Visitando la ciudad de Palpalá, municipalidad de Jujuy, me encontré con el “Bosque Encantado” un lugar donde la principal atracción son numerosos duendes que están por todas partes del parque.
Entre los árboles hay algunos duendes sentados, otros parecen meditar. Los hay también en posición de cantar o tocar algún instrumento musical. Una mazorca de maíz está en manos de un pequeño duende, mientras alguno se ha transformado en árbol para proteger a la naturaleza.
No todos los duendes parecen ser buenos, ya que alguno tiene una mirada que si ve – con detenimiento – pareciera que hay una sonrisa malvada en él. Otros parecen disfrutar el paisaje.
En medio de ese encantado de lugar no son pocas las historias que se cuentan sobre estos personajes y algunos relatos tienen que ver con la vida de la provincia de Jujuy y sus alrededores.
Como ese día nadie quiso contarme, o no sabían las historias, recurrí al mago que todo lo sabe, o de lo contario lo inventa, que no es otro que el señor Google e investigué un poco para encontrar relatos sobre estos seres, que han inspirado a escritores, pintores, artesanos y cineastas para mostrarnos algunas de sus imaginarias creaciones.
El Duende
Se dice que es un niño que murió sin ser bautizado o un niño malo que golpeó a su madre. Es muy pequeño, lleva un sombrero grande y llora como una criatura. Tiene una mano de hierro y otra de lana, cuando se acerca a alguien le pregunta si con cuál mano desea ser golpeado. Algunos dicen que, sin importar la elección, el duende golpeará siempre con la de hierro. Otros, en cambio, aseguran que los desprevenidos eligen la de lana y que es ésta la que en realidad más duele.
Posee unos ojos muy malignos y dientes muy agudos. Suele aparecer a la hora de la siesta o en la noche en los cañadones o quebradas. Tiene predilección para con los niños de corta edad, aunque también golpea sin piedad a los mayores.
Coquena
En las inmensas soledades de la puna, los ganados están protegidos. Un enanito misterioso, un duendecillo, que
todo lo ve, es quien defiende sus vidas de las crueldades humanas. Nadie ha visto a Coquena. Es fama que tiene cara de cholo y viste casaca y pantalón de vicuña. Lleva también diminutas ojotas y ancho sombrero de suave pelo. Desde las alturas contempla sus bestias sin ser visto. Sólo se ha escuchado su silbido, que es mágico llamado. Pero es tal la seguridad de su presencia que todos le temen. Por eso no matan vicuñas ni llamas para utilizar su pelo.
Prefieren cortar suavemente el vellón. Tampoco maltratan a las arrias cuando cargadas de sal, bajan de los cerros. Se cuentan historias, en que justiciero, Coquena ha quitado las llamas a quien no sabía valorar ese don; y como ha premiado a los buenos pastores que, en tormentas de nieve, cuando el viento blanco amenazaba cubrirlo todo, salvan con peligro de su vida su hato de cabras en plena borrasca. Y está su persona tan ligada a los hechos que ocurren por estas regiones, que, en Salta, cuando aparece un forastero, para adquirir provisiones y, tocándose con el codo, murmuran: «Es coquena».
El Pombero
Este duende recorre las provincias del litoral, de Chaco y Formosa. Anda por los bosques, generalmente a la hora de la siesta, en forma invisible. Es un duendecillo bueno que ayuda a quien le pide protección. Para ello adquiere la imagen de un indio o de un árbol o de lo que sea necesario, para ayudar al compañero en peligro o en apuros.
En Misiones lo corporizan en un hombre alto, delgado, que se .cubre con un amplísimo sombrero de paja y que lleva una larga caña en la mano. Algo parecido al Sachajoy, el duende de Santiago del Estero, el cuidador de los árboles de los bosques y de las colmenas de miel.
En Misiones, anda a grandes trancos, cuidando los árboles y los pájaros. Cuando oye voces se esconde detrás de los árboles y allí espera para ver quiénes han penetrado en el mundo de los árboles y qué es lo que van a hacer. Si ve que se aprestan a derribar un ejemplar hace mil triquiñuelas para evitarlo: imita la voz de uno de los hombres para llamarlos a los compañeros y alejarlos; remeda los ladridos de perros en ataque… Hace cualquier cosa para impedir que se hache un árbol. Y si ve que son cazadores de aves se adelanta y les espanta las presas con silbidos, con gritos y ademanes.
¿Mitos, realidades? Solo el que los ha visto puede decir si son ciertas estas leyendas, mientras tanto sigamos aprendiendo más del folclore de nuestras tierras, o esa es mi Visión Particular.
Francisco Lizarazo
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