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I
Esta pieza teatral del maestro Willebaldo López debería representar a México en todos los Festivales Internacionales de Teatro. En ella se contiene toda la esencia del mestizaje de México. Con el personaje Gonzalo entendemos, por qué el mexicano es como es, esa mezcla del fuerte indio maya con el temperamento excéntrico del español, los salvó de un exterminio. También entendemos, por qué todo el que viene a este país, se ancla para siempre. Este personaje olvidado injustamente en la historia de la conquista de México, (pues es realmente el padre del mestizaje y no Cortés como se afirma) es formidable. El maestro Willebaldo lo rescata de ese olvido y lo somete a sus magníficas leyes dramatúrgicas. Si hay algo que me fascinó de esta pieza teatral, es que el maestro Willebaldo no solo desempolva a la historia de la conquista, la destroza y la aniquila para hacer resurgir el juego teatral, la ironía, la sátira y al mismo tiempo develar la tragedia de Gonzalo y en suma del mestizaje. ¡Al mar! ¡Al Mar! Grita Gonzalo desesperado a los otros conquistadores, pues convencido de que la cultura Maya no necesitaba ser conquistada, sino conservada en su grandeza, en un acto heroico trata de alejar a los buitres de hermoso botín. El dramaturgo juega, se divierte con este hecho histórico, rompe la estructura tradicional de la narrativa escénica, para entregarnos un Gonzalo muy original. No existe. Sólo juega a existir.
Gonzalo y Jerónimo (Un fraile de la época) sólo son dos seres de papel. Lo genial es que la obra trata de dos actores que ensayan la obra para su futura representación y se entrenan en un viejo gimnasio, allí en ese espacio repleto de máquinas de hacer ejercicios surge la magia, la convención teatral. Cada objeto de ese gimnasio toma la forma conceptual del 1511, nunca en la imagen fotográfica, sino en lo imaginario. Nada existe. Ni siquiera nosotros, el público. Nosotros los espectadores, también somos un error, entramos a la sala por un equívoco, según el dramaturgo, como error histórico fue la conquista. Dos actores extraordinarios, Ortos Soyuz en el actor que ensaya a Gonzalo, magistral, juguetón, un español medio tonto, resulta sensible y visionario, transformado por la imponente geografía y cultura Maya, hasta el punto de renunciar a toda la cultura pacata y asfixiante europea. Gerson Martínez en su rol de actor que interpreta a Jerónimo, un Fraile muy particular, este actor es un comediante sin límites, vivo, despierto en escena, ágil, entrenado para cautivar los corazones más duros y recalcitrantes, un verdadero mago de la escena.
Una escenografía de la maestra Félida Melina quien se sumergió al vibrante laberinto de juegos y sorpresas del autor, quien además también es el director. Una producción sin desperdicios de Renée Vitelli. Todo bajo la conducción de Mariana Brito, Felipe Oliva y ese equipo de trabajo del Teatro Coyoacán que siempre deja el alma en cada producción.
Espero que esta pieza la repongan, la realicen en escuelas y universidades y pueda viajar a Festivales Internacionales, una fotografía del origen del mestizaje que nos inunda de risas, reflexión y nos recuerda que México siempre fue una nación con una fuerte personalidad y una avanzada cultura.
“La vida de Gonzalo Guerrero queda oculta en la selva maya, pero debe ser juzgada con admiración, porque su imagen es el reverso de la medalla, es un caso de un español que se entrega en cuerpo y alma al pueblo autóctono y se liga con él por el amor a una mujer», dice el historiador yucateco, Luis A. Ramírez, estudioso de la historia de los mayas.
II
Pero, la noche no terminaba allí, después de la develación de la placa por Alberto Estrella de las 100 funciones de la obra, el actor Gerson Martínez invitó a uno de los padres de uno de los 43 normalistas desaparecidos. El señor habló, y se abrieron las venas de todo México. Su rostro enrojecido por la inclemencia del sol que hizo marcas de amargura, impotencia, y coraje. Sin embargo, su voz no era de ira, era una voz sosegada, humilde y al mismo tiempo contenía el indescifrable peso de la cultura milenaria de su patria en cada frase.
Su cuerpo macizo de puro dolor, un amigo de su hijo desaparecido abrió la camiseta donde estaba estampado el rostro del normalista. Todos moríamos de vergüenza, ¿Cómo es posible que suceda este espanto? ¿Cómo es posible que desaparezcan 43 estudiantes de esta manera?
El señor, educado, con su lenguaje de hombre digno que trabaja la tierra, pidió que no olvidemos a los normalistas, y dijo con voz firme, que seguirán las marchas y su legítimo reclamo de justicia. La sala enmudeció. Un fuego quemaba dentro, arrasaba. Fue un momento de profunda humanidad, indescriptible.
Gracias Teatro Coyoacán
Esto es solidarizarse desde esa trincherita llamada teatro.
Gennys Pérez @gennysperez
Desde la provincia de Jujuy – Argentina –
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