este montaje, en un espacio que si bien no es convencional, se presta para este espectáculo, minimalista según la concepción del director, pero que permite al espectador ser parte de la vida de estos personas y salir preguntándose ¿qué haríamos en ambos casos?, porque como alguien dijo recientemente, el teatro busca crear sensaciones, no siempre buenas, no siempre malas, pero sí movernos internamente como seres humanos, o esa es mi Visión Particular.

Francisco Lizarazo T.

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