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Un candidato ¿al lado de la gente?

A veces los grupos políticos creen que lanzando a una candidatura a alguien del pueblo, que supuestamente entiende las necesidades de los más desposeídos, es la mejor fórmula para ganar las elecciones, porque el electorado se sentirá identificado. Por eso vemos consignas como “fulanito es como tú”, o “este sí te ayudará porque viene del pueblo”. Otros se apoyan en frases como “síganme que no los defraudaré” o creen convencer a los votantes con historias de sufrimiento, de torturas y persecuciones, creyendo que esos hechos de sus vidas ya son garantía suficiente para no se tentado por las mieles del poder cuando estén en junciones de Gobierno.


Eso puede ser verdad y uno no debe dudar de la sinceridad de quienes saliendo de las filas del pueblo se enrumban hacia la conducción de los destinos de una localidad, provincia o país…Pero muchas veces sucede que – como decía un comediante en una película – ahora que ganamos qué hacemos – porque estemos claros que de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno.


Tomemos por ejemplo a Aida Luz Mala, un empleado de cualquier oficina gubernamental, que no ha tenido una vida fácil, con un pobre desempeño escolar, que consiguió un trabajo de categoría uno y es un militante sindical. Pero por su pasado estudiantil cuando quiso organizar una protesta en tercer grado – que no convocó a nadie y le originó la expulsión de la escuela albergue Naciones Unidas, recibe la oportunidad de ser candidato porque se lo pide la gente, o más bien quienes están detrás de los votos y huelen las oportunidades.


Aida Luz lo que lamenta de su salida de la escuela no es que no haya tenido la oportunidad de estudiar y prepararse, sino el desayuno, el jarro de mate con leche, el almuerzo gratis, con guiso de fideo, de lenteja, de arroz.


Pero este inocente personaje – reacio a ser político porque lo de él es el sindicato y eso no  se traiciona – termina convencido y se inicia la transformación que se ve al momento de la reunión con los votantes y medios de comunicación. Su lenguaje ha cambiado, no de manera intencional sino aprendida y repetitiva, usando expresiones que a leguas se nota que no son de su dominio ni comprensión.


Su discurso comienza con el consabido agradecimiento «infinitamente por haberme invitado». «He venido con mi esposa, claro, servicios de cómo debe ser. Aparte está el dicho detrás de cada hombre hay siempre una mujer. Entonces cómo no sacarla a mí querida esposa. Ella se llama Mónica Leguinsqui. Por ahora no va  a hablar».


Ha cambiado mucho de su personalidad de aquel trabajador para ser ahora una máquina de contestar preguntas que él mismo reparte, no sea que algún periodista mal intencionado hable de algo impropio o que lo deje en malos términos con el electorado. Por eso las preguntas «incisivas» son ¿Por qué se postuló para candidato? ¿Piensa Usted robarle a la Gente? ¿Cuál es su Propuesta Política? y como si esa pregunta fuera un pie o entrada para su discurso, el candidato se explaya indicando que piensa trabajar con la familia que es la base de la sociedad, informa que creará un nuevo ministerio que se ocupe de la tierra, y que estará dirigido por su primo el alcalde. En economía pondrá a su tío, al que le dicen el Ekeko Lopecito, aunque aclara que este funcionario no tendrá un sueldo, solamente se le cubrirá el gasto de los cigarrillos, porque fuma una barbaridad. En Seguridad, pondrá a su sobrino, El Ucumar, mientras que en cultura, pondrá  a un amigo, tal vez al actor Chauqui.


El candidato gana y jura sobre la biblia que hará un buen ejercicio de gobierno, pero como del dicho al hecho hay un gran trecho, lo que se verá es una presidencia llena de medidas populistas, contratación de asesores, música de colores y la imagen de pan y circo por todas partes, con el país en recesión, destrucción y problemas por doquier.


El elegido con su banda presidencia cae derrotado en una silla y se duerme para despertar de un terrible sueño, siendo nuevamente el simple empleado de la oficina burocrática… Todo ha sido un sueño del teatro, lástima que la vida no es un sueño del que podamos despertar cuando tenemos pesadillas.


Este relato – que no busca ser una representación de la vida real y que lo que pasa es pura coincidencia con aconteceres latinoamericanos – es un drama comedia de la obra teatral Aida Luz Mala del artista y mimo jujeño Miguel Héctor Chauqui, quien presentó su monologo en la sala Raúl Martín Galán del teatro Mitre, con poco público,  pero que supo aplaudir como si la sala estuviera totalmente llena.


Chauqui es el líder del grupo Hiji, que produce este espectáculo que nos permite dar una mirada – a veces cómica y otras muy dramática – sobre las acciones de nuestros dirigentes políticos, sus inicios y muchas veces el transitar de sus gestionas, más llenas de «pan y circo» que de obras que en realidad mejoren la calidad de vida de las comunidades, más allá de meras ayudas que lo que producen son pobladores dependientes de una dádiva oficial.


El actor – que es más conocido como el mimo Coya – recurre a un personaje popular  para enseñarnos los vaivenes de la política partidista – como en su tiempo  hiciera Cantinflas con «si yo fuera diputado». Incluso y como parte de su campaña electoral, el actor interactúa con el público y les ofrece las preguntas para que sean ellos – a manera de periodistas militantes – los que hagan las preguntas «incisivas».


John Dryden – poeta y dramaturgo inglés que vivió entre 1631 y 1700 – dijo que «la obra de teatro debe ser una imagen justa y vivaz de la naturaleza humana» y eso consigue Chauqui con Aida Luz Mala porque nos expone lo que son los políticos – tal vez habría que hacer algunos ajustes en cuanto al ritmo de la obra para que no caiga en ciertos baches o tal vez incorporar más actores y que no sea un monólogo –  permitiendo que como público nos acerquemos, desde el teatro, a situaciones que suceden en el interior de los partidos donde los candidatos muchas veces no son sino engranajes de una gran maquinaria política que se dedica a «vender» un producto, con una idea clara: El Poder, aunque quieran hacernos creer que ese candidato está al lado de la población  porque viene de ellos… o esa es mi Visión Particular.

Francisco Lizarazo

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