«Suele decirse que el teatro no es para leer,
sino para ver y escuchar,
y se dice mal.
Sobre todo,
cuando el texto tiene la necesaria entidad literaria.»
Parafraseando a Pipo Pescador – en su “Canción del auto nuevo” – el «leer es un placer que nos suele suceder». Sin embargo, hoy en día, para los más jóvenes es una tarea a veces tediosa, o bastante fastidiosa, tomando en cuenta que «el mundo tecnológico que les rodea, lleno de imágenes atractivas, de contenido visual que no les implica ningún tipo de esfuerzo es un duro competidor para la lectura. Una actividad que requiere tiempo, esfuerzo y dedicación, algo que en ocasiones resulta poco atractivo».
Coincido totalmente con esta afirmación de «A la sombrita, teatro de pocas luces» por eso es que llevar a los alumnos – en horario escolar – a ver una representación escénica basada en una obra literaria es una forma de lograr dos fines, con una sola actividad.
Primero y muy necesario, está el hecho de que así acostumbramos a los más jóvenes a acudir a las salas teatrales e interesarlos en esta disciplina artística. Y en segundo lugar, si sabemos canalizar estas visitas a los espacios escénicos podremos lograr que los alumnos de todas las edades se interesen en el proceso de lectura, para conocer más de lo que han visto con sus ojos y escuchado desde el escenario.
Como dijo Isaac Asimov «una disciplina te puede llevar a otra, y a otra, porque todas están fundamentalmente interconectadas, siempre y cuando sigamos nuestro propio ritmo». Tomando en cuenta esto es que el teatro nos puede llevar a que los jóvenes se interesen más en la lectura, y así creen mundos que despierten sus imaginaciones.
Por ejemplo – de acuerdo a «A la sombrita teatro de pocas luces» «si utilizas el cuento dramatizado servirá para que los menores descubran el verdadero significado de cada palabra. No es lo mismo leer sobre una sensación que tener que representarla ante sus compañeros de clase. Este doble esfuerzo permitirá al lector sentir con más intensidad lo que sucede en las páginas que tiene delante de sus ojos. Llegando a sentirse parte de la obra, a querer conocer qué más sucede, a no ser capaz de abandonar el libro hasta no conocer el final de la historia».
Estas reflexiones sobre la importancia de ver teatro para estimular tanto la lectura como el acercamiento a las salas independientes tiene que ver con lo que en Jujuy está haciendo el Instituto Nacional de Teatro con el programa “Espectadores en Escena”, junto a la municipalidad de San Salvador, que lleva obras locales a diversos escenarios de la Provincia, principalmente con la participación como público de espectadores de escuelas secundarias y jóvenes de distintas comunidades.
El amplio programa de obras que integra esta propuesta incluye «Un Hombre, Infinitas Palabras» obra actuada y adaptada por Germán Romano – de La Rosa Teatro – de la novela «El Túnel» de Ernesto Sábato, que se presentó a los alumnos de la Escuela de Minas «Dr. Horacio Carrillo«, en el Cine Teatro Select.
Previo a la presentación de la obra teatral, el equipo del Plan Provincial reunió a los jóvenes estudiantes y les dio una charla sobre la necesidad de respetar los espacios del lugar, no usar el celular, ni interrumpir al actor, a la vez que informaron sobre algunos aspectos de la obra.
Luego, los alumnos de la Escuela de Minas «Dr. Horacio Carrillo» entraron y se colocaron en las primeras filas para apreciar de mejor manera, la interpretación de Romano en este unipersonal donde va narrando la historia de Juan Pablo Castel, un artista plástico que se enamora perdidamente de María, una mujer casada. El pintor, cegado por los celos y la personalidad de María, la asesina y luego se entrega a la policía. Encerrado, Juan Pablo decide contar su historia y dejar en claro la razón por la que mató a la mujer. Desde la soledad de su encierro el artista cuenta su historia de amor, celos y odio.
Tras 45 minutos que dura la representación, los asistentes pudieron conversar con el actor y conocer más sobre el proceso de adaptación, el montaje y otros temas que fueron de interés para ellos. Adicionalmente, a la entrada les entregaron una cartilla con algunas preguntas para que contestaran sobre su acercamiento al teatro, lo que sintieron al ver la obra, etc.
Son muchas las obras literarias – además del caso de «El Túnel» – que luego de publicadas como libros han pasado a la escena teatral, e incluso se han transformado en musicales. Ejemplos hay muchos, pero por citar algunos está «El beso de la mujer Araña» de Manuel Puig – también llevada al cine – o «Los Miserables» de Víctoir Hugo, que se puede ver en teatro o en la gran pantalla, así como “Fausto” de Johann Wolfgang von Goethe, “Cuando Quiero Llorar no lloro” del venezolano Miguel Otero Silva, «El hijo del acordeonista» del escritor vasco Bernardo Atxaga o «Los cachorros», de Mario Vargas Llosa, por citar solo unos casos.
Isabel Tejerina Lobo en su escrito “Teatro, lectura y literatura infantil y juvenil española” menciona que «las obras de teatro constituyen un buen medio en la conquista del placer y el hábito de la lectura, así como en todo el proceso de la educación literaria de nuestros niños y jóvenes»… una idea más clara sobre la importancia de asistir al arte escénico para incentivar la lectura es imposible. Esta frase sintetiza todo lo que uno quisiera decir de por qué ir al teatro para estimular luego la lectura… Pero permítame el lector – ojalá algunos educadores también lean este artículo- una última consideración sobre la importancia de ir al teatro, no solo para estimular la lectura, sino que este acto social – está comprobado científicamente – trae beneficios a la salud.
La risa es un buen ejercicio y reduce el dolor; El desahogo de llorar vale más que la angustia que lo provoca; El teatro es más efectivo para mejorar la memoria que el fósforo y los rabitos de pasas; Te ayuda con las matemáticas; Frena el envejecimiento patológico; Favorece la empatía; Las actividades artísticas previenen los resfriados; Ir al teatro en grupo alarga la vida como puede hacerlo el dejar de fumar y Hacer teatro te ayuda a solucionar problemas.
Pero si ninguna de estas razones los convence para ir al teatro y formar parte, en el caso de Jujuy, del programa “Espectadores en Escena”, basta con mencionar lo que dijo Sarah Kane sobre el teatro y el público «Me encanta el fútbol. El nivel de análisis que se escucha en las terrazas es asombroso. Si la gente hiciera lo mismo con el teatro… Pero no lo hacen. Solo se sientan y no participan». Así que vayan, participe, diga lo que sintió y así será parte de esta actividad que necesita de todos, o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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