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No esperaba que me reconociera, claro habían pasado más de 25 años desde la última vez que nos vimos, pero tenía que entrevistarla porque aún en la distancia seguía siendo del grupo UCAB 88 y me he prometido que cada vez que pueda y alguien de la promoción haga algo interesante, ahí estaré yo para tomar fotos y reseñarlo. Así es como decidí entrevistar a Isabela Muci.
La ocasión fue que ella comenzaba a dictar un taller de dibujo en ArtKao, en Los Galpones y como este aprendizaje de 4 sesiones comenzaba a las 10:30 am yo aproveché para llegar más temprano y así poder conversar con tranquilidad.
Primero fue la duda, así como el programa «Tu cara me suena», luego los recuerdos como que le llegaron y me dijo «tu estudiaste conmigo» y sí efectivamente me recordó, así que le dije qué estaba haciendo ahí, no precisamente por el taller de dibujo. Tras unos minutos de ponernos al corriente con detalles de la vida personal de cada uno, recordando que la última vez que supe de ella se encontraba con el proyecto de helados Peccatos, encendí el grabador y comenzamos a conversar sobre este mundo de las artes, en el que ella se mueve como pez en el agua.
De entrada hay que decir que Isabela es como el buen vino, el tiempo la conserva y la mantiene bella como en los tiempos de universitarios. Vestida de jean y una franela o suéter gris recuerda aquellos días en la Católica mientras estudiábamos comunicación social. Con una bufanda azul clara, soy malo para definir colores, aclara que lo de ella nunca fue el periodismo. «A mí me sirvió estudiar Comunicación para aprender a escribir, para manejar las comunicaciones, para tener unos fundamentos de cultura general importante».
Sentados uno al lado del otro, mientras el grabador registraba lo que decíamos, Isabela me comentó que de aquellas materias en la carrera recuerda historia del arte, teatro, historia universal, lo que ella considera «fundamental en la vida» pero realmente su vocación siempre fueron las artes.
Pasó por la música, la cerámica, la escultura, hasta llego a fundir. Hoy día sigue cantando, aunque más como proyectos experimentales que son «otras manifestaciones adicionales a lo que hace uno como artista», dando una mirada particular del mundo.
Ahora prepara una exposición en París y otra en junio en Venezuela en la misma galería La Ventana donde dicta los talleres de dibujo.
El arte y la visión budista
Para Isabela su tema fundamental de inspiración es el cuerpo, no en balde dos de las sesiones de sus talleres incluyen modelos. El cuerpo para ella es un vehículo que sirve para expresamos y ver cómo nos transformamos y cómo vivimos a pesar del cuerpo, es lo que ella considera una «visión muy budista»
El cuerpo es infinito, uno lo puede recorrer…
Este concepto también puede verse en el formato que utiliza para crear: objetos circulares, porque tuvo un «enamoramiento» de los carretes de cableado. Además, si alguien quiere buscarle las cuatro patas al gato está todo lo que tiene que ver con el símbolo y lo circular y lo infinito, lo femenino y lo sagrado».
Tan conectada está con lo circular que la exposición que prepara en Miami es toda en discos de vinyl. Aunque hay que reconocer que la mayoría de las personas no saben bien cómo manejarse con este tipo de pinturas.
El arte de la enseñanza
Comenzó a dar clases en 1993 – cuando su hijo tenía tres meses de nacido, ahora son dos ya adolescentes – porque «era muy difícil trabajar» y aislarse teniendo que estar pendiente del hijo no es fácil así que pensó ¿qué podemos hacer con niños? y diseñó un taller para los niños.
En dos años ya tenía 60 alumnos, que de chicos se fueron transformando en más grandes. Los resultados eran mostrados en exposiciones a final de año, con coctel y venta de las obras.
Con el paso del tiempo dejó de dar clases en colegios, para dedicarse a despertar el interés en el dibujo en jóvenes y adultos que realmente estuvieran interesados y no que vieran el dibujo como otra materia escolar. «Cada vez con menos ideas preconcebidas acerca de la enseñanza sino más estar ahí y ver qué trae la gente y qué podemos hacer con eso».
Eso de ver qué traen los otros también le sirve de inspiración para sus creaciones porque de esa relación con los alumnos se descubren cosas de manera conjunta. Es que para poder dibujar lo primero que hay que aprender es a mirar, no miramos o no lo hacemos suficiente.
Yoga para los ojos
Una de las técnicas que utiliza mi ex compañera de la universidad para enseñar o despertar la creatividad de sus alumnos se refiere al «yoga parea los ojos», ejercicios visuales para aprender a relajar los ojos, la vista, para fortalecer los músculos, para ejercitarlos, y tener «una relación más sana con la vista». Y eso está muy ligado a la manera en que ella enseña a dibujar. «Yo manejo el dibujo como una forma de meditación».
Como un ejemplo de esto, me recuerda que «pintar o dibujar es algo que hacíamos en un espacio de seguridad cuando éramos niños, entonces volver ahí siendo jóvenes o adultos, es como encontrar un abrazo, de algo que nos contiene y que nos hace sentir seguros para poder experimentar felicidad ilimitada y no hay que moverse mucho. El principio del placer no está afuera sino está dentro e inmediato. Es mucho más satisfactorio ver un dibujo que mandar un mensaje por WhatsApp. Lo que sucede internamente es inmenso».
Aunque para mí sí lo es, Isabela asegura que «aprender a dibujar no es difícil» lo pone simple, como que «hay que estar presente y observar permanentemente».
«El dibujo nos rescata a nosotros mismos de lo cotidiano, de la rutina, para poder percibir lo cotidiano de manera más creativa y más satisfactorias, porque lo que vemos de la realidad es una parcialidad muy pequeña. Cuando aprendemos a dibujar comenzamos a ver otras realidades y eso hace crecer nuestra percepción y eso se puede extrapolar a cualquier área, desde que te levantas y estas montando la cafetera, o el té, ya estás viendo otra cosa, que lo que veías minutos antes y que muchas veces no nos damos cuenta de cuan limitada o expansiva puede ser nuestra mirada del mundo. Es estar descubriendo todo el tiempo otra cosa».
En definitiva, el arte no solo es pintar o dibujar, está en tomar fotos, escribir, en pararse en una esquina y ver circular historias que podemos crear (actividad que siempre le sugería a mis alumnos) porque todas son manifestaciones expresivas que generan placer satisfactorio e inmediato.
Y el tiempo que siempre sigue su paso señaló que ya eran las 10 y 30 y que Isabela debía comenzar su primera clase de este taller de dibujo.
Sus alumnos llegaron y, formando un círculo, comenzaron a presentarse, mientras yo aproveché para tomar fotos de esa primera sesión.
Quienes conforman la familia UCAB 88, comunicadores sociales de todas las especialidades, hemos comprendido que las distancias físicas no existen mientras podamos conectarnos y mantenernos unidos, ya sea por el chat, por las redes sociales o en el encuentro fraterno cada vez que sea posible, porque si bien “20 años no es nada”, como dice en tango de Gardel, 30 años menos lo son cuando podemos compartir nuestras vivencias y seguir recordando los tiempos de la Universidad como si fuera ayer que nos pasó algo en las aulas de la Universidad Católica Andrés Bello, porque son nuestras Visiones Particulares.
Francisco Lizarazo
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