¿Es posible que dos personas sufran de la misma enfermedad, que normalmente se da un caso en miles? Parecería una situación absurda, pero es la raíz de la que parte Leonardo Pilili para demostrarnos que hasta en las situaciones más inverosímiles el amor triunfa y los finales felices existen.
Aunque suene a una disertación filosófica, “Teoría de la comedia romántica” es una obra de teatro puesta en escena en el Teatro El Pasillo por el Grupo Habemus Teatro, con las actuaciones de Monserrat Llaó – Leonardo Pilili y dirección de Laura Casco.
El tema de esta obra parece sacado del teatro del absurdo, además de lo de la mis enfermedad en los dos. Él es publicista teatral, mientras que Ella es una pronosticadora de finales de obras de teatro. Sus trabajos los unen en un parque donde la conversación inicial gira en torno a la corbata de él y lo femenina que es esta pieza masculina.
El desarrollo de la pieza tiene que ver con «Romeo y Julieta» y cómo se puede vender publicidad mientras Romeo dice sus letras y se deleita con una bebida energizante, del patrocinante de la obra, mientras ella, que siempre sale 15 minutos ante de finalizar las representaciones a las que asiste, cree que la obra de Shakespeare es una historia de amor con final feliz.
La enfermedad que ambos padecen les hace olvidar los acontecimientos recientes y – para peor – son días intercalados en los que dejan de recordar lo sucedido en la fecha anterior.
Con todos estos ingredientes, Pilili logra crear una historia atractiva, con actuaciones que recuerdan al cine mudo, lo que se incrementa con la música proveniente de un piano que acompaña las distintas acciones que se registran en este parque y cuyas notas se asemejan a las de las pianolas usadas en el cine mudo.
Pilili tiende – como actor – a sobreactuar, principalmente al comienzo de la obra, lo que le resta espontaneidad a su desarrollo, mientras que Monserrat Llaó tiene una expresión siempre tan dulce, inocente, e infantil que atrapa al espectador. Afortunadamente, luego de unos minutos las actuaciones se emparejan y dejan de ser un ruido para quienes están en las butacas.
La directora Laura Casco logra una química entre los actores haciendo más creíble el texto, que de por sí no lo es, y genera una atracción en el público, mientras que la escenografía y el vestuario, Andrea Di Salvo marcan bien toda la atmosfera en que se mueven los protagonistas, dándole un aura lúdico, de magia y de encanto que ayuda a la trama.
Teatro dentro del teatro, situaciones jocosas, un texto bien escrito con parlamentos que a veces hacen reflexionar, otras reír, otras pensar en lo que es la gente que padece de memoria corta, pero sobre todo, el público pasa un rato agradable, con buen teatro que tiene un final como el que todos quisiéramos tener: Feliz. Una recomendación para que no dejen de verla si sube a escena en cualquier localidad de Argentina, o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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