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Donde vayamos debemos encontrarnos con nosotros mismos

«Lo importante es encontrar y entrar en comunión con la gente, y comenzar un viaje juntos…un viaje en el que ambos intentamos encontrarnos»…

Esteban Tapella


Cuando comencé mi travesía por Centroamérica para mi libro Consummatum Est, no solo estaba buscando reflejar una realidad de los cementerios más antiguos de esa región, estaba también, sin saberlo, dando inicio a un viaje personal, íntimo, por lo que necesitaba estar solo para encontrar lo que no sabía que estaba buscando: conocerme más.

La fotografía sirve para muchas cosas, pero una de ellas es para descubrir quiénes somos como personas, más allá de la tarea de tomar imágenes, porque permite un contacto con una realidad más importante que cualquier gráfica que uno pueda exponer, es un viaje al interior de uno, si nos tomamos el tiempo y el trabajo de mirar no solo lo que nos rodea, sino enfrentarnos a nuestros temores, deseos, experiencias, demonios y aprender de todo eso para ser mejores personas.

Esta reflexión que tuve durante los casi dos meses de viaje tomando fotografías en los lugares de descanso eterno creí que era algo propio, como si yo estuviera inventando la rueda o el agua tibia, pero resulta que otros también han emprendido viajes capturando imágenes, compartiendo con comunidades, para – más allá de dejar un testimonio gráfico, encontrarse y sacar algunas consideraciones sobre lo que significamos como personas y las experiencias que podemos dejar a otros que en algún momento quieren experimentar esa soledad que es necesaria en la vida de todos, como ir a la Meca para los musulmanes, o al Muro de los Lamentos para los judíos o ir al Vaticano para los cristianos.

En una charla que ofreció Esteban Tapella sobre sus viajes a África entendí todo lo que escribe más arriba, porque

él – que tiene formación de grado en ciencias sociales y maestría en desarrollo rural y se ha especializado en campos de estudio que involucran un análisis en profundidad de la realidad socioeconómica, metodologías cualitativas y cuantitativas de investigación – habló de su experiencia vivencial con comunidades de Nigeria, Benin, Camerún y el Congo – todas del África del oeste – y más allá de las imágenes presentadas en su charla, que forman parte de diversas exposiciones y publicaciones, el detalle más llamativo estuvo relacionado con esa búsqueda del ser humano, no solo en los rostros, tradiciones y formas de vivir de los otros, sino principalmente en él y cómo eso lo motiva a cada día ser un poco mejor.

Todo viaje es una experiencia que debe alimentarnos, transformarnos, porque estamos en contacto con otras culturas y realidades que nos hacen ver cuán pequeños somos en este globo azul y lo poco que sabemos del otro, lo que nos lleva – en muchos casos – a la intolerancia, a la discriminación y al creernos superiores a nuestros semejantes. No en balde es que no hemos podido conseguir vida en el exterior de la Tierra, si no sabemos cómo tratar a nuestros iguales.


Pero además de esta afinidad con Tapella sobre la experiencia de encontrase a uno mismo en un viaje en solitario, porque tanto él como yo pensamos que estas travesías fotográficas deben hacerse de manera individual, sus experiencias le permitieron recoger una serie de sugerencias o recomendaciones prácticas que pueden servirle a los interesados en lo que se conoce como fotografía etnográfica, que no es otra que aquella recopilación de imágenes mediante la interpretación y documentación de comunidades a través de un intercambio de experiencias entre el «fotógrafo» y la «gente».

En esta charla, organizada por el grupo Fotógrafos Independientes de Jujuy sirvió para que Tapella brindara su experiencia en esta comunidades africanas y mostrara cómo se deben hacer fotografías con sentido social, no siendo parte de los famosos tours fotográficos donde las personas son llevadas en camionetas a las distintas regiones y a la distancia fotografían paisajes, personas, animales y todo lo que se atraviesa ante el lente de la cámara, pero sin ninguna relación con el objeto de la imagen.

Ambas opciones, la distancia con lentes especiales, o la convivencia con las personas y situaciones que queremos

fotografiar son válidas, todo depende de la intención de nuestro objetivo final, lo que sí es cierto es que a la hora de querer hacer un viaje para documentar alguna realidad, sin olvidar el encuentro con el ser interior, hay que tomar en consideración algunos aspectos, que Tapella compartió en su charla y que pueden ser de utilidad.

Predisposición a viajar

Ya sea que uno vaya a la esquina más cerca o piense atravesar el océano para adentrarse en un continente como África, lo primero que tenemos que tener claro es que queremos viajar sabiendo que toda movilización implica esfuerzo de tiempo y que lo estamos haciendo por una convicción, porque ningún dinero es suficiente cuando no hay voluntad o disposición para hacer algo.

Motivación y curiosidad

Pareciera que est

e punto es más que obvio, pero a veces lo obvio no lo es tanto, así que nos debe mover alguna motivación social o ideológica si vamos a explorar un continente como África, que también pudiera ser Asia, o sin ir muy lejos, alguna comunidad de nuestra Provincia o estado donde nunca hayamos ido.

Como dijo Tapella, ninguna fotografía es objetiva – yo añadiría que nada de lo que hacemos es objetivo – cada imagen que capturamos es una propuesta personal es una manera de fijar posición sobre lo que vemos o queremos que otros admiren mediante nuestra perspectiva. Aquí entraría aquel pensamiento de que «todo está escrito» para agregarle que ahora hay que reescribirlo con nuestra perspectiva.

