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Un mal día lo tiene cualquiera

  • Foto del escritor: VP Producciones
    VP Producciones
  • 31 may 2017
  • 3 Min. de lectura

Quién no ha tenido un mal día, o no recuerdan a Michael Douglas en Día de Furia, o a Ricardo Darín en Relatos Salvajes. Incluso Bruce Willis se hizo famoso como John McClane, aquel personaje que tenía muchos días malos pero que no le impedían ser un «duro de matar».

También gente simple, como Juan, un joven director de cine – por eso las referencias anteriores – puede tener un «mal día». Afortunadamente en todos estos casos,  las desgracias de unos son la diversión para otros.

Siguiendo con Juan, su mañana comienza normal, pero luego se van sucediendo situaciones – algunas con la criada, otras con el amigo homosexual, otro con la novia y con los vecinos – en fin… son tantas las situaciones que uno pensaría que de ser el protagonista de estas circunstancias, hubiera sido mejor no levantarse.


Estas situaciones que vivirá Juan son producto de la comedia escrita por Hugo Daniel Marcos que lleva por nombre «Un mal día» y que se presentó en el multiespacio «Lamar Encoche», dentro del ciclo «La Tito en la mar en coche», con actuaciones de los futuros egresados de la Tecnicatura Superior de la Escuela de Teatro “Tito Guerra”.

En esta comedia que uno pudiera decir que es «pasatista», pues su función es entretener y se acerca más al teatro comercial que a una propuesta del teatro independiente,  Juan se ve atormentado por la persecución de su amigo «Pepito – interpretado por Hugo Rodolfo Yampe – que quiere el papel de sacerdote, dentro de la próxima película del joven director.


Como sucede en este tipo de comedias, la aparición de «Pepito» con su sotana hace que el público crea que es un personaje serio, de hombre rudo, pero al decir su primer parlamente se comienzan a ver los enredos que disfrutará el público, porque él es claramente una “loca desatada”.

Pero si esta situación ya no fuera suficiente para causarle un dolor de cabeza a Juan, resulta que el amigo peleó con el novio y ahora no tiene dónde vivir, por lo que le pide refugio, justo cuando Juan debe atender una llamada de la novia – medio tonta ella – para auxiliarla ya que se descompuso el auto.


Mientras Juan sale en auxilio de su amada, «Pepito recibirá algunas visitas – una novia que huye de su novio, el novio que busca a la que huye, la sirvienta que regresa y se asombra de lo que ve –  todo para enredar el día de Juan, que se verá inmerso en situaciones donde habrá un cadáver y la necesidad de deshacerse de él. 

Todo un mal trago vive Juan, pero como es una comedia, la razón prevalece y todo no pasa de ser un mal día.


La obra al ser una comedia de enredos y equivocaciones es dinámica y el grupo Feliz Paga (encargado de la dirección, del vestuario y de la escenografía) resuelve con soltura y comicidad, quedando en el público una agradable sensación de teatro para divertirse, bien hecho, con futuros actores egresados de la escuela Tito Guerra

Por la conformación del grupo, con un solo actor masculino que interpreta el eje de la comicidad – «Pepito» – el resto de los personajes tuvieron que ser repartidos entre las chicas, María Fernanda Origüela, Verónica Castro y Gabriela Ponce, lo que le quita cierta credibilidad, al ser Juan interpretado por una mujer, pero ya en medio de la obra a uno se le pasa y disfruta el texto y las actuaciones.  


En este grupo destaca la veta de la comedia medida, sin exageraciones, y eso no es fácil lograrlo, ya que de la risa a la morisqueta hay una línea sutil, que no siempre se sabe delimitar, así que es un gran logro haber hecho de esta una comedia y no un esperpento, o esa es mi Visión Particular.

Francisco Lizarazo

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