Oscar y Bruna no están bien, están ahí, sin saber hacia dónde deben ir, como esperando algo, tal vez «que tu nombre se le olvide esa voz» o que «ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado. Ojalá que el deseo se vaya tras de ti a tu viejo gobierno de difuntos y flores», como diría el poeta Silvio Rodríguez.
Ellos no se conocen, o tal vez se conocen en exceso, pero están ahí, en una estación de tren, de autobús, de despedida. Solo saben que hay recuerdos, memorias que a veces son mejor olvidar, historias de encuentros y desencuentros, todo en nombre de “Nuestra Señora de las Nubes”.
Como una historia que ha sucedido en muchos países de este continente americano, la del exilio, la desaparición de personas y el desarraigo, Arístides Vargas recurre a la poesía y la melancolía textual para ofrecer un canto a la vida, a la ilusión y la esperanza en donde muchas veces hay todo lo contrario.
“Nuestra Señora de las Nubes” es una obra de teatro que ha subido en distintos escenarios del continente, siempre con miradas diversas de propuesta escénica, pero manteniendo esa sensación de tristeza que da la separación de los seres queridos, del tener que alejarse de la tierra que lo vio nacer a uno.
Ya sea en Venezuela o en Argentina, esta obra de teatro llega a los espectadores para hablar de temas no tan lejanos y que siempre son buenos para recordar lo que nos ha sucedido y – lamentablemente – sigue sucediendo en algunos países.
Además de la propuesta de Fabiola Quintos en Jujuy sobre esta obra teatral, la Provincia recibió la visita de Arístides Vargas y María del Rosario Francés quienes cerraron el Festival Internacional de Teatro Relevos con la puesta en escena original creada por Vargas, con producción del grupo Malayerba, de Ecuador., y una sala llena de público expectante de ver esta pieza teatral.
“Nuestra Señora de las Nubes” nos recrea los encuentros de Oscar y Bruna, quienes a través de diversos cuadros de recuerdos nos van hablando de un país que no existe físicamente, pero que está en el alma de quienes abandonan su tierra de nacimiento y llenan sus espíritus con la memoria, esa que a veces nos engaña y nos lleva a pasajes más lindos, cuando la realidad es mucho más densa, más crítica o más dramática.
Son varias las escenas donde Oscar y Bruna recurren a la frase «su cara me parece conocida» y es que quien está alejado de su tierra siempre puede encontrar en otro exiliado algo de su propia vida, aunque sean de naciones distintas. El desarraigo nos une en medio de terrenos neutrales de vida.
Los dos personajes (interpretados por Vargas y Francés) recurren al juego, a la complicidad para contar pasajes de ese país que ya no existe, si es que alguna vez lo hizo, asumiendo ellos los distintos roles que van contando.
Las maletas que llevan en su viaje por la vida, son como la valija de Mary Poppins porque sacan de ellas todo lo que necesitan para recrear y hacernos cómplices en este vuelo de la imaginación, dándole a la escena una multiplicidad de personajes que conforman esta historia.
Cada encuentro de Oscar y Bruna es un golpe a la realidad, a sentirse solo pero acompañado, por alguien que puede estar pasando una situación similar y cuando ellos recuerdan se elevan a un plano mágico que ilumina sus rostros, para llevarnos a la fundación de Nuestra señora de las Nubes, el incesto como forma de vida, el amor (en pareja, en prisión) y la muerte de la memoria, cuando asesinan a la abuela.
Si bien Oscar y Bruna son los rostros de la historia, en realidad el pueblo es la protagonista de la obra porque los personajes siempre hacen referencia a “¿no fue usted la que me contó aquella historia de la Fundación de Nuestra Señora de las Nubes?”, “usted fue el que me contó aquellas historias de amor, por cierto, un poco truculentas”, para dar paso al recuento de lo sucedido en ese pueblo.
Recorriendo Internet sobre esta obra, leí en centrocultural.coop que «el nombre Nuestra Señora de las Nubes recuerda sin duda al de Nuestra Señora del Buen Ayre, nombre original que Pedro de Mendoza diera a la ciudad de Buenos Aires, capital de la Argentina, en la primera fundación de 1536. Nuestra Señora de las Nubes es Buenos Aires pero también, por extensión, cualquier otro territorio de la Argentina. La referencia a Buenos Aires se relaciona con el hecho de que allí estaba asentada la cabeza del gobierno de facto nacional. El nombre también evoca el procedimiento de fundación de pueblos y ciudades en el imaginario de la novela latinoamericana (la Santa María de Juan Carlos Onetti o Macondo de Gabriel García Márquez)».
Como dije al principio, Oscar y Bruna no parecen tener un camino fijo, un rumbo establecido, están como detenidos en el tiempo para vagar una y otra vez ara contarnos o escribir los versos más tristes esta noche» parafraseando a Pablo Neruda en su poema número 20.
Oscar y a Bruna no son personajes totalmente definidos, no se conoce la historia de ellos, son como los fantasmas de la navidad pasada que cuentan las historias del pueblo, lo que pudiera ser una propuesta de autor, de acuerdo a la obra citada donde se menciona que según Vargas » el texto es “un boceto” y que, de acuerdo a la manera de trabajar del grupo Malayerba, será reformulado y profundizado a partir del contacto con el actor”.
Ambos son no solo exiliados, sino “extranjeros”, con las connotaciones xenofóbicas que eso tiene y por eso los vemos perdidos, deambulando, en una especie de «limbo» como si estuvieran en el famoso túnel hacia la luz brillante de la muerte, pero se niegan a transitar el camino, esperanzados en que la memoria será suficiente para refugiarse, pero la pérdida de los recuerdos es la verdadera muerte, porque no morimos hasta que dejamos de ser recordados y ellos están en ese última fase, porque parece que ya nadie en sus tierras los recuerdan.
Esto de ser extranjeros no es un pensamiento gratuito ya que Bruna dice que “la expulsaron de su país” y a Oscar lo “mataron” con el silencio, palabras fuertes para quienes deben salir de su país por causas ideológicas o de cualquier índole. Es un canto constante contra las dictaduras, que aún tiene muchas cicatrices en Argentina. Vargas tuvo que salir exiliado de su país por persecución durante la última dictadura, así que de eso sabe. Además su hermano también fue un preso político, lo que se ve en alguna escena de la obra y es parte fundamental de su pieza La Razón Blindada.
Dirigida y protagonizada por el propio dramaturgo, junto a su señora, la obra presentada en Jujuy fue una cátedra de teatro latinoamericano, con el realismo mágico de García Márquez y ese sentimiento de nostalgia, de algo inacabado que se crece en cada representación y puesta en escena, porque «Nuestra Señora de las Nubes» es una construcción que se hace desde la experiencia de quienes la actúan pero también y en un gran grado, de quienes la ven, por eso es una obra muy escenificada en el continente.
Los conflictos presentados en esta pieza teatral son un recordatorio permanente de un pasado no muy lejano, que esperamos no se vuelva a producir y «ojala que la tierra no te bese los pasos» sino que siempre nos acaricie y nos contenga, para no tener que dejarla en búsqueda de nuevos horizontes, cuando es nuestra tierra la que merece todos nuestros esfuerzos, o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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