Esta subjetividad al contar es la que también nos ayudará en ese proceso para aprender un poco más de nosotros mismos, para ser, si es posible, un poco mejores como seres humanos.

Preparación previa

Entre sugerencia y recomendaciones, la charla estuvo aderezada de muchas anécdotas sobre lo que fue su viaje a

las diversas comunidades, como el pueblo de Boroboro, los problemas de dialectos e idiomas, comunicándose en francés, inglés y muchas señas de manos.

Antes de iniciar un viaje a cualquier parte es preciso conocer su geografía, la historia de la zona, las festividades, las tradiciones, lo que ayudará a que nuestras fotografías capten el contexto real de donde estemos.

Es importante, siempre según las recomendaciones de Tapella, tener una visión del mundo, saber a dónde se quiere llegar con nuestro trabajo, además de contar con contactos en algunas ONG que puedan facilitarnos los accesos a los lugares que queremos visitar, o puedan servirnos de guías e intérpretes en el lugar.

Algo que al igual que él experimenté yo en los preparativos de mi viaje por Centroamérica es la necesidad de contar con las visas necesarias, vacunas que   se requieran para entrar a algún país, como la de la fiebre amarilla para entrar a Costa Rica, así como tener al día toda la documentación para evitar problemas en las aduanas o puestos fronterizos.

¿Qué llevar?

En este aspecto es importante tener en cuenta el lugar al que nos vamos a dirigir. Si es una zona caliente, como África o Centroamérica, existe la ventaja que por el clima es menos el equipaje que deberemos llevar. En caso de un clima frío todo varía por la cantidad de ropa térmica o abrigos que deberemos llevar.


Si el clima es cálido los zapatos deben ser cómodos, ropa para el clima – pueden ser camisas manga corta o franelas – el blue jean nunca sobra y es una prenda versátil que nos ayudará en cualquier situación. Medias, ropa interior y otros artículos, como los de uso personal, no deben falta pero sí exagerar, no vamos a un desfile de moda, pero los imprevistos ocurren.

Si, por el contrario, nuestro destino es un clima frío, lo primero es un buen abrigo, si tiene muchos bolsillos mejor, unos guantes (dos pares no estarían mal porque muchos tendemos a perderlos), ropa interior térmica, medias de lana o gruesas, sobrero o tapa orejas, si sabemos que lloverá entonces deberemos incluir paraguas o un abrigo que nos cubra del agua. Obviamente, todo esto incrementa nuestro equipaje, pero es una medida necesaria para no contraer gripe o congelarnos.

En cuanto al equipo fotográfico hay opiniones. Algunos piensan que debemos llevar todo nuestro arsenal, luces, pantallas, varias cámaras, baterías, filtros, trípodes etc. Sin embargo, tanto la experiencia de Este

ban como la mía sugieren que menos es más, así que llevemos una o dos cámaras con lentes apropiados a lo que queremos hacer, puede ser un tele y un 50 mm o un 35mm, un flash sencillo, y en lo que no debemos escatimar es en baterías, principalmente si su cámara es – como la mía – de esas que consumen mucha carga y si vamos a estar en zonas donde la energía eléctrica presenta problemas, o simplemente no exista como en el caso de África del oeste.

No llevemos mucho equipaje ni equipos porque como estamos solos tendremos que cargar sobre nuestras espaldas todo este peso y eso, a la larga, nos pasa factura.

Los documentos siempre a la mano, no los pierdan de vista, no sabemos en qué momento tendremos que presentarlos ante alguna autoridad.

Imprevistos

Lo que siempre tenemos que tener en nuestra mente es que como dice la Ley de Murphy, si existe la posibilidad de que algo salga mal, tenga por seguro que así pasará, por ello la mejor recomendación es la paciencia, la tolerancia y la capacidad de adaptarse a las situaciones, por ello es que considero que viajar solo es la mejor manera de prevenir lo imprevisto. Siempre será más fácil tomar una decisión personal sin tener que estar explicándole a un compañero la razón de una medida asumida.


Recuerdo que mi plan original era salir de México por Mérida (capital del estado de Yucatán) y entrar a Belice para hacer las fotos en el cementerio de Yaborough para luego regresar por el camino andado y nuevamente desde Tapachula (México) salir por la frontera con Guatemala para proseguir con la travesía. Pero el haber llegado un domingo a Ciudad Belice, y el tener que pagar 100 dólares por una noche de hotel me hizo replantearme la ruta y fue preferible viajar directo desde esta nación hacia Guatemala, pasando por Isla de Flores. Así que no tema equivocarse, de eso también se aprende.

Pasar por inocente, en lugar de creer que uno es un poderoso que lo merece todo, trae también sus frutos. Preguntar cuando no sabemos o no conocemos una dirección es la mejor manera de ahorrar tiempo y esfuerzo. Caminar de más con el morral a cuestas no es tan agradable como uno cree, si es que en realidad alguien lo piensa.

Sea humilde, reconozca que está en otro país con otras costumbres, lengua, tradiciones y cultura. Aprender de

otros nos enseña más de nosotros mismos y – generalmente – nos baja de muchos pedestales.

No importa la razón por la que uno vaya a África, recorra Centroamérica, o simplemente viaje a alguna zona de su provincia o estado, lo importante es que entienda que esa experiencia es personal y que aprender de ella es la mejor manera de saber más de nuestra forma individual de ser, porque como la mente es como el paracaídas solo sirve si se abre, o esa es mi Visión Particular, luego de reflexionar con la charla de Esteban Tapella y las similitudes entre nuestras experiencias.

Francisco Lizarazo

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